viernes, 29 de mayo de 2020

¿HENRI BERGSON CATÓLICO?





















¿HENRI BERGSON CATÓLICO?
Fermín Huerta Martín

PLANTEAMIENTO
El pasado 5 de mayo de 2020, recibí  en el servicio Google alertas por e-mail, el aviso de un artículo titulado Bergson y la felicidad, un fragmento del mismo dice: “De esto se deduce, a mi juicio, que la emoción y la finitud temporal son el núcleo de la felicidad desde una interpretación de la filosofía bergsoniana que, como dice Gustavo Bueno, también puede ser considerada como un materialismo pluralista, aunque teóricamente es un espiritualismo”. Dado que yo mantengo una interpretación materialista de la filosofía de Bergson me interesó mucho esa afirmación, más todavía si pensamos que yo escribí un artículo titulado Esbozos de Gustavo Bueno en Henri Bergson, donde comparo aspectos de las filosofías de ambos autores, el pensar que el propio Bueno compartía mi opinión me produjo una inmensa alegría. Me propuse rastrear las fuentes de dicha información y encontré un video en YouTube titulado La felicidad en el emergentismo de Lucrecio, Bruno y Bergson, donde Bueno dice: “Hemos citado con una interpretación mucho más arriesgada dentro de este materialismo pluralista al propio Bergson. La evolución creadora es una evolución progresista, esencialmente progresiva y además evolutiva, Bergson no se puede decir sin más ni más que sea materialista aunque realmente lo es, su biografía parece ser que incluso cuando murió parece ser que se convirtió al catolicismo (…) si era católico no era materialista. Yo me remito a sus libros más importantes, La evolución creadora, Las dos fuentes de la moral y la religión, en donde se puede leer a Bergson enteramente, dadas sus referencias constantes de la biología de la física, etc. En absoluto se habla de un dios transcendente, más bien dios  está haciéndose y creándose en el propio devenir,  la perspectiva de Bergson es claramente yo creo materialista de hecho, aunque luego teóricamente no lo fuera.”
Esta pista me llevó a buscar algún texto suyo referente a esto y encontré este fragmento de su libro El mito de la felicidad: “Materialismo pluralista como emergentismo. Habría que repetir aquí las consideraciones generales que hemos expresado en el párrafo anterior a propósito del materialismo pluralista en general. Y habría que reconocer que también podría apoyarse en argumentos plausibles la orientación ascendente (progresista, evolucionista) que asumiese ese materialismo pluralista. No es fácil, por lo demás, señalar concepciones del Mundo, históricamente documentadas, que pudieran servir de ejemplos explícitos de un materialismo pluralista evolucionista. Sin embargo cabe afirmar que se aproximan a él concepciones tales como la del “evolucionismo creador” de Henri Bergson (La evolución creadora, 1907) o la del emergentismo de Samuel Alexander (Espacio, tiempo y deidad, 1920). Aunque ni Bergson ni Alexander hayan hecho hincapié en su pluralismo, ni siquiera en su materialismo (ambos se declaran espiritualistas, e incluso monistas), sin embargo cabría interpretar su espiritualismo como un nombre utilizado para marcar su oposición precisamente al materialismo monista. Y cabría considerar su monismo como una intención desmentida por sus propios sistemas, por el creacionismo y por el emergentismo respectivamente. Tanto la evolución creadora de Bergson como la evolución emergente están calculadas para dejar de lado las teorías transformistas que trabajan en el supuesto de la derivación lineal necesaria de los niveles superiores (o considerados tales, como puedan ser los organismos vivientes) respecto de los inferiores (sistemas anorgánicos); supuesto que implica una continuidad o uniformidad de materia, en la que consiste el componente monista del transformismo de Darwin, de Haeckel o de Ostwald. Pero cuando la tesis que se defiende se presenta precisamente como la negación de esa continuidad de la transformación; cuando se subraya que la vida es un novum en la materia y se dice que los sistemas inorgánicos, en su quimismo, no son vera causa, sino, a lo sumo, condición de los organismos, ¿no se está reconociendo el pluralismo de la materia?” Pág. 297.
