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viernes, 29 de enero de 2021
TEORÍA FILOSÓFICA PRESENTISTA DEL TIEMPO
TEORÍA FILOSÓFICA PRESENTISTA DEL TIEMPO
Fermín Huerta Martín
“Cuando hablamos de que la eternidad y el tiempo son dos cosas distintas y de que aquélla es inherente a la naturaleza siempreexistente, mientras el tiempo lo es a lo deveniente y a este universo, creemos experimentar en nosotros mismos, en nuestras propias almas, con inmediatez y como por una intuición instantánea de la mente, una vivencia clara de ambas cosas, pues hablamos de ambas continuamente y las nombramos a propósito de cualquier cosa. Sin embargo, cuando intentamos examinarlas detenidamente y como abordarlas de cerca, nuestros pensamientos se tornan de nuevo perplejos: echamos mano a los asertos de los antiguos sobre ambas cosas, uno a un aserto y otro a otro, y aun tal vez interpretamos unos mismos asertos diversamente, descansando en ellos y dándonos por satisfechos si, interrogados, sabemos dar por respuesta las opiniones de aquéllos, contentos de vernos libres de seguir investigando sobre ambas cosas.”
Plotino, Enéada III, 7 (45).
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Mi tema filosófico favorito de los últimos años es el Tiempo, es al que más tiempo de lectura le he dedicado y quizás también al que más tiempo de escritura. Tanto es así, que junto a las relecturas de muchos filósofos que han escrito sobre el tema he tenido que realizar relecturas de mis propios textos.
Es el tema al que más tiempo de reflexión le he dedicado, trabajando, paseando, despierto en la noche, etc. He puesto en práctica el dicho tan nuestro de darle tiempo al tiempo. Hace mucho que quería escribir un artículo presentando una teoría propia sobre el tema, no solo escribir criticando otras posiciones filosóficas, quería proponer mi propia postura, esto último siempre es difícil de asegurar, quizás algún autor que no he leído ya la ha propuesto, no lo puedo descartar. Es posible que se pueda decir de mi teoría que es un mero artificio (de técnica filosófica) que no resuelve el problema desde las coordenadas presentistas en las que intento presentarlo. O que es una simple variación de alguna propuesta anterior. Me es igual, no soy un filósofo profesional, no estoy licenciado en filosofía, soy un autodidacta en esta materia (como mi admirado Mario Bunge), cuando colaboré para el libro El último ilustrado, libro homenaje a Bunge, el coordinador, profesor Antonio A. Martino me pidió mis referencias académicas y yo le dije: “aficionado a la filosofía” y el decidió cambiarlo por filosofo aficionado, pensé que había una gran diferencia entre ambas definiciones, aunque he escrito más de 80 artículos en la órbita de la filosofía me sigo considerando un aficionado a pesar de que el propio Gustavo Bueno dijo que todos somos filósofos.
Escribir (y en mi caso autopublicar) es una manera de dejar constancia publica de cómo se piensa en un determinado momento de la vida, no supone nada mucho más allá cuando no tienes una carrera académica que implique conseguir determinados puestos, si acaso sirve para alimentar el ego. Se puede evolucionar y cambiar de opinión (o no), de pocas cosas estoy más orgulloso que de haber puesto en marcha mi blog y de alguna manera obligarme a escribir. Me ha dado muchas satisfacciones, entre ellas que Bunge me escribiera.
Mientras juntaba en una sola carpeta todas las notas que a lo largo de los años había ido tomando con la finalidad de escribir este artículo, encontré un folio que contenía una especie de esquema en cuya cabecera podía leerse Lista de planteamientos sobre el tiempo, redactado en 2012. Creo que estos 4 puntos pueden englobar todos los enfoques posibles sobre el tema:
1- El tiempo es eterno pero fluye. Se puede incluir el eterno retorno. ¿Cómo ha transcurrido una cantidad infinita de tiempo?
2- El tiempo es eterno pero esta ya “dado” el pasado, el presente y el futuro. Como lo está el espacio. Entonces nuestra sensación de fluir sería una apariencia y por supuesto nuestra libertad.
3- El Universo comenzó a fluir desde una fase previa sin movimiento (sin tiempo). ¿Qué podría poner en marcha algo inmutable?
4- El Universo surgió de la nada sin causa. De la nada nada puede salir.
Desde un planteamiento materialista (como es mi caso) podemos descartar la opción 4.
La opción 2 la he discutido en otros artículos que pueden leerse aquí:
Tiempo para el presentismo filosófico. ¿Qué es el ego para el eternalismo?
La opción 3 y la opción 1 serán discutidas a continuación.
