viernes, 24 de diciembre de 2010

LUIS ROMERO HUERTES





















LUIS ROMERO HUERTES




Fermín Huerta Martín



“La lucha de clases está y estará presente siempre que exista la explotación del hombre por el hombre” Luis Romero



“Pacificador, organizador, honrado, buena persona”, con estas palabras se refería mi suegro Manuel Gutiérrez Ruiz a Luis Romero, ambos se conocieron en la cárcel de Córdoba en 1962, con motivo de la huelga general que tuvo lugar en Puente Genil los días 25, 26 y 27 de mayo de ese año, se produjeron una serie de detenciones. Los detenidos fueron torturados y dieron nombres de miembros o colaboradores del Partido Comunista de España, la mayoría acabó en la cárcel de Córdoba. Parece ser que a veces dentro de la cárcel los ánimos se crispaban entre delatores y delatados; el señor Luis Romero se dedicaba a apaciguar los ánimos explicando a los implicados que no todo el mundo aguantaba de la misma manera la tortura y que por ello había que ser comprensivo con los que no habían soportado el castigo y habían terminado delatando a camaradas.

Esta es una de las múltiples historias que me esta relatando mi suegro Manuel en una serie de entrevistas que le estoy haciendo con la finalidad de escribir un articulo que recoja sus vivencias como activista del PCE, su detención, tortura, cárcel y posterior emigración a Barcelona, y que pienso publicar en este blog. La motivación para hacer esto la describe el propio Luis Romero en su libro cuando dice hablando de Antonio Padilla: “Su vida, su trayectoria, es la de muchos otros camaradas y ciudadanos españoles durante la época de la Dictadura. Aunque para muchos historiadores estas pequeñas vivencias no tienen importancia alguna, forman parte de nuestra historia y creo, y lo digo de forma humilde, que es importante recoger todas estas biografías.” Comparto plenamente esta opinión, hasta el punto de ponerla en marcha.

Cuando empecé a documentarme sobre algunos de los nombres o acontecimientos que Manuel me daba, encontré la información de un homenaje que se dio al señor Luis Romero en octubre de este año 2010, así como de la publicación del libro Textos biográficos del propio Luis Romero (que por cierto la edición del mismo podía haberse cuidado un poco mas, ya que contiene un buen numero de erratas en la impresión), decidí comprar el libro para regalárselo a mi suegro pero previamente lo leí y disfrute yo.

La portada del libro recoge el famoso cartel del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) donde aparece la foto de Luis Romero mostrando sus manos bajo el lema “Mis manos: mi capital”, cuando se distribuyo el cartel yo vivía en Montornès del Vallès (Barcelona) y recuerdo haberlo visto mucha veces, pasadas la elecciones quedo pegado en alguna parte del pueblo mucho tiempo, Montornès fue un feudo del PSUC, yo mismo lo considere “mi partido” muchos años y lo vote cuando tuve edad, en muchas ocasiones. En el cartel, su rostro transmite honradez y serenidad, también una cierta amargura y un cierto desengaño, todo ello acentuado por el lema y por aparecer solo en la foto, dando una sensación de desamparo ante los acontecimientos de la vida (casi de fatalismo obrero ineludible), para hacerle frente enseña sus manos, dice Gustavo Bueno: “Porque la materia de la racionalidad hilemórfica no se reduce únicamente a la palabra, al discurso verbal o escrito. La racionalidad no tiene, como si fuera su materia única, el lenguaje, o los movimientos de la laringe, en diálogo con otras laringes: también las manos humanas son órganos de racionalidad cuando manipulan las cosas del mundo.” Pero el cartel así visto resultaría engañoso, por que el cartel del hombre solitario que enseña sus manos (sus razones) esta destinado a ser visto por sus iguales proletarios con una finalidad que es descrita por Luis en su libro cuando dice: “cuando los trabajadores unen sus fuerzas, multiplican su poder y llegan a conseguir lo que se proponen”, “a los trabajadores nadie les amilanaba y se mantuvieron firmes como robles”, “la lucha de clases no es un fracaso; siempre y cuando se presente en condiciones, es posible ganar”, sin embargo otra reflexión nos devuelve al pesimismo de nuevo: “era el espíritu militante y solidario que por desgracia se ha perdido”, aunque la reflexión final siga siendo “hoy los problemas son nuevos, los ataques a los sindicatos, el recorte de las pensiones, la reforma laboral, es necesario luchar de nuevo, para que las conquistas sociales y democráticas que conseguimos no nos las arrebaten”. Un llamamiento a la lucha; al obrero, al trabajador, al proletario no le queda otra opción que luchar, si está en paro tiene que luchar por encontrar trabajo, si tiene trabajo tiene que luchar por mantenerlo o por mejorar sus condiciones de trabajo. No hay otra alternativa que la lucha. Y la lucha precisamente es una constante en la vida que el propio autor nos relata, una vida marcada por su militancia en el PCE, sus detenciones, torturas, cárcel y emigración. Su lucha por mantener a su familia buscando trabajo y trabajando duro, pero también luchando por mejorar sus condiciones de trabajo, lo que le reportaría numerosos despidos. La lucha por constituir Comisiones Obreras en unas condiciones precarias, robándole tiempo de estar con la familia y poniendo dinero propio para poder realizar actividades sindicales.