En su libro El ego trascendental pág. 123 dice: “Por cierto, un sentimiento oceánico al que Bergson también se refirió en La evolución creadora: Un fluido bienhechor nos baña, del que podemos sacar la fuerza para trabajar y para vivir. De este océano de la vida en donde estamos sumergidos, aspiramos sin cesar hacia algo… La filosofía no puede ser más que un esfuerzo para fundirse de nuevo con el Todo” (Bergson, en su vida privada, acabó identificando este “Todo” con Dios, y al morir se confesó católico, aún cuando no se bautizó por deferencia a sus compatriotas judíos durante la época de ocupación de Francia por los nazis; ver Iturroz S. J. El cristianismo de Bergson, Razón y Fe, 127, 1943.)” Este artículo que cita Bueno es una muestra del interés que este tema tenía ya en aquella temprana fecha, he encontrado otras referencias similares como los textos: Bergson reported catholic de 1937,   Henri Bergson é morto cattolico? de 1941, Bergson Died a Roman Catholic de  1941, Floris Delattre on Bergson´s Catholicism de 1941, La conversión de Bergson de 1941, Bergson´s Christianity de 1941, ¿Se convirtió Bergson? De 1943, Bergson aux frontières du catholicisme  de 1950, desgraciadamente no he podido acceder al contenido de ninguno, pero son la prueba del interés por este tema.
Lo expuesto por Bueno en el video refleja una situación curiosa, Bueno cae en la cuenta de que parece haber una contradicción aparente entre la obra de Bergson (expuesta en sus libros) y algunas de sus opiniones personales (que dio a conocer en conversaciones privadas). Por su obra, Bergson (a ojos de Bueno, y yo coincido) es materialista, por sus actos personales no puede ser materialista, esto se sintetiza admirablemente en la frase de Bueno “si era católico no era materialista”. Y eso lo dice un autor como Bueno declarado ateo y defensor del catolicismo, especialmente en sus últimos años de vida (ver mi Gustavo Bueno y los crucifijos). Esta aparente contradicción la viví intensamente mientras leía los libros de Jacques Chevalier: Bergson y el padre Pouget y Conversaciones con Bergson. Sobre el autor (1882-1962) cabe decir que fue un filósofo francés amigo de Bergson, católico devoto, llegó a ser Ministro de educación en 1941 bajo el régimen de Vichy. El dato de católico devoto es muy importante, Chevalier está muy interesado en “fomentar” un acercamiento de Bergson a esta confesión. En cualquier caso hay una falta clara de neutralidad en el tema, lo cual queda puesto de manifiesto en un par de casos que se encuentran en Conversaciones con Bergson, por ejemplo en la pág. 92 Chevalier pone en boca de Bergson lo siguiente: “sería un cargo de conciencia para mí publicar cosa alguna que pudiese apartar a una sola alma de su creencia”, sin embargo en la pág. 103 le puntualiza: “Esto podría hacer creer que me preocupo, antes de escribir o de publicar, de no ofender tal o cual creencia. No he tenido esta preocupación…”. El segundo ejemplo son todas las puntualizaciones que a partir de la pág. 97 le presenta a Chevalier al respecto de unas lecciones que dio en su curso sobre Bergson.

TESTAMENTO
Suele mencionarse su testamento como ejemplo de esta supuesta “conversión” al catolicismo, escrito el 8 de febrero de 1937 copio aquí la reproducción que Chevalier hace en su libro Bergson y el padre Pouget: “Mis reflexiones me condujeron cada vez más cerca del catolicismo, en el que veo la culminación completa del judaísmo. Me hubiera convertido si no hubiese visto prepararse en estos años (en gran parte, ¡ay!, por la falta de un cierto número de judíos desprovistos de sentido moral) la formidable ola de antisemitismo que va a desplegarse sobre el mundo. He querido permanecer entre los que serán mañana los perseguidos. Pero espero que un sacerdote católico tenga a bien, si lo autoriza el cardenal arzobispo de París, venir a rezar sus oraciones en mis funerales. En caso de que esta autorización no fuese concedida, convendría dirigirse a un rabino, pero sin ocultarle y sin ocultar a nadie mi adhesión moral al catolicismo, así como el deseo expresado por mí en primer lugar de contar con las oraciones de un sacerdote católico.”
