lunes, 10 de mayo de 2010

ELEVACIÓN

LA CRUZ DEL MATERIALISMO FILOSOFICO

LA CRUZ DEL MATERIALISMO FILOSOFICO


Fermín Huerta Martín

Respuesta al artículo de Joaquín Robles López “El crucifijo y el camuflaje”, publicado en El Catoblepas, 85:10, marzo 2009.



Yo estoy en contra del Papa y de todas las monjitas y obispos que le rodean.

Gustavo Bueno, El País, 6 de abril de 2003.



Joaquín, lo primero que dices es que yo critico como contradictorias o incongruentes las declaraciones de Gustavo Bueno. He tenido que releer mi artículo para comprobar que en ningún momento uso las palabras contradicción o incongruencia en el mismo.

En ese sentido tu compañero Marcelino Javier Suárez Ardura es un poco mas precavido que tu y dice en su artículo “¿Dios salve la razón?” publicado en El Catoblepas 85 de marzo de 2009:

“El artículo de Fermín Huerta Martín aparecido en el número 84 de El Catoblepas podría ser alineado entre quienes enjuician así «¡Dios salve la Razón!». De hecho, si no interpretamos mal, se basa en el supuesto según el cual los escritos y las acciones de Gustavo Bueno en la actualidad contradirían aquellos otros trabajos publicados por el mismo Gustavo Bueno hace nada menos que 20 años, por ejemplo. El conjunto de textos que nos va presentando, mediante el procedimiento de alternar la glosa de obras recientes con artículos y trabajos anteriores, parece querer ejercer este principio por la vía estética; las palabras hablarían por sí solas.”

Desgraciadamente poco después la precaución se vuelve temeridad y Marcelino me atribuye unos superpoderes que ya los quisiera Superman en su mejor época, pues dice de mi:

“a fin de desvelar la componenda de textos que Fermín Huerta Martín ha llevado a cabo para hacerles decir lo que no dicen."

Luego dices:

“Es un principio que se diluye cuando tratamos con procesos dialécticos –como los que determinan el curso de las instituciones políticas, como asimismo el proceso de conformación de las personas y grupos– en donde, por ejemplo, «lo que es», termina, en virtud de sucesivas anamórfosis que tienen por límite una metábasis, «siendo otra cosa distinta».”

Bueno en la pág. 47 de «Sobre la Idea de dialéctica y sus figuras», en El Basilisco (nº 19, 1995), habla de las cuatro situaciones de movimiento, dos de ellos (los procedimientos de “ratificación”) no son dialécticos. Así tenemos la situación a) lo mismo se reproduce en lo mismo. Por ejemplo el ateo que sigue siendo ateo, y la situación b) lo distinto se mantiene como distinto, por ejemplo los creyentes y los ateos que respectivamente siguen siéndolo sin cambiar.

Con esto quiero decir que aunque en el caso de Bueno efectivamente “lo que fue” (su actitud de “camuflaje”) ha terminado “siendo otra cosa distinta” (su no actitud de “camuflaje”), hay otros aspectos en que no ha cambiado, por ejemplo Bueno sigue siendo materialista y ateo desde entonces.

Luego me dices que yo postulo un “supuesto estado ateo”. Pero lo hago tras citar un texto de Javier Pérez Jara donde lo menciona y en parte define y que aquí te vuelvo a copiar:

«El materialismo filosófico, por tanto, no podrá estar de acuerdo con el laicismo en “sentido débil” (parejo a la ideología de la “neutralidad estatal”, las religiones como meros fenómenos privados o al agnosticismo positivo “que ni afirma ni niega”), sino más bien con el Estado laico “en sentido fuerte”, es decir, con el Estado ateo, o al menos racionalista, que no sólo no prescinde del estudio de las religiones, sino que a través de la instauración del estudio sistemático histórico, antropológico y filosófico de las religiones, es decir a través de la instauración en los planes de estudio de una Filosofía de la Religión de sesgo materialista nutrida de los contenidos positivos de la Antropología Cultural, la Historia, la Sociología, &c., puede ofrecer una visión crítica y sistemática de la génesis y evolución de las religiones, así como una trituración de sus elementos más irracionales, mitológicos o arcaicos.»

Lo que pasa es que Javier barre para su gremio y lo único que define del Estado ateo es lo de los planes de estudio de la Filosofía de la Religión, o sea, el quiere asegurarse que en un Estado ateo no se quedaría en paro.

Luego dices:

“¿Reconoce la tesis de Bueno sobre la imposibilidad factual de tal «estado» y a continuación se atreve a introducirlo como supuesto?.”

Lo hago para plantear la pregunta de si el materialismo filosófico esta a favor o en contra de las religiones, pero con consecuencias en el plano practico.

Yo no supongo inherente al materialismo filosófico la construcción de un Estado ateo. Me limito a seguir el razonamiento de Javier donde enuncia que el materialismo filosófico esta de acuerdo con el Estado ateo.

Luego haces referencia a la “coordinación con las corrientes políticas realmente existentes”. Y esto es lo que hecho de menos en un párrafo que ya comente en mi artículo anterior:

«Dada la situación efectiva de la Humanidad, transcurrido el segundo milenio del cristianismo, puede decirse que los pueblos no están preparados para organizarse socialmente bajo los auspicios de un racionalismo filosófico y ateo; por consiguiente se hace preciso evaluar el grado de racionalismo actuante en las distintas confesiones religiosas realmente existentes.»

