martes, 11 de febrero de 2025

LA CONCIENCIA SEGUN HAMEROFF

 

LA CONCIENCIA SEGÚN HAMEROFF

Fermín Huerta Martín

Orch-OR es la teoría más completa, ambiciosa y detallada de la conciencia, con un importante poder explicativo.

Hameroff pág. 450

 

Aunque la portada del libro parece estar destinada a seguidores de la New Age y el subtitulo así lo ratifica (Todo tiene conciencia, de una piedra a un árbol. Argumentos científicos a favor del pampsiquismo), la verdad es que el libro Conciencia y mecánica cuántica contiene 17 artículos bastante actuales del tema resumido en el titulo con un enfoque científico escrupuloso, otra cosa podríamos decir de las propuestas filosóficas que en base a ese enfoque científico realiza cada autor. La filosofía tiene más libertad que la ciencia para plasmar sus planteamientos. Todo esto (seguramente) no hubiese sido suficiente para comprar el voluminoso tomo de casi 600 páginas. Lo que me decidió fue la presencia entre estos autores de dos en concreto: Roger Penrose y Stuart Hameroff, y antes que eso las imágenes de sus textos que pude encontrar mientras ojeaba el ejemplar. El que haya leído con anterioridad mi blog sabrá que en los últimos años he venido desarrollando una propuesta filosófica que he denominado Materialismo ontológico onírico, en diferentes artículos: Teoríafilosófico-onírica de los dos lados, Materialismo ontológico onírico y Desarrollo práctico del Materialismo ontológico onírico. En el primero de ellos cito a Penrose como ejemplo de un mecanismo posible como base a mi propuesta filosófica, aunque leí a Penrose en 1998 y 1999 no me fije demasiado en su tesis hasta que no empecé a trabajar en mi teoría. Era un ejemplo junto al de Eccles de lo que yo planteaba.

En su artículo Penrose explica su encuentro con Hameroff: “Afortunadamente para mí, Stuart Hameroff, un anestesista de la Universidad de Arizona en Tucson, leyó mi libro y, dándose cuenta de lo limitado de mis conocimientos fisiológicos, me explicó la existencia y la importancia de los microtúbulos. Stuart había llegado por su cuenta a la conclusión de que algo más allá de la mera propagación nerviosa tenía que estar implicado y, en particular, le habían llamado la atención los gases químicamente tan diferentes que podían actuar como anestésicos generales. Pensó que estos gases anestésicos podrían actuar directamente (pero no químicamente) sobre los microtúbulos de las neuronas.”

El resultado ha sido una colaboración muy fructífera. Para el presente texto voy a ceñirme al artículo en solitario de Hameroff pues me parece extraordinariamente interesante.

Empezamos por el problema de la medición, que es uno de los temas recurrentes que transita en todos los artículos del libro.

Dice Hameroff en la página 406:

“La conciencia y la naturaleza de la realidad están relacionadas a través del “problema de la medición” de la mecánica cuántica. Es decir, a escala microscópica, las partículas pueden existir como superposiciciones de múltiples posibilidades coexistentes, descritas por una función de onda cuántica. Sin embargo, cuando se amplifican, miden u observan, las superposiciones parecen reducirse o colapsar a estados definidos, el mundo macroscópico que percibimos. Se desconoce por qué ocurre esto, pero se han propuesto varias explicaciones”

Luego enumera una serie de posibilidades, Reducción subjetiva (la observación consciente reduce las ondas a partículas). Muchos mundos (El colapso no ocurre y todas las posibilidades coexisten eternamente). Decoherencia ambiental (la superposición se mezcla con su entorno) y Reducción objetiva (OR), “un proceso físico objetivo provoca la reducción del estado cuántico a un resultado OR o a otro, no a ambos a la vez”

Continúa en la página 409: “Penrose había reconocido que la no computabilidad era una característica sutil pero importante de la conciencia, y una pista sobre su origen. La OR podría proporcional la no computabilidad, y también aspectos fundamentales de la experiencia consciente”

Hameroff aporta algo de su especialidad:

“A mediados del siglo XIX, se descubrieron ciertos gases que, cuando se inhalaban en concentraciones críticas, hacían que los seres humanos y los animales perdieran el conocimiento y/o dejaran de tener un comportamiento intencionado. Si la respiración se mantenía adecuadamente, cuando se exhalaba el gas “anestésico”, los sujetos y los animales se despertaban y recuperaban la consciencia prácticamente sin cambios. Los estudios modernos han demostrado que la anestesia es selectiva, ya que impide la consciencia al tiempo que mantiene las actividades cerebrales no conscientes que continúan  bajo los efectos de la anestesia. EL MECANISMO PRECISO DE LA ACCION ANESTESICA  DEBERIA LOCALIZAR LA CONCIENCIA EN EL CEREBRO.” Pág. 415

La argumentación parece inapelable, si la anestesia inhibe la conciencia allí donde actúa la anestesia es donde se encuentra la conciencia.