ÍNDICE
Independientemente de esto está claro que Bergson sentía una cierta atracción por el catolicismo como se pone de manifiesto a lo largo de todo el libro de Chevalier. La iglesia católica no parece valorar del mismo modo su acercamiento pues incluyó en su Index librorum prohibitorum (Índice de libros prohibidos) sus obras Ensayos sobre los datos inmediatos de la conciencia, Materia y memoria, y La evolución creadora, en junio de 1914. En la pág. 49 de Conversaciones comenta Imbart de la Tour: “El único punto débil de su sistema es no haber colocado a la inteligencia en su verdadero lugar, como ha hecho Santo Tomás. Sin duda es por esto por lo que su obra ha sido incluida en el Índice. Bergson quedó muy impresionado de ello, creyendo que se trataba en este caso de una condenación dogmática, cuando en realidad no se trata más que de una prevención. Pediremos a Roma que sea retirada esta condenación.” En la pág. 211 de ese mismo libro dice refiriéndose a Las dos fuentes de la moral y de la religión: “Supe que ciertos espíritus intransigentes querían poner en el Índice el último libro de Bergson”. Curiosamente este dato revela una realidad, los dos planos en que se mueve Bergson, por una parte el Bergson filósofo y por otra el Bergson persona, el primero con una obra concreta, expuesta en sus libros, cursos y conferencias y que está claro que merece la reprobación de la jerarquía católica como se demuestra por su inclusión en el Índice. Mal que pese a muchos el catolicismo no puede entenderse al margen de esta jerarquía, a la que Bergson llega a referirse como funcionarios, de la misma manera que el misticismo no puede entenderse al margen de la religión según Bergson. El catolicismo no es solo Cristo (decía Unamuno que era filosofía griega más derecho romano, en Las dos fuentes de la moral y la religión dice Bergson que “El cristianismo está cargado de filosofía griega”) es también Papas, cardenales, obispos, concilios, Inquisición, excomulgaciones, hogueras, Índice, etc., (ver mi artículo Clero anticlerical).
El mismo Bergson se encarga de dejar claro ambos planos, dice en la pág. 101: “El Bergson que hablaba entonces podría expresar un sentimiento personal; pero, por esto mismo, no era ya el Bergson filósofo. Este aplica un cierto método, se atiene a los resultados de este método y debe a ello toda la confianza que se quiere depositar en él. No tiene derecho a exponer al público ideas que éste creerá, equivocadamente, haber sido obtenidas por el mismo método y que merecen, por tanto, el mismo género de confianza.” En pág. 213 dice: “Como filósofo, yo no podía hacer caso alguno de los datos de la revelación. Esto habría anulado la confianza que se debe otorgar a mis conclusiones sacadas de la experiencia.”
Esto nos lleva a una situación muy curiosa, casi paradójica, las dos posibles respuestas a la pregunta que sirve de título a este artículo podrían ser ciertas al mismo tiempo, el Bergson filósofo no es católico, eso parece claro, pero el Bergson persona podría contestarse que sí es católico de sentimiento o casi. Por lo tanto, cada partidario de una respuesta podría acogerse a uno de los dos Bergson para poder acertar la cuestión. Sin embargo voy a profundizar un poco en los detalles de este Bergson persona casi católico para saber si la respuesta afirmativa tiene realmente opciones de ser válida.
RELIGION
Nos cuenta Chevalier en Conversaciones pág. 367: “En mi infancia, recibí una enseñanza judía muy reducida, con una enseñanza especial de la Biblia, para la iniciación judaica, que semeja, mutatis mutandis, a la primera comunión católica. Pero todo esto apenas hizo presa en mí, y viví largo tiempo en la indiferencia de estas cuestiones. Luego, poco a poco, un trabajo interior me fue dominando. Llegó un día en que me encontré en presencia de mí mismo; entonces, comprendí la importancia de la cuestión religiosa, cuyo sentido se me había escapado hasta aquel día. La historia me hacía ver que el Evangelio operó un corte en la Humanidad. Los místicos me dieron el sentido.” En Bergson y el padre Pouget pág. 39 dice que “en su infancia, había recibido, con la mira de su iniciación judaica, una enseñanza religiosa reducida y de escasa duración, que apenas hizo mella en su espíritu. Luego, peor que la hostilidad, la indiferencia (…) No ha habido, en mí, conversión en el sentido de iluminación súbita. Me he acercado a ella poco a poco. Y, sin embargo, hubo ciertamente una desarticulación: no fue otra que la lectura de los místicos”. Me imagino que esto fue paralelo a esto otro, Conversaciones pág. 296: “Mi gran descubrimiento fue el de la vida interior, que mi formación científica, mecanicista, me había hecho desconocer e incluso ignorar. Una vez descubierta la vida interior, la supervivencia del alma se me apareció como infinitamente probable, encerrando, a decir verdad, toda la certeza que puede alcanzarse en temas que no se verifican directamente por la experiencia.”