Porque lo suyo hubiera sido escribir la frase así:

“…se hace preciso evaluar el grado de racionalismo actuante en las distintas corrientes políticas realmente existentes.”

Y lo mismo que en otras ocasiones el Maestro se ha “coordinado” con el Partido Popular en temas de la unidad de España, a lo mejor ahora podía haberse “coordinado” con ese u otro partido político para preparar al pueblo para organizarse socialmente bajo los auspicios de un racionalismo filosófico y ateo.

Después dices:

“Ni mucho menos operar en el presente sin tener en cuenta «los accidentes del terreno».”

¿Cuántas veces Gustavo Bueno ha ignorado los “accidentes del terreno”?.

Aquí te “descontextualizo” algunas frases de Bueno, viene la fecha y medio de comunicación para el que las quiera contextualizar.

“Yo mataría al etarra Barrios con mis manos”.

La Vanguardia, 16 de julio de 1999.

“Con Eta sólo cabe la vía penal o meter los tanques”.

La Nueva España, 25 de enero de 2000.

“El máximo responsable del negocio de la droga es el consumidor y no los traficantes”.

La Nueva España, 28 de enero de 2000.

“Los profesores forman una casta repugnante”.

La Voz de Asturias, 15 de marzo de 2002.

“Esto no tiene solución, todos nuestros dirigentes son unos analfabetos”.

La Verdad, 10 de septiembre de 2003.

“Los jueces nos llevan al caos, a la catástrofe total”.

La Nueva España, 25 de enero de 2004.

“A Ibarretxe no sólo no se le fusila, como se hubiese hecho en 1812, sino que se le escucha en las Cortes.”

La Nueva España, 15 de abril de 2005.

“El gobierno de Zapatero tiene que ser derribado como sea”.

La Nueva España, 14 de marzo de 2007.

Luego continuas:

“Hablando en plata: si un «estado ateo» tiene que preocuparse sobre qué hacer con una masa importante de ciudadanos teístas es que, entonces, no es un estado ateo. Salvo que Huerta, en un simplismo ramplón, considere que el estado se reduce a su capa conjuntiva elegida por la mayoría emanada del sufragio universal.”

Entonces nunca ha existido un Estado ateo, ni siquiera en los así autoproclamados países comunistas, porque siempre queda un reducto de teístas en ellos, pero siguiendo este razonamiento tampoco ha existido nunca un Estado democrático ni un Estado monárquico, etc., pues en estos siempre habría gente que no acepte la democracia o la monarquía, etc.

Cabria preguntarle a Joaquín si ha existido alguna vez siquiera un Estado, porque normalmente en cada Estado hay gente contraria al Estado.

Su comparación con el “imperio universal” es realmente desafortunada. Porque un “imperio universal” por definición no puede tener soberanías resistentes, y en la practica se sabría si un imperio es o no universal. Mientras que un Estado no hay manera de controlar a la totalidad de sus ciudadanos.

Después me das una alegría cuando dices que no temes una invasión que debería ser rechazada por el ejército:

“… sino porque constatamos una penetración –no en la soberanía directamente, por el momento- del Islam en España, favorecida, entre otras cosas, por la cristofobia agresiva del laicismo (aunque también por actitudes ecuménicas de los propios cristianos).”

Hay alrededor de 1 millón de musulmanes en España, poco mas del 2% de la población, en su mayor parte supongo que se trata de inmigrantes educados en esa religión desde pequeños. Es mayor la “penetración” de evangélicos y testigos de Jehová, pero no se menciona.

Podría entender tu preocupación si ese millón de musulmanes fuese en su mayor parte de conversos del catolicismo al islamismo, basta conocer un poco este país para entender que la idea de que un católico medio, con su afición al buen vino, a las minifaldas, al jamón y al taco preferido de los españoles que es “me cago en Dios”, se convierta al islamismo, es bastante improbable, con la actual crisis económica, es de suponer que se frenara la inmigración de musulmanes a España, con lo que su aumento solo será posible por vía reproductiva, también cabe suponer que con el tiempo y el roce con formas mas “modernas” de vida se ira relajando la radicalidad de su fe religiosa, que es ni mas ni menos lo que ha venido sucediendo en este país por parte de sus habitantes que han ido abandonando las sagradas “tradiciones”. En ultima instancia Joaquín, debes tener confianza en el carácter español, si algún día la fe mayoritaria fuese la musulmana en España, mas que islamizar España, se españolizaría el islam. Y pronto tendríamos las mismas estadísticas que ahora tenemos para el catolicismo y que comente en mi anterior artículo:

“Pregunta 42-A. ¿Con que frecuencia asiste usted a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales? Casi nunca 54,8%, varias veces al año 15,6%, alguna vez al mes 11,8%, casi todos los domingos y festivos 14,4%, varias veces a la semana 2,4%, N.C. 1%.”

Somos así.

Esa preocupación por 1 millón de musulmanes y despreocupación por 34 millones de católicos, me recuerda una anécdota que me ocurrió con una persona que conozco, fumadora empedernida que cuando salto a los medios de comunicación el tema de la enfermedad de las vacas locas estaba preocupadísima por la calidad de la carne que compraba mientras seguía fumando despreocupadamente.

