martes, 11 de junio de 2024

DESARROLLO PRACTICO DEL MATERIALISMO ONTOLOGICO ONIRICO

 




DESARROLLO PRACTICO DEL MATERIALISMO ONTOLOGICO ONIRICO

Fermín Huerta Martín

 

Quiero expresar en estas breves líneas un desarrollo práctico de mi filosofía, que he venido en llamar Materialismo ontológico onírico, las bases teóricas de la misma pueden encontrarse en mis artículos:

Materialismo ontológico onírico y Teoría filosófico-onírica de los dos lados.

Si aceptamos esta propuesta como verdadera cabe un desarrollo práctico de la misma que yo he venido ejerciendo de manera espontanea en los últimos tiempos, configurando lo que casi se podría llamar una Religión del Sueño, Religión en tanto contendría Fe y Ceremonias , el problema es que yo no soy muy dado a ninguna de estas dos cosas, las ceremonias me producen alergia emocional y en realidad no tengo fe en mi filosofía, me encuentro ante ella como el científico que descubre un nuevo virus mortal que no le gusta pero ante el cual no tiene más remedio que aceptar que existe. Después de mi etapa religiosa verdadera, de puro catolicismo (https://ferminhuerta.blogspot.com/2012/08/fervoroso-creyente-fervoroso-agnostico.html) me fui acostumbrando al horizonte nihilista de la conciencia que propone el materialismo, su disolución post mortem, me terminó pareciendo una idea acogedora y cálida, la disolución del ego en la nada. El “descubrimiento” que está implícito en los postulados del MOO (materialismo ontológico onírico) del destino de la conciencia tras la muerte vino a cambiar el horizonte de placidez que me proponía esa nada por una inquietante semieternidad onírica.

Para el que le de pereza leer los artículos mencionados (donde se pretende una fundamentación de las conclusiones) resumo mi propuesta ontológica: después de la muerte entramos en una fase de sueño del que no vamos a despertar, como se sabe el término Sueño se usa tanto para el acto de dormir como para la actividad del cerebro mientras duerme. Para no confundirnos se puede usar el término ensoñación para diferenciar la fase onírica de contenidos del sueño de la mera inconsciencia sin tal actividad. Así podríamos reescribir que tras la muerte entramos en una fase de ensoñación permanente sin despertar. Como se sabe en los presupuestos del catolicismo esta la creencia de que si somos buenos iremos al cielo (simplificando), este dato tiene una cierta correlación con nuestra propuesta que traducido sería: si tienes una buena vida tendrás  buenos sueños. Desgraciadamente no está enteramente en nuestras manos tener una vida agradable, gran parte de nuestra existencia consiste en adaptarnos a ese triste hecho. La formación del carácter (y en esto las lecturas filosóficas son esenciales) debe tender a suavizar esa realidad, a hacernos más llevadera la existencia a pesar de los contratiempos, debemos habituarnos a las desgracias. Podríamos hablar de domesticar las emociones, claro que si estas nos hacen humanos es tanto como hablar de deshumanizarnos con el objeto de no perder el control de nuestra vida.

En una primera aproximación, todo esto tiene un carácter práctico en vida, quien controla sus emociones, quien está preparado para lo imprevisto puede reaccionar mejor frente a la adversidad y de alguna manera sufrir menos. En una segunda aproximación tiene un carácter práctico en muerte. Esta actitud no hará que tengamos bueno sueños post mortem, hará que no nos afecten tanto. El carácter está diluido en ese Lado 2 que produce los ensueños, no se pierde tras la muerte, si en vida nos ayuda a sobrellevar los sinsabores de la existencia, tras la muerte nos ayuda a “digerir” mejor los malos sueños.

Consecuentemente nuestra “Religión” debe incluir una formación del carácter, una parte importante del mismo se hace a través de lecturas filosóficas, donde la noción de BIEN tiene una importancia capital. Hay otras cosas modeladoras del carácter como la cuestión de la disciplina, los que hemos tenido vida militar aprendimos eso a temprana edad y de la forma más traumática. Superado el trauma el resultado merece la pena, sin disciplina y capacidad de sufrimiento son pocas las cosas que se pueden conseguir en este mundo.