Dice en Conversaciones pág. 279: “Me puse a leer a los místicos  y me interesé por ellos hacia 1908. Cosa curiosa, el primero de los místicos al que leí fue madame Guyon; me interesó vivamente, pero no me satisfizo más que a medias, porque, en ella, advertía algo demasiado personal, y yo deseaba encontrar un sentimiento más interior, de esa interioridad profunda, despegada de si, desinteresada y perfecta, que constituye el amor. He aquí lo que encuentro en los grandes místicos católicos, y en los dos más grandes de entre ellos, Santa Teresa y San Juan de la Cruz.”
Conversaciones pág. 296: “Llegue a Dios, en cierto modo sin quererlo, por el estudio de los místicos: hemos de creer que mi espíritu estaba presto entonces para recibir las pruebas.”
Pág. 358: “Al lado de lo demostrable, como en matemáticas, existe lo mostrable, es decir, lo que es susceptible de convertirse en objeto de experiencia…Y, cuando pienso en ello, comprendo lo que usted decía: tenía que venir a estos objetos, porque lo que concierne a Dios y al más allá –dejando a un lado la revelación--, no podrá ser presentado como cierto si no hay, de estas mismas cosas, una experiencia. Por ello, debía acercarme a los místicos. “
Pág. 206: “Mi libro es, en efecto, un libro de filosofía. Bien entendido que, mientras yo lo escribo, no admito otra fuente de verdad que la experiencia y el razonamiento. En estas condiciones, quiero probar a los filósofos que existe una cierta experiencia, llamada mística, a la que deben,  en tanto que filósofos, hacer apelación, o de la que, al menos, deben hacer algún caso. Si ofrezco, en estas páginas, algo nuevo, es esto: intento introducir la mística en filosofía como procedimiento de investigación filosófica. He procurado demostrar que no hay solidaridad entre la aceptación de este método de investigación y la fe de un dogma, cualquiera que sea.”
Pág. 210: “Los que me han iluminado, son los grandes místicos, como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, esas almas singulares, privilegiadas. Hay en ellas, lo repito, un privilegio, una gracia. Los grandes místicos me ofrecieron la revelación de lo que yo había buscado a través de la evolución vital, sin haber logrado encontrar. La convergencia sorprendente de sus testimonios no puede explicarse más que por la existencia de lo que percibieron. Tal es el valor filosófico del misticismo autentico. Nos permite abordar experimentalmente la existencia y la naturaleza de Dios, nuestras relaciones con él, y el progreso del Universo.”
Pág. 230: “¿Se distinguen los místicos de los locos? ¿Quién nos garantiza que dicen la verdad? 1º La prueba de que los místicos no son locos, es que se desenvuelven en lo temporal tan bien como en lo espiritual. Vea usted Santa Teresa. 2º ¿La prueba de que dicen la verdad? La encuentro en la concordancia que existe entre los diversos místicos cristianos, entre sus experiencias propias y originales, así como también, aunque en menor grado, entre estos testimonios y los de los místicos no cristianos. Si se rehúsa dar crédito a esta concordancia,  entonces la propia ciencia se viene abajo.”
Como se puede ver, el procedimiento de “descubrimiento” o de “aproximación” de Bergson al catolicismo es muy peculiar. De alguna manera se puede resumir con la frase de Conversaciones pág. 247: “por la luz natural de la razón, he llegado a las conclusiones que la fe enseña”. Es como si de repente dos realidades diferentes, la terrenal y la celestial, con dos vías de acceso diferentes, la razón y la fe, encontrasen un puente que las uniera, por un lado el método experimental del lado de la razón y por otra la experiencia de los místicos en el bando celestial y Bergson los une.