Esto me hace pensar que quizás debes quitarte el humo del tabaco de la cara para ver un poco mejor el “panorama”.

Que un ateo me hable de “la cristofobia agresiva del laicismo”, por pedir que se retiren los crucifijos de los edificios públicos estatales, me deja estupefacto, ¿tu estas seguro Joaquín que esta mañana no has ido a misa, no has confesado y después comulgado?.

Después te molestas por mi identificación de PP y PSOE con un gobierno confesional y otro antirreligioso. Era solo un ejemplo de conductas distáxicas (gracias por enseñarme a usar la palabra correcta “distáxico” en lugar de “antieutaxico”, si leíste el foro de Razón Atea que siguió a la publicación de mi artículo, veras que hubo un participante que pensó que “antieutaxico” era un insulto) pero si prefieres cambio las identificaciones. No tiene mayor importancia, ocurrió que mientras escribía eso me vino a la memoria las manifestaciones callejeras convocadas por la jerarquía católica y secundadas por el Partido Popular y se conoce que me deje llevar.



En tu nota nº 7 pones en boca de Javier Pérez Jara un comentario que en realidad hice yo.

Luego dices:

“De modo que los gobiernos laicos en realidad son confesionales (unas veces) o antirreligiosos (otras) incluso aunque se trate del mismo: el mismo gobierno de Zapatero que mantiene colegios concertados católicos y dona parte del IRPF a la Iglesia, tiene un frente abierto con ella en torno a las cuestiones morales del aborto o la eutanasia. Nuevamente Huerta nos menosprecia, al tomarnos por imbéciles, con sus curiosas deducciones.”

Lo primero, el gobierno no tiene “un frente abierto”, por que esas leyes o futuras leyes no se hacen para abrir frentes con la Iglesia católica, sino para intentar resolver problemas en la sociedad. El mundo no gira en torno a la Iglesia católica ni las cosas se hacen para satisfacer o enfurecer a la Iglesia católica. En todo caso será la Iglesia católica la que tenga frentes abiertos con el gobierno.

Lo segundo, me das una alegría enorme por que has introducido una nueva definición o clasificación, ahora sabemos que para el materialismo filosófico el Estado actual no es ni ateo, ni confesional, ni neutral, ni antirreligioso, ni laico, ni aconfesional, el Estado actual español es “Estado a veces”, a veces es confesional y a veces es antirreligioso.

Que gran avance Joaquín, poder jugar todos con las cartas sobre la mesa, descubrir que jugamos a lo mismo y además que tenemos las mismas cartas. Porque necesariamente el Estado neutro es un Estado que a veces su sentido de la eutaxia le hace legislar de tal modo que alguien diría que actúa confesionalmente (financiación de la Iglesia) y otras que actúa antirreligiosamente (matrimonio gay).

Continuamos. Yo no me declaro indocto en abstracto y sin parámetros, y menos por ironía. Yo me declaro indocto comparándome con el Maestro, y ahora que te he leído a ti, también me declaro indocto comparado contigo que tanto me has enseñado, por ejemplo a decir distaxia en vez de antieutaxia, la frase esa tan hermosa que no conocía: «el mismo fuego que ablanda la cera, endurece la arcilla», y tantas otras cosas, gracias Joaquín.

Luego dices:

“Doctrina contradictoria con lo que decía antes sobre lo distáxico («antieutaxico», dice él) de prohibir las procesiones. Igual es que las procesiones le parecen a Huerta «cosas privadas» (¿?).”

Hay una diferencia, a las procesiones va el que quiere ir, a participar o a mirar o a lo que sea, no hay ley que te obligue a ir a una procesión, ahora bien, un crucifijo en un lugar público no lo puedes elegir, porque los niños tienen que ir al colegio obligatoriamente.

Luego sigues con una serie de comparaciones propias de un docto pero sin imaginación, porque el Camino de Santiago lo recorre el que quiere, voluntariamente, no hay imposición.

Lo de los cuadros de Zurbarán, Ribera o El Greco, tiene el valor añadido de su belleza o valor artístico, si Bueno hubiera defendido los crucifijos por su valor artístico exclusivamente, yo no hubiera escrito mi artículo.

Pero de todas formas estamos otra vez en lo mismo, nadie te obliga a visitar esos cuadros al museo o a mirarlos en un libro (a no ser que estudies Bellas Artes o algo relacionado).

Los demás ejemplos esbozados padecen del mismo mal, nadie te obliga a tomar un sacramento o a escuchar el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, o a celebrar la Navidad, o la Semana Santa.

Mientras escribía este artículo apareció en los medios de comunicación el caso de una iglesia de Gandía cuyo campanario daba:

“Hasta 260 repiques diarios, con una intensidad de 86,6 decibelios. Un grupo de vecinos del barrio se ha cansado de soportar este sonido diario, que altera su vida cotidiana. Llevan aguantando esta situación una década, desde la última reforma del campanario, y han pedido al Ayuntamiento que intervenga.”

Entrevistado el cura por televisión, de nombre Salvador (muy propio el nombre y el hombre), comento: “No creo que molesten a nadie”.

Este hubiera sido un ejemplo mejor Joaquín.