Los sueños en vida son un ensayo de los sueños en muerte, la diferencia es que duran unas horas y despertamos, pudiendo reflexionar sobre ellos. En los sueños post mortem no hay reflexión porque no hay despertar y porque el yo liberado de sus obligaciones en vida se relaja hasta casi diluirse en el proceso de soñar, quedando un pequeño poso de ego, pero sin llegar a desaparecer. Para ello nuestra religión nos encamina con todo lo dicho al equilibrio del ego tras la muerte sobrellevando nuestros sueños. Tenemos una ventaja, por largo que sea ese periodo de sueño mortuorio (no descarto que sea permanente aunque me inclino por una disolución total de los restos del ego),  el yo privado de cuerpo no puede ya aprender ni olvidar ni cambiar, permanece tal cual en el tiempo. Eso quiere decir que el esfuerzo preparatorio en vida no es en vano y le vamos a sacar provecho.

Como digo la práctica de nuestra Religión del Sueño exige una disciplina existencial fundamentada en lecturas filosóficas que nos nutren de una gran variedad de modelos metafísicos sobre la realidad. Las lecturas son una fuente de conocimiento y este resultado, así como el proceso de obtenerlo son una fuente de placer. Este placer nos da a su vez mejores sueños. Prácticamente la mitad de mis sueños están relacionados con libros, librerías, revistas, tebeos, bibliotecas, autores y colecciones, y aunque algunos tienen un componente de angustia, la mayoría son placenteros.

La ceremonia mas importante en nuestra Religión es ir a dormir, ya sea una siesta, ya sea el dormir nocturno. En el dormir se da un acontecer metafísico, no es que se active el Lado 2, que siempre está conectado, es que se desactiva el Lado 1, el que regula nuestra vida consciente. Por ello, es el acto más importante del día, un acto sagrado, durante el periodo del sueño hacemos un ensayo de lo que será nuestro devenir post mortem. Siempre se sueña, se recuerde o no, pues el Lado 2 no puede no tener actividad.

Los momentos previos al ir a dormir han de ser de contenido regocijo, pues nos adentramos en una experiencia que no solo tiene el placentero premio del descanso del cuerpo sino que nos deja frente a la experiencia metafísica del ensueño. Los momentos posteriores al despertar son igualmente importantes, hay que intentar recordar lo soñado, a veces está nítido, otras veces es una neblina sinuosa, cuando el recuerdo es vivo, recomiendo anotar el sueño, resulta interesante acumular estos sueños recordados, releerlos al cabo del tiempo, en ellos se muestran las tendencias de nuestro mecanismo onírico que seguramente mantendremos tras la muerte.

El ensueño es el reino de la libertad al margen de la voluntad, es como ser libre al margen de uno mismo, ¿no es contradictorio? Pero es que ese “uno mismo” en que normalmente pensamos es el yo practico atrapado en un cuerpo lleno de obligaciones necesarias para sobrevivir en el mundo del Lado 1, pero ese no es el mismo yo del Lado 2 que termina resultando ser el post mortem. En el Lado 2 no existen obligaciones ni amenazas, ni posibilidad de entrar en contacto con otro yo, ni por supuesto comunicarnos con otros en ninguno de los dos Lados.

En esa situación lo que queda del yo del “uno mismo” es apenas un mecanismo que se dedica a soñar, el mecanismo se basa en una “aleatoriedad condicionada” mientras estamos vivos, pero tras la muerte la parte condicionada va desapareciendo progresivamente, el shock que nos produce nuestra propias muerte condiciona nuestros primeros sueños post mortem, dependiendo del carácter (de nuevo) de cada uno y de lo asumido que tengamos el hecho de nuestra muerte (algo que se debería entrenar toda la vida), este shock terrible puede durar más o menos tiempo (tiempo medido desde las coordenadas de los seres vivos), pero, inexorablemente al cabo del tiempo, se pierde la parte condicionada del ensueño y se entra en una aleatoriedad “pura”. Esta fase es extraordinaria, nunca la hemos experimentado mientras hemos soñado estando vivos, tenemos para el mecanismo del sueño la totalidad de nuestros recuerdos (según Bergson la memoria almacena la totalidad de nuestras experiencias) por lo que el resultado puede ser fascinante. Si en vida ya experimentamos sueños que nos parecen alucinantes, en esa fase pura esto se incrementa absolutamente. Siempre quedara, aunque atenuado, la sensación de angustia o placer que estas ensoñaciones nos producirían en función del contenido de esos recuerdos.