Hemos de tener una doble suposición, llegados aquí, primera que Chevalier es sincero en su transcripción de las conversaciones, algo que ya hemos dudado anteriormente y segunda que Bergson es sincero en el proceso que nos narra. El resultado es un camino atípico para acceder a Dios, la vía Bergson. Supone de algún modo, usando la vía racional, llegar a las conclusiones que los mortales que no son Bergson consiguen por medio de la fe. Sin embargo, de alguna manera, esta aproximación atípica al contenido de la fe que debía desembocar en el catolicismo no se completó en ningún momento, bajo mi punto de vista. Veamos porque pienso así. Dice en Bergson y el padre Pouget pág. 44: “Para franquear entonces el umbral, para adherirse plenamente a Cristo a y su Iglesia, le quedaban todavía por resolver ciertas dificultades, ante las cuales su espíritu permanecía en suspenso.”
DUDAS
Pág. 81:” ¿Impone el dogma la creencia en el Infierno, en el Purgatorio, en el Paraíso, como si fuesen tres cosas claramente definidas? Entonces, ¿Qué es el fuego del infierno?
Pág. 82: “Pero la presencia real de Cristo en la Eucaristía, la resurrección de los cuerpos…: he aquí cosas que no acabo de comprender.”
Conversaciones con Bergson pág. 215: “El pecado original: no pude llegar a comprenderlo. Toda falta proviene de nosotros, y no nos es imputable más que en la medida en que proviene de nosotros. ¿Cómo puede quedar comprometida nuestra responsabilidad por el pecado de un antepasado desconocido? ¿Cómo la falta que él cometió puede sernos imputable? He tratado, pero en vano, de resolver la dificultad con una teoría de tiempo… No he tenido éxito.”
Pág. 266: “Tenía pensado hacerme católico. Pero ahora, ya soy demasiado viejo. Tendría escrúpulo en aceptar todo lo que la Iglesia enseña y manda que creamos y no me siento absolutamente dispuesto a ello.”
Pág. 307: “Si yo fuese más joven, me habría hecho católico. Pensé en ello. Los lazos de familia no me detendrían. Pero, teniendo que escribir me resultaría muy penoso entrar en conflicto con la Iglesia.”
Chevalier intenta convencerle con este argumento:
307:”El temor a un conflicto entre usted mismo y la Iglesia católica es un temor sin fundamento, porque sus sentimientos  son enteramente católicos; y si, por ventura, lo que usted pudiese escribir no es aprobado por ciertos teólogos, incluso por ciertas Congregaciones romanas, Santo Oficio o Índice (cuyas decisiones son ante todo disciplinarias y no están de ningún modo revestidas de la infalibilidad que pertenece tan sólo a las decisiones solemnes del magisterio supremo de la Iglesia), no habría lugar para atormentarse en conciencia…”
Pág. 336:”Si no me he convertido, si no me he bautizado todavía, la razón esencial estriba ante todo en que no me siento suficientemente joven: es difícil, a mis años, plegarse a una disciplina estricta; si no me acomodase a ella, tendría necesariamente que romper, y haría entonces más daño al catolicismo dejándole que el servicio que le hubiese prestado al entrar en él.”
Pág. 366: “¿por qué no me hago católico? Veo en esto dos obstáculos. El primero, la dificultad que experimento para transformar un acto de adhesión en un acto de obediencia, cosa completamente nueva para mí (…) el segundo, me pregunto si puedo abandonar este judaísmo en el que fui educado (…) ¿no es más religioso permanecer en él?”
SUPERVIVENCIA
Es muy ilustrador de su pensamiento también, el tema de la supervivencia tras la muerte, aunque previamente cabría hablar de la preexistencia de las almas, dice en la pág. 55 de Conversaciones preguntándole sobre el tema: “Es una pregunta a la que solo la experiencia puede contestar. Ahora bien, la experiencia no me ha enseñado nada a este respecto.” En la pág. 69 dice: “Tengo dificultad para creer que nuestra alma sea creada ex nihilo por la fusión de dos semicélulas. La solución podría encontrarse quizá en la distinción entre alma psíquica y el alma razonable: ésta sería creada en ocasión de la otra; pero la otra, el alma psíquica, preexiste en cierta medida.” Finalmente en la pág. 332 dice: “No encuentro absolutamente nada en la experiencia que me incite a pensarlo. La preexistencia se me aparece como una hipótesis puramente gratuita: a decir verdad, como una quimera.”