Una solución que yo podría aceptar y que supondría no quitar los crucifijos seria la siguiente, hacer una consulta entre todos los padres de los alumnos y preguntar que símbolo quieren que se ponga junto al crucifijo, y así por lo menos todos estarían representados, cuando me pregunten a mi, quiero que pongan una fotografía en la que mirando a cámara fundidos en un gran abrazo se vean a Gustavo Bueno (representando el ateísmo teórico) y Gonzalo Puente Ojea (representando el ateísmo practico).

Luego dices que mi posición atea es indefinida, pero en mi escrito dejo bien claro que:

“(para mi el ateísmo «teórico» de Bueno es el más sutil, interesante y elaborado de cuantos conozco, no así su ateísmo «práctico» tal como intento demostrar en este artículo).”

Antes de entrar en materia gruesa falta referirme a tu comentario sobre el matrimonio gay, dices:

“En cualquier caso, decimos «cuestión jurídica», no «moral» (cosa que se le escapa a Huerta), porque Gustavo Bueno jamás ha criticado como inmoral, ni nada parecido, que dos personas del mismo sexo tengan una relación afectiva o que este tipo de parejas tengan los mismos derechos que los matrimonios.”

Efectivamente Bueno jamás ha criticado como inmoral eso, ha hecho algo peor, ha dicho que es: “una ley que mina la estructura misma de nuestra sociedad de familias”.

Porque resulta que no hay problemas en que las parejas homosexuales tengan los mismos derechos que los matrimonios (se refiere a los de hombres con mujeres), siempre y cuando a eso no se le llame matrimonio.

Pongamos que a esa unión la llamamos gaymonio (creía haber inventado una palabra pero veo que en el Google vienen 2730 entradas con ese termino).

¿Qué pasa, que en ese caso no se mina la estructura misma de nuestra sociedad de familias?.

Cuanto poder tiene una simple palabra que puede hacer que el mismo hecho sea correcto o desmedido. Para mi la cuestión es otra, aunque hubiesen tenido los mismos derechos, cualquier otro nombre hubiese sido una discriminación.

Afortunadamente nuestra constitución actual dice en el artículo 32: "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

la Ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos.”

Dice “el hombre y la mujer” no “el hombre con la mujer”.

En cualquier caso sigue sin respuesta mi pregunta:

“¿Por qué el matrimonio homosexual “mina la estructura misma de nuestra sociedad de familias” y por ejemplo el celibato y el voto de castidad de los curas no?”.

La relación del materialismo filosófico en cuanto sistema ateo, con la Iglesia católica en cuanto sistema teísta, es realmente especial, una especie de relación amorosa de esas de amor/odio, ni contigo ni sin ti.

Aunque aquí tendríamos que plantear previamente si esa relación la tiene el materialismo filosófico o Gustavo Bueno, muchos de los adeptos al materialismo filosófico mas jóvenes que Bueno, probablemente no han tenido la misma relación que el Maestro con el catolicismo, en ese sentido dice Bueno en una entrevista para Epilespia número 7, Junio 1992, hablando de cuando tenia 25 años:

“En Salamanca, en la Biblioteca de la Universidad, pues me encuentro a todo el siglo XVI: los Salmaticenses, los Complutenses... era igual que cuando ves un órgano y lo tocas a ver cómo suena, pues igual yo decía: a ver cómo suenan estos libros. Y resulta que te aficionas, y llegué a ser bastante experto en Tomismo, era un hobbie. Y allí me influyó mucho un tal Araujo, fíjense, y Juan de Santo Tomás... pero claro, ¡cómo voy a decir yo esto ahora! (Risas). Pero es la pura verdad. Araujo era el autor de unos «Comentarios a la Metafísica de Aristóteles», algo tremendo; debió ser un profesor del XVII, de Salamanca; y Juan de Santo Tomás fue un dominico, confesor de Felipe IV. Pues estos me gustaban. Claro, uno tenía sus preferencias. Por ejemplo, a Santo Tomás cada vez lo admiro más; Santo Tomás me influyó mucho más que San Agustín, porque entonces había libertad de pensamiento, como también había libertad de prensa, en época de Franco: podías comprar el ABC o el Ya, ¿verdad?, pues también había libertad de pensamiento: podías ser agustiniano o tomista, podías elegir, y yo elegí a Santo Tomás.”

Previamente aun habría que plantear la identificación entre Gustavo Bueno y materialismo filosófico, o plantear si el materialismo filosófico es un pastel de múltiples sabores que hay que comerse entero o se pueden separar aquellos trozos mas “desagradables” al gusto. Pero estas cuestiones previas nos llevarían lejos de lo que ahora tratamos y seguramente yo no soy la persona mas indicada para desarrollar esas investigaciones.

Yo puedo comprender que el materialismo filosófico haga un análisis de las confesiones religiosas y decida que la mejor es el catolicismo, por múltiples razones:

Seleccionamos algunos argumentos tomados del artículo “Dios condene la sinrazón” de José Ramón Esquinas Algaba publicado en El Catoblepas 84, febrero 2009:

“Y es que Gustavo Bueno al «traducir» la lección de Benedicto XVI rescata lo que de materialista –y en cierta manera, impío– hay en el catolicismo.”

“¿Pero acaso no supone mayor racionalidad precisamente eso, es decir, ligarse a los contextos materiales actuales realmente existentes en vez de dejarse arrastrar por ideas añejas que ya poco pueden decirnos o necesitan ser profundamente reformadas? La Iglesia Católica construyó sus dogmas desde las mismísimas realidades políticas, sociales, culturales y científicas que estaba viviendo. Aquí reside su potencialidad. Elementos contrarios al dogma, cuando se han demostrado verdaderos, han sido asimilados por la Iglesia Católica merced a su misma Idea de Dios que lo vincula inseparablemente a la razón y a la verdad; lo que no significa que entendamos este proceso de asimilación de modo armónico.”