La postura 3 ejemplifica lo que Henri Bergson denomino en su magnífico libro Historia de la idea de tiempo: “El cambio, el devenir, no es otra cosa que la disminución de lo eterno”, cuando habla de la solución platónica. En el Timeo dice Platón en un pasaje famoso:
“Pero dado que la naturaleza del mundo ideal es sempiterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo. Antes de que se originara el mundo, no existían los días, las noches, los meses ni los años. Pues decimos que era, es y será, pero según el razonamiento verdadero sólo le corresponde el «es»; y el «era» y el «será» conviene que sean predicados de la generación que procede en el tiempo – pues ambos representan movimientos, pero lo que es siempre idéntico e inmutable no ha de envejecer ni volverse más joven en el tiempo, ni corresponde que haya sido generado, ni esté generado ahora, ni lo sea en el futuro [...] El tiempo, por tanto, nació con el Universo, para que, generados simultáneamente, también desaparezcan a la vez, si en alguna ocasión tiene lugar una eventual disolución suya, y fue hecho según el modelo de la naturaleza eterna para que este mundo tuviera la mayor similitud posible con el mundo ideal.” Este modelo de explicación es aplicable a la propuesta de un filósofo más actual, al que considero uno de mis padres intelectuales, Gustavo Bueno (junto a Bunge, Bergson y Plotino), por lo menos en la forma de exponerla del que considero su discípulo más aventajado Javier Pérez Jara, que dice:
“El materialismo filosófico no acepta, claro está, la eternidad del universo; pues desde la propia materia ontológico general (que sí es eterna, pues el tiempo está vinculado a un proceso continuo de composición y descomposición de partes conformadas -y de ahí la sucesividad-, y por tanto, la idea de tiempo sólo se mueve en el ámbito de la ontología especial) el Mundus adspectabilis es visto como contingente (pues M impide que se hipostasie ningún contenido ontológico-especial, y que, por tanto, se eternice –en contra de la metafísica, que siempre trata de eternizar algún contenido de la ontología especial–); el mundo actual (con sus ríos, planetas, galaxias, &c.) es visto como llamado a desaparecer (en su propio proceso dialéctico), y ser sustituido por otro contenido ontológico-especial, en un proceso recurrente infinito; pues M es eterna y siempre está en acto (las formas universales Mi).”
“De este modo, si aplicar infinitud actual a la materia cósmica del Universo es contradictorio, aplicársela a la materia ontológico general carece de sentido, por encontrarse en un «nivel ontológico» más allá de las categorías mundanas.”, “Carece de sentido aplicar el concepto de infinito actual a la materia ontológico general, porque el mismo hecho de tratar de aplicar este concepto a ella implica ya mundanizarla, y por tanto destruir su propio concepto”.
“Empecemos, entonces, diciendo que el tiempo, desde el materialismo filosófico, es, básicamente, la medida de unos movimientos respecto de otros movimientos tomados como «reloj» (esta definición nos lleva, por tanto, a que sólo podríamos hablar de un tiempo universal si hubiera un «reloj universal»). El devenir es la codeterminación jorismática de los contenidos de una multiplicidad. ¿Cuándo hay devenir? Cuando los contenidos de una multiplicidad no se codeterminan «instantáneamente», sino que van codeterminándose sucesivamente (esto es, según un «jorismós»). Pero el devenir en el Universo está visto desde nuestros «filtros mundanos», ontológico-especiales, dados en función de la dialéctica entre los géneros de materialidad M1, M2 y M3. Es decir, el devenir de la materia cósmica no es un devenir indeterminado, sino métricamente establecido «según un antes y un después», por decirlo al modo de Aristóteles. Dicho de otro modo: es un devenir temporalizado, dado a nuestra escala operatoria y métrica. Por eso carece de sentido aplicar el tiempo a la materia ontológico general, en tanto en ella no podemos medir unos movimientos respecto de otros, sencillamente porque no podemos operar con sus cauces materiales, y éstos nos son enteramente indeterminados positivamente. Esto no significa que la materia ontológico general, al serle negada la temporalidad, por su carácter mundano, haya de ser concebida como una multiplicidad pura inmutable, «eterna», porque las ideas de inmutabilidad y eternidad son ideas metafísicas y contradictorias, como hemos defendido en otras ocasiones. Y, ad hominem, si la materia ontológico general fuese inmutable, entonces no podría haber surgido el Mundo. Cursos materiales en alguna forma de devenir tuvieron que confluir y codeterminarse para dar lugar a la conformación del Universo y de los sujetos operatorios humanos y animales. Pero sería gratuito, o en todo caso no habría fundamentos positivos, para pensar este devenir «según un antes y un después», porque como hemos dicho, las mediciones diacrónicas suponen las operaciones del sujeto operatorio midiendo unos movimientos primogenéricos respecto de otros, tomados como reloj. Unos movimientos, además, de materialidades holóticamente conformadas; es decir, en la forma de todos efectivos jorismáticos.”