Sobre la supervivencia del alma, pág. 361: “Ya en 1896 había llegado a la creencia en la supervivencia como conclusión de mi libro Materia y memoria (…) en un principio, la supervivencia se me apareció como independiente de toda religión”, y en la 363: “Yo no llegué a Dios por la consideración de la otra vida, sino que esto vino a completar aquello, aun a pesar de que la supervivencia a la que se llega por la psicofisiología sea de naturaleza muy indeterminada. El alma sobrevive al cuerpo porque no está unida al cuerpo. ¿En qué forma? Puedo llegar a decir con este método: en una forma personal, por la razón muy simple de que veo que la memoria es antes obstaculizada que favorecida por el cuerpo. De suerte que, si el alma sobrevive al cuerpo, incluso por las razones que percibo, es con la memoria, y aun, debería decir, con un reforzamiento de la memoria; por tanto, hay que admitirlo, con su personalidad. Pero para ir más lejos, hay que contar con las enseñanzas de la religión.”
Voy a poner todavía otros dos ejemplos sacados de su obra y con 20 años de diferencia, en su texto El alma y el cuerpo de 1912 recogido en su libro La energía espiritual dice: “Si hubiera equivalencia entre lo cerebral y lo mental, la conciencia podría seguir los destinos del cerebro y la muerte ser el final de todo: por lo menos la experiencia no diría lo contrario, y el filósofo que afirma la supervivencia estaría reducido a apoyar su tesis sobre alguna construcción metafísica –cosa generalmente frágil-- . Pero si, como hemos intentado mostrar, la vida mental desborda la vida cerebral, si el cerebro se limita a traducir en movimientos una pequeña parte de lo que pasa en la conciencia, entonces la supervivencia se vuelve tan verosímil que la carga de la prueba corresponderá a aquel que niega.”
En las dos fuentes de la moral y de la religión 1932: “Quedaremos muy incompletamente informados sobre las condiciones de la supervivencia, y en particular sobre su duración: ¿es por un tiempo? ¿es para siempre? Pero habremos encontrado un punto al que puede asirse la experiencia, y llegará a ser posible una afirmación indiscutible, así como un eventual progreso de nuestro conocimiento. Esto por lo que se refiere a lo que llamaríamos la experiencia de abajo. Transportémonos ahora a lo alto: tendremos una experiencia de otro género, la intuición mística. Ésta vendría a ser una participación en la esencia divina. Ahora bien, ¿se reúnen acaso estas dos experiencias?  La supervivencia que parece asegurada a todas las almas por el hecho de que, aquí abajo, una buena parte de su actividad es independiente del cuerpo, ¿se confunde con la supervivencia en que vienen, aquí abajo, a insertarse las almas privilegiadas? Sólo una prolongación y una profundización  de las dos experiencias nos lo dirá: el problema debe seguir abierto.”
El tema es muy importante, sobre todo el matiz que introduce en el texto de 1932: “las almas privilegiadas”, esto supone una “discriminación” de unas almas en relación a otras. Como dice en la pág. 361 “la supervivencia a la que se llega con la psicofisiología sea de naturaleza muy indeterminada”. Evidentemente habría que dar un relato, una explicación del devenir de estas almas tras la muerte del cuerpo, dice: “¿es por un tiempo? ¿es para siempre?” Como no responde y no da la explicación, de alguna forma parece acogerse al esquema católico a su manera, como posible continuación de su propuesta que termina en los límites de la experiencia. Incluso en este supuesto se podría acoger a una versión no espiritualista del mismo. La materialidad que recoge nuestra conciencia (yo más memoria) debe tener un desarrollo post mortem (en mi texto Teoría filosófico-onírica de los dos lados, hago  una propuesta), que posiblemente termine como la materia corporal, en su disolución, destrucción, desaparición o conversión en componentes que ya no mantengan esa conciencia activa. Quizás Bergson no queriendo hacer ese ejercicio de desarrollo simplemente se acogió de alguna forma al planteamiento católico pero a su manera. Puede que el testamento pro ceremonia del cura sea su particular manera de “conversión” o de “acatamiento” con la finalidad de disfrutar de las partes amables del catolicismo como puede ser la inmortalidad espiritual junto a sus admirados místicos en la contemplación eterna de Dios. No lo sabremos nunca. A menos que de ser cierta su apuesta nos lo encontremos en el más allá y se lo preguntemos.