“Vuelve aquí la tradición católica materialista que niega como herético que todos los hombres alcancen de hecho la salvación. Porque si se admite que todos y todo se salva, la misma Idea de salvación se desdibuja, deshaciéndose, teniendo que admitirse que la salvación va conjugada con la condenación, y que sin ambas Ideas la una se hace incomprensible o recae en la sustancialización. El catolicismo corrige de este modo las aporías irracionales resultantes de postular un Dios todopoderoso y omnipotente que es a la vez el Sumo Bien.”

“La Tradición cristiana, junto a la filosofía académica de raigambre helenística, ha sido ese «Dios que ha salvado la razón».”

“Esta concepción de la Teología dogmática católica actual es muy cercana a lo que el materialismo filosófico entiende por filosofía académica.”

De la excelente entrevista que hizo Fernando G. Toledo a Gustavo Bueno para su blog de Razón Atea:

“Esta identificación, que viene del islamismo o de las tendencias arrianas de muchos gestos del protestantismo, que fueron desde el principio limitadas por la Iglesia Católica. Porque ésta favoreció una separación de la Iglesia y el Estado. San Agustín, con la experiencia que tuvo en Roma, consideró al Estado romano como tiránico, que ni siquiera practicaba la justicia. Así, consideró a la Iglesia como un reducto para la libertad de conciencia: la “Ciudad de Dios” frente a la ciudad terrena. Así, la ciudad terrena era demasiado próxima a la Ciudad del Diablo, mientras que la Ciudad de Dios era la de la libertad, como efectivamente lo fue sobre todo antes de la conversión del Imperio Romano al cristianismo. De manera que la Iglesia Católica se presentó a sí misma, históricamente, como un reducto de la libertad de conciencia. Esta tesis en San Agustín toma un carácter radical, dada su teoría del pecado original (Santo Tomás lo modera mucho más aunque él separa la Iglesia del Estado de un modo terminante).”

“En cambio, como en el cristianismo el Dios era Dios-Hombre (el islamismo no permite ni siquiera representarlo), comenzaron a desarrollar todas las potencialidades contenidas en sus dogmas creacionistas, y la idea de ciencia moderna es en cierto modo un subproducto del cristianismo.”

“4) En el libro usted critica el fundamentalismo científico, en un sentido en que también lo hace la Iglesia, y por eso el materialismo filosófico puede sentirse “aliado” de la Iglesia en este punto. Sin embargo, ¿no son esencialmente mitológicas las razones que aporta la Iglesia para verter su crítica al fundamentalismo científico, y por tanto, razones también “triturables” desde el materialismo filosófico?

Las razones que da la Iglesia no son todas mitológicas. Son razones abstractas, filosóficas. Santo Tomás dice que la ciencia está limitada a unas categorías, y por tanto cada ciencia entiende de sus categorías. El matemático entiende desde su campo matemático, el físico desde su campo físico, pero no puede desbordar su campo categorial. La idea de que la ciencia es categorial, y que es imposible explicar un teorema geométrico desde la química, esto quiere decir que las ciencias genuinas se circunscriben a su espacio y no agotan la realidad. Esta es la idea que sostiene el materialismo filosófico, y también Santo Tomás (aunque éste de un modo caótico y mezclado con la teología).”

“Esto es muy importante y exigiría mucha extensión. Básicamente, me parece que las partes rescatables de la escolástica no son propiamente doctrinas aisladas, sino que se pueden disociar de la teología cristiana. Por ejemplo, las cinco vías de Santo Tomás. Como sabemos, con ellas intenta demostrar la existencia de Dios. Esas cinco vías parten de principios muchos de ellos filosóficos, materialistas. Por ejemplo el tema de la causalidad. La tercera vía conduce a “un ser necesario”, al que Tomás agrega “le llamamos Dios”. Pero primero es un ser necesario. Muchos escolásticos, entre ellos Suárez, se dieron cuenta de que estas identificaciones tomistas entre este ser necesario y Dios, entre primer motor y Dios, no son tan claras. “Llamarle Dios le llamará usted”, podría decírsele. En las propias cinco vías de la existencia de Dios hay componentes materialistas, aunque después Santo Tomás le dé una orientación teológica que no se deduce de los principios. Y en otros terrenos, para el materialismo es esencial la tesis de la pluralidad de las cosas. Pues, uno de los dogmas principales del cristianismo es el de la Trinidad: Dios tiene tres personas, no es único. No es el unitarismo de Newton o Miguel Servet. Ese principio de pluralidad lo hace completamente distintos a los judíos o los musulmanes, y por algo éstos calificaron al cristianismo de politeísta. Se dice que cuando llegaron los musulmanes a España clamaban que venían a luchar contra los politeístas. En esta línea, un conjunto de doctrinas escolásticas importantes para el materialismo es la teoría de la distinción. Distinciones reales y de razón, de esencia y existencia, etc. Estas distinciones tan rica contiene elementos utilizables por el materialismo filosófico.”