En estos tiempos en los que se critica tanto a los sindicatos y a los sindicalistas desde posiciones que si no lo son se aproximan mucho al neofascismo (decía el otro día Marcos Ordóñez en un encuentro digital en El País: “pero ya has visto lo que ha sucedido con la TDT: salvo excepciones, sólo ha servido para vender fascismo y teletienda.”), leer una biografía así, nos recuerda lo que debería ser la esencia del sindicalismo, sacrificio por los demás, defender tus derechos individuales defendiendo los colectivos. Teniendo una vida dura y comprometida, con detenciones, torturas, cárcel, pasando penurias y que todo ello lejos de asustarte te haga coger fuerzas para seguir luchando, es digno de admiración.

Años después de aquel primer encuentro, Luis y Manuel volvieron a verse en Barcelona por un asunto sindical (Manuel estaba afiliado a Comisiones Obreras) en aquel momento ya se había producido la ruptura en el PSUC que daría lugar al PCC (Partit del Comunistes de Catalunya), según Miguel Peláez, las secuelas de esa ruptura fueron la casusa de sus infartos, lo que le apartó de la primera línea de batalla en la lucha sindical.

Hay que aceptar como inevitable el sistema capitalista en la España actual, en este sistema, los empresarios (o las cooperativas) son imprescindibles para crear y mantener empleo, siempre que tengamos empresarios y obreros habrá una lucha de intereses contrapuestos, casi una guerra, pero una guerra que puede tener largos episodios de tregua, cuando las circunstancias así lo requieran, a favor de la eutaxia laboral. El papel de los sindicatos y de los sindicalistas es imprescindible en este escenario, lo que no quiere decir que no puedan ser criticados cuando sus actuaciones así lo requieran.

La táctica actual de desprestigio por parte de algunos medios de comunicación (la TDT Party) hacia el mundo sindical debe verse como una continuación de la táctica que explica Luis en su libro, llevada a cabo a finales de los años 60 (aunque cambiando los detalles se puede considerar practica habitual de todos los tiempo por los empresarios), dice Luis: “Por aquel entonces era habitual que la patronal utilizara la táctica de hacernos creer que a nuestro alrededor sólo había chivatos, para que nadie se fiara de nadie.”

Ahora la táctica sería sembrar la duda sobre la honradez o la capacidad de los sindicalistas para extrapolar casos concretos o casos supuestos hacia todo el colectivo sindical (extrapolación que a veces se hace con los políticos o con los empresarios y que en todos los casos resulta falsa como generalización).

Cuando me encuentro con trabajadores (o jubilados) que tragan con esa tesis de forma acrítica y borreguil, pretendiendo fortalecerla con experiencias o actuaciones de sindicalistas que no han sido muy “edificantes” me doy cuenta de dos cosas:

Una es, que la capacidad de critica solo puede ejercitarse desde una posición de conocimiento (información, lecturas, charlas, etc.) y en esto, hay mucho por mejorar (los bares están mas llenos que las bibliotecas). Y otra es, que de ello se deriva un triunfo del colectivo empresarial, que siempre manejara mejor a ignorantes y miedosos. Gente sin conciencia de clase y sin capacidad para la solidaridad.

Por todo lo dicho, recomiendo la lectura del libro. Y no quisiera terminar con este tono pesimista que se podría titular, parodiando una vieja canción de Golpes Bajos: ¡Malos tiempos para los trabajadores¡, pero es que si uno se para a pensar, habría que preguntar: ¿Cuándo no han sido malos tiempos para los trabajadores?.





INFORMACION
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