Así tenemos que a pesar de todas las aproximaciones al catolicismo que se quieran y todo lo católico de corazón que se quiera, la verdad es que si hubiera querido hubiera dado el paso y se hubiera convertido, se hubiera bautizado. Puede que Bergson sintonizara con una parte del cristianismo, con la parte amable, en parte representada por los místicos, pero el catolicismo es un pack no divisible y todos los intentos de Chevalier por suavizar la peor imagen del catolicismo, sintetizados en su comentario de la pág. 307 antes expuesto, donde intenta ningunear las partes menos “simpáticas” del catolicismo, no consiguen terminar de convencer a un Bergson que a pesar de todas las simpatías que le producen las partes amables, sabe muy bien que hay otras partes que no puede aceptar, por lo menos mientras le quede algo de espíritu crítico y de un cierto funcionamiento cerebral. Bergson ama su método y su libertad, sabe que una aceptación plena del catolicismo acabaría con ambas cosas y por eso no lo hace.
En la pág. 293 dice: “Es uno de los accidentes más lamentables de la historia que los judíos no hayan seguido a Cristo”. En esta frase Bergson peca de una ingenuidad impropia de un pensador de su naturaleza. Principalmente porque ese “accidente” es una experiencia, no un dato subjetivo ni una revelación. Los judíos esperaban al Mesías, si Jesús hubiese sido el Mesías es imposible que el pueblo judío no lo hubiese reconocido así. El hecho de experiencia de no reconocerlo como Mesías es suficiente para demostrar que no lo es. Por lo tanto su afirmación en esa misma página de que el judaísmo no es más que la preparación del cristianismo también es absolutamente falsa. Para mi este es uno de los argumentos más elementales en contra del cristianismo, otro sería que de existir realmente el Espíritu Santo el cristianismo nunca se hubiera fragmentado en las tres grandes corrientes que existen hoy en día, católicos, ortodoxos y protestantes.
CATOLICISMO
El catolicismo implica dos aspectos muy importantes, uno exterior y burocrático que incluye los ritos de paso como bautizo, primera comunión, confirmación, boda por la iglesia, entierro católico, que es pura exterioridad y otro aspecto interior que es el ámbito de la fe. El primer aspecto es fenoménico y puede dar lugar a engaños, por ejemplo yo he cumplido con todos los ritos de paso católicos (menos el último), pero soy ateo, no cumplo con el segundo aspecto, empecé a perder mi fe cuando en mi adolescencia (ver mi artículo Fervoroso creyente, fervoroso agnóstico, fervoroso ateo) leí a Nietzsche. Está claro que Bergson no cumple con el primer aspecto. Sobre el segundo aspecto, el de la fe, el convencimiento interior, tiene una característica que es que debe dominar cualquier otro aspecto intelectual que tratemos, me explico, un cosmólogo ateo y uno católico pueden ser igual de competentes en sus teorías científicas, pero el cosmólogo católico necesariamente debe completar sus teorías creyendo que en última instancia, es Dios la causa del Big Bang o es Dios la causa de la eternidad del universo, pero no cualquier Dios, sino el Dios católico, que no es el de Aristóteles o el de Plotino, el Dios católico implica a Jesús y al Espíritu Santo, casualmente he encontrado una cita gracias al Google books en el libro Filosofía cristiana en el pensamiento católico de los siglos XIX y XX, pág. 355 donde dice:” A. D. Sertillanges, un filósofo tomista eminente teólogo de prestigio, se había encontrado con Bergson desde 1901. Se había propuesto conducirlo a la Iglesia y lo consideraba como un catecúmeno, que se preparaba para el bautismo. Publicó valiosas contribuciones sobre la vida espiritual del filósofo. Por lo demás, no ocultó en ellas que Bergson se negaba a reconocer públicamente la divinidad de Cristo: “Tengo mis motivos para no decidirme por este camino” Tal fue la declaración de Bergson a Sertillanges”. Este hecho lo invalida como católico pleno que nunca negaría  la divinidad de Cristo, un católico tampoco pediría las oraciones de un rabino en ninguna circunstancia, esto denota a mi juicio cierta desesperación por tener un símbolo “formal” que facilite una posibilidad de trascendencia, pero un símbolo que se da tras su muerte, cuando esto no implica ya ninguna renuncia a lo ya publicado, ni ningún acatamiento o disciplina. Parece como si en el tramo final de su vida hubiera recurrido a uno de sus autores más admirados Blaise Pascal, y hubiera utilizado su famosa apuesta de Pascal. Pero incluso en este caso no es un gesto suficiente de cara a la ortodoxia católica, que creo que quedaba muy lejos de los pensamientos de Bergson.