“Justamente, desde el punto de vista del materialismo, la “religión más religiosa” sería el cristianismo, pues introduce unos númenes que son finitos y tienen apariencia real (Cristo, la Virgen, etc.), mientras que Alá y Yavé son infinitos e invisibles, y con ellos no cabe una religación. Otra cosa es que Cristo sea mítico, pero no estamos hablando de eso, sino del contenido antropológico en cuanto trato con entidades no humanas y de carácter numinoso que tengan un carácter visible.”

Si a esto añadimos la perdida de poder de la Iglesia católica, lo que le ha obligado a ser mas tolerante y a que de alguna manera se pueda “convivir” con ella (una cosa es reconocer la perdida de poder de la Iglesia católica y otra muy distinta decir como dice Gustavo Bueno en La Nueva España del 9 de febrero de 2006 que “la Iglesia católica ya no tiene poder”, la Iglesia católica aun tiene mucho poder).

Entonces tendríamos un cuadro en el cual se podría decir que el catolicismo es mas aceptable para el materialismo filosófico que otras confesiones religiosas.

Esto podría ser suscrito por otras corrientes materialistas o ateas, sin ningún problema, evidentemente, el ateo niega todas las religiones, pero de eso no se debe inferir que considere a todas las religiones iguales.

Sin embargo, el materialismo filosófico no se detiene en esta constatación y fabrica una estrategia que parece seguir los siguientes pasos:

Primero. Reconocimiento de una imposibilidad.

Dice Gustavo Bueno en “Sobre la obligatoriedad de la asignatura «Religión»”, en El Catoblepas nº 27 de mayo de 2004:

“b) Es muy difícil en cambio encontrar correspondencias políticas, en España, a la concepción de la asignatura de «Religión» como una Filosofía de la Religión de signo materialista, y no sólo ateo sino antignóstico. Descartada, tras la caída de la Unión Soviética, la inspiración de los Partidos Comunistas, las posiciones más próximas a esta versión de la cuarta alternativa habría que buscarlas acaso en las corrientes radicales de una virtual «izquierda republicana», impregnada de racionalismo cientificista, pero con muy escasa organización política definida, y muy escasas posibilidades en un futuro inmediato.

Otro tanto habrá que decir de las posibilidades de orientar, en un plan de estudios, la asignatura «Religión» en el sentido del materialismo filosófico.”

Segundo. Elección de una alternativa que no es la propia, el catolicismo.

Tercero. Defensa a la vez de la alternativa propia y de la elegida.

De alguna manera se nos esta diciendo, dado que no se puede enseñar Filosofía de la Religión de signo materialista, apoyemos una alternativa que en su seno tiene suficientes elementos materialistas que pueden hacer que en un futuro, el educado en esta opción termine volviéndose ateo. La idea no es tan disparatada como parece, si miramos los ateos que hay en este país (España), comprobaremos que en su inmensa mayoría hemos sido educados en el catolicismo, por lo tanto, si hemos terminado siendo ateos, la estrategia parecería que esta funcionando.

Además añade Bueno:

“Y habrá que tener en cuenta que los propios cursos de religión católica, desarrollados según el «método escolástico», ni siquiera constituyen un obstáculo para que el alumno pueda distanciarse, sin trauma alguno, de la misma religión. Por mi parte puedo asegurar, basándome en mi propia experiencia, que fue a través de los cursos de religión católica del bachillerato de un instituto público como me enteré de la existencia de Lucrecio, de Volney, de Voltaire o de Marx; por tanto me inclinaría a sugerir al victimario que dice experimentar terribles traumas ante este tipo de «experiencias escolares», que debiéramos atribuirlos antes a sus entendederas, o quizá a alguna osteoporosis de su cráneo, que a la asignatura misma de religión católica.”

Esta estrategia, que bajo mi punto de vista tendría su justificación no ya para la época del franquismo (donde no había elección) sino para épocas que, aunque democráticas, la defensa directa del ateísmo supusiese un peligro para el postulante o un desprestigio de algún tipo, y entonces no quedase mas remedio que esta estrategia oblicua, hoy en día, en la España actual, esta completamente equivocada, y naturalmente, de defender al mismo tiempo ateísmo y catolicismo (hasta el punto que a veces, mas que ateos católicos parecen católicos ateos) saltan chispas como la que ha originado esta polémica, por defender como ateo la presencia de los crucifijos. Las primeras consecuencias de estas contradicciones (ahora si uso esta palabra Joaquín) es el descontento, el desacuerdo de afines al materialismo filosófico con este planteamiento. Así por ejemplo Fernando G. Toledo y Juan Carlos Paredes, dos personas vinculadas al materialismo filosófico (y para comprobar esto solo hace falta ojear sus respectivos blogs: http://paredesz.blogspot.com/ y http://razonatea.blogspot.com/ ) ya han expresado públicamente sus quejas:

Dice Juan Carlos:

“No sé si mi intervención puede ayudar en algo pero creo que el artículo de Fermín Huerta estará mejor o peor escrito, mejor o peor fundamentado, las referencias textuales de la obra de Bueno serán más o menos afortunadas, pero se ve claramente que Fermín aprecia un cambio -no me atrevo a decir un corte-, no tanto en el corpus teórico elaborado por Bueno sino en su “actitud” actual frente a las religiones terciarias, en especial frente a la Iglesia Católica.