“Penrose propuso en su lugar que la OR que ocurre espontáneamente causaba, o era equivalente a, la experiencia fenoménica, la (proto)consciencia.” Pág. 409

“Sin embargo, para que el cerebro convierta la OR protoconsciente en una experiencia fenoménica completa y rica y en una acción volitiva no computable, se requeriría algún tipo de proceso computacional cuántico organizado (“orquestado”)” Pág. 411

“A diferencia de otras teorías, Orch-OR atribuye la conciencia a cálculos cuánticos en microtúbulos dentro de la neuronas cerebrales, más concretamente dentro de las dendritas y el soma de las neuronas piramidales corticales de la capa 5. Estos cálculos cuánticos están orquestados por microtúbulos, y se entrelazan, evolucionan y terminan mediante la “reducción objetiva” OR de Penrose, introduciendo la no computabilidad y la experiencia consciente.” Pág. 442

Hay varios asuntos en todo esto que se pueden cuestionar. La primera sería ésta: ¿Por qué este acontecimiento iba a producir protoconciencia? Es un salto ontológico muy importante, se está diciendo que un cambio desde una indefinición (una nube) hasta una definición (una gota) produce algo de naturaleza completamente distinta, una protoconciencia, algo categorialmente diferente de aquello que estamos tratando. Es una apuesta muy arriesgada.

Otra crítica es la de la orquestación, ¿Por qué esta multiplicidad ingente de protoconciencias iba a coordinarse de la manera que lo ha hecho? Y sobre todo ¿Cómo constituye esta sensación de unidad que tiene la conciencia?

Para la existencia del ego, tan necesaria es la conciencia como la memoria. El tema es tratado de pasada en el texto de Hameroff, da un boceto del mismo en la pág. 419:

“Las neuronas cerebrales no se dividen. Estas neuronas, una vez formadas, pueden crecer, formar nuevas sinapsis y reestructurarse (basándose en gran medida  en las actividades de los microtúbulos), pero no se someten a mitosis. Por tanto, muchos microtúbulos neuronales son estables, aunque los de los axones pueden “caminar”, ensamblándose en un extremo y desensamblándose en el otro. Pero los microtúbulos dentrítico-somáticos están “tapados” y no añaden ni pierden tubulinas en sus extremos. Como cada tubulina de un microtúbulo cerebral puede ser una de 22 isoformas diferentes, y cada una de ellas puede también modificarse postraduccionalmente de una de 5 formas diferentes, o fosforilarse, etc., y como los microtúbulos dentrítico-somáticos son entramados estables, y como hay unas 10 elevado a 8 tubulinas por neurona, ofrecen “lechos de memoria” ideales, precisamente donde se produce la conciencia según Orch-OR.”

En la pág. 449 dice: “Los microtúbulos codifican y procesan la información cognitiva, incluida la memoria, como estados de las tubulinas dentro de las redes de microtúbulos en el interior de las neuronas cerebrales. La conciencia Orch-OR puede entonces modular activamente la cognición.”

Sin embargo, es una mezcla un tanto extraña ubicar en el mismo sitio conciencia y memoria, si ya parece extraordinariamente complicada la orquestación de las protoconciencias que da como resultado esa “sensación” de unidad que todos tenemos de nuestra conciencia, aun se complica más si suponemos que lo mismo que genera la conciencia almacena la memoria en el mismo lugar. Es una mezcla complicada. Aunque el yo sé destile y configure del poso de los recuerdos acumulados, el yo en si mismo no los tiene presentes continuamente (ni podría). Parece haber una separación entre ambos entes (yo y memoria), parece que las personas que pierden la memoria siguen disponiendo de un yo operativo (aunque limitado). Mi madre, enferma de alzhéimer, como no me recordaba, al ser preguntada quien era yo, una vez respondió  “una buena persona”, sin embargo, ante el incordio de una mosca que le recorría la mano la espanto de un manotazo.

Esa diseminación de la memoria por todo el cerebro haría complicadísimo la localización de los recuerdos.

En su propuesta, un ordenador podría tener conciencia, así dice  en la pág. 421:

“Los ordenadores cuánticos que pudieran evitar la Decoherencia/OR prematura y fueran capaces de organizar adecuadamente, u “orquestar” la información cuántica , podrían evolucionar para terminar o “detenerse” por OR “orquestada” en el tiempo t=h/Eg, dando lugar a un momento consciente.”

Esto se basa en su propuesta de que la conciencia brota de los procesos OR, sin acotar ninguna característica de los mismos, de tal manera dice Penrose, pág. 368:

“Se propone que existiría  una realidad auténticamente evolutiva  en la que se estarían produciendo todo el tiempo numerosos  acontecimientos OR no coordinados.”

En mi propuesta esto no sería así, solo  determinados acontecimientos inextricablemente unidos a la materia viva pueden dar lugar al entrelazamiento entre una parte esa materia biológica  y el Lado 2. Por lo tanto la protoconsciencia solo se empezaría a dar en seres vivos. Quizás algún día, cuando se conozca en profundidad el mecanismo, podría replicarse artificialmente diseñando estructuras para que en una entidad no biológica pudiera darse dicho entrelazamiento, no sabemos si tal cosa pudiera llegar a ser posible. Porque la configuración del ego (que no olvidemos se encuentra en el Lado 2) surge de un proceso muy largo asociado a entes vivos con determinadas experiencias, y no sabemos si esto sería reproducible artificialmente.

No sé si mi admirado Mario Bunge llegó a conocer la presente teoría, pero supone una posible realización de su tesis de un materialismo emergentista donde la mente surge de niveles ontológicos previos. La teoría por la que yo me decanto está más en la línea de mis otros tres admirados, Gustavo Bueno, Henri Bergson y Plotino.

La lectura del presente libro y sobre todo de los dos artículos mencionados de Hameroff y Penrose me has estimulado para profundizar un poco más  en mi propuesta filosófica que he denominado Materialismo ontológico onírico, de tal modo que ya estoy trabajando en otro artículo relacionado con el tema y que se llamara Ego y memoria.


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