Ahora quiero plantear la siguiente pregunta: ¿se acumulan como recuerdos los sueños post mortem? En mi artículo Materialismo ontológico onírico escribí este anexo:

“¿Cesa la memoria tras la muerte del cuerpo de guardar recuerdos o puede almacenar los sueños? Ambas posibilidades están abiertas a consideración, por una parte si planteamos que la memoria es un auxiliar imprescindible para la existencia humana, con la muerte del cuerpo esta necesidad desaparecería. El lado 2 desconectado del lado 1 es autosuficiente y aislado, no tiene que luchar contra nadie por la existencia, un aumento de la memoria es esas circunstancias solo aumenta la variedad de los sueños futuros, pero no se necesita para preservar su existencia. Por otra parte, en vida del cuerpo, recordamos los sueños y los incorporamos a la memoria, por lo que este proceso puede seguir dándose tras la muerte del cuerpo.”

A nivel científico existen teorías de porque se recuerdan o no los sueños, en cualquier caso estos mecanismos cerebrales desaparecerían después de morir. Mi opinión actual (aunque lo considero un problema abierto) es que el mecanismo de memorizar desaparece tras morir y que por lo tanto los sueños tenidos tras la muerte no realimentan la memoria como nuevos elementos para crear sueños, la memoria es en primera instancia una necesidad practica para la supervivencia en el Lado 1, lo que luego termina siendo después de la muerte sería algo así como un efecto no deseado, tampoco es un efecto deseado la unión de ambos Lados. Es un hecho que ha ocurrido y que ha dado un resultado.

En mi texto Teoría filosófico-onírica de los dos lados digo en el anexo 3:

“La segunda materialidad solo puede comunicarse usando los cuerpos en la primera materialidad, cuando se desconecta del cuerpo “vive” para sí misma sin posibilidad de comunicación, sus sueños son su nueva vida, alimentados por su memoria integral y construidos en “historias” por su yo. La materia en el lado 2 es como una cinta de casete virgen vacía, así no puede desarrollarse el yo que está en potencia allí. Cuando la materia del lado 2 contacta con la del lado 1 empieza a grabar, a registrar todos los acontecimientos, paralelamente el yo se desarrolla en base a esa información según se amplía la memoria. Los sueños son el “entrenamiento” de lo que nos acontece tras la muerte, en el sueño, el yo distendido construye historias con lo almacenado en la memoria. En el lado 2 se vive solo para sí mismo, no hay posibilidad de comunicación con otras partes del lado 2, eso solo es posible en el lado 1. Tras la muerte, los restos del cuerpo humano se disgregan en el lado 1, pero en el lado 2 su materialidad ya no es interrumpida por el ciclo vigilia/sueño, libre de esa necesidad, vuelve a vivir solo para sí mismo, esta vez con un contenido de memoria que garantiza la multiplicidad de sueños-historia. Al igual que el casete, su función es durar hacia delante. Es decir, preservarse en el tiempo como estructura material y avanzar en su movimiento de construirse sueños.”

Me reitero en ello, la comunicación solo es posible donde existe el espacio “clásico”, en el Lado 2 el concepto de “espacio” solo es viable como metáfora del espacio  clásico, la principal consecuencia de esto es que no es posible la comunicación ni el contacto entre los yos oníricos. El yo del Lado 2 solo puede “comunicarse” hacia dentro (si es que esto tiene algún sentido) con sus propios recuerdos, que finalmente lo constituyen. Pero como sostengo, es un yo muy disminuido dado que no debe hacer nada para sobrevivir, el único mecanismo que mantiene de cuando vivía en el Lado 1 es el de fabricar sueños constantemente. No habrá asimilación consciente de nada porque a ese estado no se le puede llamar consciente comparándolo con cuando se vivía plenamente.

No pretendo con este desarrollo fundar una nueva religión, ni ser un nuevo gurú, soy plenamente consciente de que las reflexiones aquí expuestas son altamente especulativas, toda la filosofía no es más que una larga sucesión de especulaciones, desde la más elaborada tesis idealista a la más  estricta filosofía científica. Pero de alguna manera me siento obligado a hacer públicas todas estas divagaciones que a muchos les parecerán absurdas. Lo veo como un deber. Es una ocasión propicia para comunicarse, entrar de alguna manera en contacto con “otros” seres humanos, algo que según mi tesis no podré hacer después.

 

 

 

 

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