Yo también veo cosas raras. Las intervenciones del profesor en los medios de comunicación durante los años 80-90 nada tienen que ver con las de ahora. Joaquín Robles puede tratar de desmontar los argumentos teóricos de Fermín Huerta como haría un abogado, pero la evidencia del cambio de actitud personal de Bueno hacia la Iglesia Católica es elocuente. Desconcertante.

En el programa de La Clave sobre Fátima Bueno afirmó que durante el franquismo no se podía “ni respirar”… ahora resulta que aquel periodo fue fecundo. Se alteraba Bueno en aquel programa cada vez que el obispo abría la boca… ahora los obispos son poco menos que depositarios de la razón… Su mirada “beligerante” de antaño es benevolente hogaño.

En cuanto al artículo de Robles en EL CATOBLEPAS, su desarrollo teórico es interesante pero no acabo de entender por qué esa hostilidad personal hacia Huerta. La acusación de Fermín hacia Gustavo Bueno puede pecar de psicologista, y por tanto, prescindible para algunos, pero su valor está precisamente en la repercusión que ha tenido. Si Huerta hubiera concluido que Gustavo Bueno es un budista, por no haber entendido su obra, como dice Robles, seguramente Robles habría despreciado esa afirmación por ridícula. Sin embargo, en el caso que nos ocupa Robles entra “a saco”, quizá porque en el fondo admite una parte de la tesis de Huerta. La admite, aunque no pueda aceptar, por un exceso de admiración hacia el maestro, que nadie pueda sugerir ningún tipo de contradicción en Bueno.”

Dice Fernando:

“En cuanto al contenido de dicho texto, no creo tener mucho que agregar, excepto que la opinión de Bueno con respecto a los crucifijos no ha sido desarrollada por él más que por dos o tres frases sueltas en un programa de televisión. Esto hace que no contemos con un argumento detallado y completo de por qué es más importante dejarlos allí que quitarlos, ya que no estamos hablando de tirar abajo la Sagrada Familia o algo por el estilo. Era por ello que yo, en los comentarios al post «Dios salve la razón», cuando me preguntaron sobre el asunto, dije que la opinión de Bueno, así a secas, no me convencía.

En cambio, con respecto a lo que has escrito a propósito de lo dicho por Bueno en La fe del ateo, creo que estoy de acuerdo. En la entrevista que le realicé a Gustavo Bueno a propósito de ese libro, debido a un problema técnico que distrajo al maestro, éste se salteó una pregunta que me habría interesado mucho ver respondida. No la recuerdo textualmente, pero tenía que ver con qué papel debería asumir un ateo racionalista, en una sociedad con «milenarias bases católicas», en favor de una posición ontoteológica sin cargas metafísicas y mitológicas como las tiene el catolicismo.”

También da la impresión que quieran actualizar esa estrategia apelando ahora al peligro del islamismo radical y el terrorismo asociado. Como si en España no tuviésemos desde hace muchos años nuestros propios terroristas autóctonos, por cierto, terroristas católicos, que aunque su motivación para matar no provenga del catolicismo, su catolicismo no les impide matar.

También se ha pasado de llamar al obispo de Roma, Papa, a llamarlo Su Santidad. Cuando otras veces ha escrito sobre el Papa, por ejemplo “El Papa en Asturias”, La Voz de Asturias, 20 de agosto de 1989, o “El Papa en Rusia”, El Mundo, 6 de noviembre de 1989, y no se le había dedicado esta distinción. O se han dicho cosas del Papa como la que encabeza este texto, claro que siempre se me puede decir que el Papa al que se refería en esa frase de 2003 no es el Papa actual. En cualquier caso no puedo encontrar ningún motivo (como no sea una imposición editorial) para que un ateo se refiera al Papa como Su Santidad. Estoy deseando que Joaquín me de su explicación y que esta contenga las palabras anamórfosis y metábasis.

Lo que desde luego no pienso hacer es acusar al materialismo filosófico de lo que Marcelino Javier Suárez Ardura acusa al laicismo en su artículo “¿Dios salve la Razón?”, publicado en El Catoblepas 85 de marzo de 2009:

“¿no puede ser interpretado el laicismo, aunque se presente bajo el disfraz –y precisamente por ello– de la neutralidad confesional, como el marco de la desactivación de las normas atinentes a determinadas confesiones religiosas en beneficio de otras o en beneficio de determinadas heterías soteriológicas no precisamente religiosas?.”

Por que eso seria pura maldad, y como dijo Bueno en su entrevista a Interviú del 19 de junio de 1995: “La maldad es pura ignorancia”.

Yo puedo pensar que la estrategia del materialismo filosófico en este asunto esta equivocada, pero desde luego no voy a caer en la mala fe de la pregunta de Marcelino y voy a presuponer que todas las acciones del materialismo filosófico van de una forma u otra encaminadas a fortalecer el ateísmo. Mi critica entonces seria poner en tela de juicio determinados métodos o consecuencias de esos métodos que yo vería como contraproducentes, sin dudar de la buena fe del objetivo final.

Se repite también constantemente, en este caso por boca de Joaquín:

“Reconocer que la religión católica es, en esencia, una religión externa, pública, que no puede quedar enclaustrada en su recinto propio sin dejar de ser católica, no es equivalente a reconocerse teísta o a asumir el carácter verdadero de la Revelación.”