Por lo tanto ya no estamos hablando de un creyente católico ni siquiera cristiano, hablamos de otra cosa, el gesto sería más bien dirigido al propio Dios católico, pero a una versión de ese Dios liberado de los aspectos burocráticos de su Iglesia. Lo curioso es que un Dios así no necesita de ninguna ceremonia ni formalismo, pues puede leer nuestros pensamientos y saber en todo momento lo que creemos. Para mí, la petición del sacerdote en su funeral es un síntoma de debilidad, casi de miedo, como el testamento se hizo en febrero de 1937 y el murió en enero de 1941 tuvo tiempo para replantearse la cuestión, pero parece ser que no lo hizo. Por lo tanto no fue fruto de un arrebato de última hora ante el temor a la muerte y si lo fue estuvo extendido en el tiempo por lo menos los tres años y pico desde que lo escribió hasta que murió.  Es una concesión con la intención de conseguir algo, un tipo de salvación eterna que completaría lo expuesto en su obra filosófica, esta obra, mientras él vivía se supeditaba a la experiencia, por mediación de los místicos encontró un puente para extender esa experiencia pero sin abandonarla, tras su muerte, si siguió existiendo su conciencia y esta se encontró frente a Dios (no sabemos cuál) o no, la verdad es que terminó comprobando mediante una experiencia su hipótesis, si no hubo supervivencia ni encuentro divino, de alguna forma este hecho sigue siendo una experiencia pero ya sin sujeto receptor de la misma (si eso es posible).
CONCLUSION
Es evidente que Bergson tuvo una atracción, una pulsión, un gran interés por el catolicismo, se puede decir que “era católico de corazón” o que “estaba en el umbral”, pero lo cierto es que no llegó a convertirse ni a bautizarse. Nunca llegó a abrazar la fe como se demuestra por todas las dudas expuestas y por su método especifico de acercamiento a Dios por mediación de los místicos. La misma distinción filósofo/persona  es indicativo de la cuestión.
Mi conclusión final sería que Bergson nunca llego a ser un católico pleno, no abandonó su racionalidad filosófica, de alguna manera vislumbro una semejanza entre los resultados que iba obteniendo con sus investigaciones filosóficas y ciertas partes doctrinales del cristianismo, pero el salto de la razón a la fe que implicaba abandonar su método experimental nunca lo dio. Por lo tanto podría decirse que la clasificación de Bueno de Bergson dentro de la categoría de materialismo pluralista seria correcta, pues Bergson como mínimo plantea  dos tipos de materialidad que no son mutuamente reducibles (en el sistema de Bueno son tres) aunque Bergson (al igual que Bueno) introduce elementos en su filosofía que desbordan las categorías científicas (por lo menos de momento), incluso sus propios planteamientos del concepto “materia”  en ambos autores resultarían extraños desde concepciones establecidas desde la física, o contendrían elementos que desbordarían esta disciplina científica. Pero en el proceso sigue habiendo una “racionalidad” ahora ya filosófica, que debe descartar entidades espirituales estipuladas por Bueno como vivientes no corpóreos, que toman decisiones de premios o castigos según determinadas normas en base a determinadas conductas. Por lo menos mientras no sea posible una “experiencia” en ese sentido. Por lo que a mí respecta, desde mi perspectiva materialista, esta polémica no disminuye en nada la importancia de su obra, al contrario, la enriquece, toda la tensión dialéctica que se respira en Conversaciones entre el Bergson filósofo y el Bergson persona, lo engrandece aún más, por su honestidad al plantearse tan claramente estas (desde nuestras coordenadas) aparentes contradicciones. Nada de lo que hubiera hecho a nivel personal hubiera anulado la importancia de por ejemplo sus reflexiones sobre la duración. Sigue Bergson siendo un filósofo inmenso  y una persona entrañable y humana.
Otros artículos míos sobre Henri Bergson:

Henri Bergson y la antinomia del tiempo
Henri Bergson y el eternalismo
Bibliografía de Henri Bergson en español
Los cursos de Henri Bergson
Facebook sobre Bergson
Esbozos de Gustavo Bueno en Henri Bergson
http://ferminhuerta.blogspot.com/2018/09/esbozos-de-gustavo-bueno-en-henri.html







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