Otras veces no se reconoce al “enemigo” tan fácilmente otros “derechos”, a los partidos nacionalistas se les discute que tengan “derecho” a pedir la autodeterminación o a pedir una determinada política lingüística, etc. Sin embargo a la Iglesia católica no se le discute que tenga que ser pública y proselitista. A veces da la impresión que el materialismo filosófico quiera fabricar su propio modelo de Iglesia católica. Por una parte se intenta separar Iglesia y curas, dice Joaquín:

“Porque lo que inducía a Bueno a asumir este «lema» no era, ni por asomo, la necesidad de criticar a la Iglesia como institución histórica, sino más bien lo contrario: la crítica de la institución sacerdotal en la medida en que ésta asume unas funciones ideológicas encaminadas, entre otras cosas, a bloquear «institucionalmente» y de un modo efectivo («devorar») la crítica materialista y la dialéctica inherente a esta crítica, llegando, incluso, a afectar a la vida pública de la persona, hasta el extremo de provocar la «muerte civil» del disidente.”

Por otra parte se intenta separar Iglesia y creyentes, dice Javier Pérez Jara en su artículo “Europa y cristianismo: análisis del surgimiento del fenómeno cultural cristiano y su desarrollo histórico”, publicado en El Basilisco nº 39, pág. 64:

“También la mayoría de los que se declaran católicos (emic) actúan, en el ejercicio, como protestantes, al sustentar su creencia en Dios únicamente en sentimientos, vivencias, &c., olvidándose que el catolicismo condena al fideísmo, y que declara, en el Concilio Vaticano I, anatema a aquellos que nieguen que la existencia de Dios no puede probarse mediante la razón natural, así como que la Iglesia establece que los dogmas revelados, aunque suprarracionales, no pueden contradecir a la razón (tradición tomista frente al fideísmo). Es muy probable que esta circunstancia de desconocimiento de las propias coordenadas en las que dicen moverse esta personas se deba al “analfabetismo” de la mayoría de creyentes “populares”, desconocedores por completo, la mayoría de las veces, de la historia, dogmas, teología y filosofía de la Iglesia católica, hoy en día estudiadas sólo por un mínimo de gente realmente descorazonador."

Dando la impresión a veces de ser mejores guardianes de la ortodoxia católica que la propia jerarquía.

Por otra parte se intenta crear una asignatura de religión católica desde el materialismo filosófico.

En una noticia que recogía el periódico asturiano La Nueva España el 30 de enero de 2005 referente a una conferencia que había dado Gustavo Bueno el día anterior en La Felguera bajo el titulo “El papel formativo de la religión católica”, se recogen las siguientes palabras de Bueno:

“El Estado debe enseñar la religión católica igual que enseña la historia de la música o del arte, pero debe enseñarse no como cultura, porque la religión no es cultura para el creyente, lo es para el no creyente.”

“Desde luego el Estado no puede exigir de ninguna manera que se explique la religión católica atacando los dogmas, pero tampoco la Iglesia puede exigir que se expliquen esos dogmas en plan confesional, porque violaría todos los principios de equidad.”

“A mi me parece que la religión católica debería explicarse de forma que en lo posible se diferencie continuamente el aspecto dogmático del aspecto racional, distinguiendo una cosa de otra, sin invasiones.”

No creo que los obispos estuviesen muy de acuerdo con ese “enfoque” de la asignatura.

Y es que es el colmo que un ateo tenga que programar como tiene que ser la asignatura de religión católica. A mi no se me ocurriría semejante disparate, yo puedo entender la postura de quien pide que en los colegios públicos no se imparta la asignatura de religión. Puedo entender la postura de quien pide que esa asignatura sea voluntaria y que exista una alternativa (que podría ser como comente en mi artículo anterior Historia de las religiones comparadas), lo que es absurdo es que el ateo programe como tiene que ser la asignatura de religión católica o que la jerarquía eclesial quiera programar la asignatura de Historia de las religiones comparadas.

Es momento para el materialismo filosófico de preguntarse si la estrategia elegida merece la pena y compensa el esfuerzo y los “efectos colaterales” o si es momento de abandonarla. Su apreciación absolutamente errónea de que la Iglesia católica ya no tiene poder condiciona su estrategia. Tenemos que reconocer todos los ateos que si la Iglesia no hubiera perdido poder, ni existiría El Catoblepas ni tendría lugar esta discusión, por que según el poder que tuviese, la existencia de la Iglesia significaría nuestra muerte civil o física. Ahora bien, parece que al materialismo filosófico le va bien mantenerla en esta situación actual de “fabrica de ateos”, por eso parece que no quiere que se le quiten mas privilegios (léase poder) ni se discuta su estatus.

Lo que pasa es que para defender ese estatus, el asunto de los crucifijos puede ser solo el principio de una serie de situaciones absurdas, las siguientes pueden ser por ejemplo, pedir en la campaña de la declaración de la renta que se marque la casilla de apoyo económico a la Iglesia católica. Secundar las manifestaciones callejeras de la Iglesia sea por el tema que sea, ya hemos visto que sobre el tema de los matrimonios homosexuales no hubieran tenido que forzar sus opiniones para apoyar a los curas. Apoyar la campaña del Papa contra los preservativos, etc., etc.

Todos estos absurdos no son mas que el resultado de una estrategia absolutamente equivocada, de querer defender al mismo tiempo dos cosas opuestas, por muy loable que sea la intención final.


INFORMACION

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