A pesar de mis críticas a esta propuesta (leer: Infinito yo te cito y Tiempo y devenir en el materialismo filosófico), me parece una solución muy ingeniosa, una especie de actualización de la propuesta de Platón. Si no estoy equivocado, este planteamiento lo expuso Javier y no Gustavo Bueno, tengo entendido que Javier tenía una muy buena relación con el Maestro, por lo que cabe entender que Bueno conocía esta puntualización y la aprobaba.
La opción 1 esquematiza la posición presentista (Javier dice que sería más correcto hablar de actualismo). El principal problema de esta apuesta se resume en la pregunta que acompaña el enunciado y que ejemplarizó admirablemente Kant: “Primer conflicto de las ideas trascendentales
Tesis. El mundo tiene un comienzo en el tiempo y con respecto al espacio está encerrado en límites.
Antítesis. El mundo no tiene comienzo ni límites en el espacio, sino que es infinito tanto en el tiempo como en el espacio.”
Crítica de la razón pura. Immanuel Kant
Confieso que nunca he estado muy satisfecho con ningún intento de solución al problema desde una posición presentista, hasta el punto de que ni siquiera la posición que voy a plantear en este texto me satisface plenamente, pero, vuelvo a decir, quiero dejar constancia de la idea por si pudiera tener algún valor o una posible evolución posterior más satisfactoria.
Antes de abordar el problema habría que hacer algunos comentarios sobre el concepto de infinito como base previa a la exposición de mi teoría. Pueden leerse mis artículos Infinito yo te cito y Niebla en la niebla, junto con la discusión que se encuentra en los comentarios de este texto.
La eternidad, la infinitud, la asociamos a una cuestión numérica, por ejemplo al conjunto de los números enteros (negativos, cero y positivos), el transcurso del tiempo es el transcurso de una numeración de ese conjunto con determinados sucesos, como la salida del sol en un determinado lugar de la Tierra, a este suceso se le asigna un componente del conjunto Z, antes de la formación de la Tierra se podría usar otro criterio de numeración, es indiferente que no exista proporción entre ambos sucesos numerados, es decir, da igual que uno dure 24 horas y otro 1 segundo, según nuestros relojes. Si seguimos retrocediendo en el tiempo (en los acontecimientos móviles numerables) llegará un momento en que existiendo el movimiento, no tendríamos criterios para seguir numerando, no hablo ya desde un punto de vista de un sujeto que estuviera frente a esa realidad, pues eso es imposible, no podría ser esto, ya sé que este es un asunto muy espinoso de tratar (como tantos en filosofía), estamos acostumbrados a numerar, a cuantificar, en especial con ayuda de máquinas y ordenadores, que se suponen “reflejan” algo que “realmente” ocurre, que tienen algún criterio objetivo para esa numeración/cuantificación, que sus resultados no son inventados por el instrumento, falseados, sino que obedecen a acontecimientos exteriores a la máquina que contactan con sus sensores y hacen posible la numeración.
Tomando el símil de Gustavo Bueno nos encontramos frente a una Materia ontológico general no estructurada aun en géneros de materialidad que son los que posibilitan la vida. En este punto el Materialismo filosófico nos habla de devenir sin un antes y un después, pero no puede haber un devenir sin un antes y un después aunque no haya sujetos humanos, lo que si puede haber es un devenir con un antes y un después pero sin posibilidad de numeración, sin criterios de numeración, por lo tanto cualquier intento de aplicar conceptos como eternidad o infinito a esta etapa no está justificado. No podemos hablar de conceptos que impliquen una duración numerable a una época no numerable. De esta etapa, en movimiento, pero sin poder numerarse, pasaríamos a la eternidad numerada, habría que detenerse en el concepto de eternidad, lo que ha existido siempre, si asimilamos esta eternidad con nuestra realidad ontológica, vemos que ésta se sigue desarrollando, es la actualización de lo que denominamos futuro, es por tanto una eternidad con un componente en acto (de duración no numerable hacia atrás) y otro en potencia, en desarrollo, imaginemos que al primer suceso numerable le damos el número cero, los sucesos no numerables anteriores al cero son indeterminados temporalmente, los posteriores al cero son potencialmente infinitos (siempre que se puedan numerar) pero en desarrollo, es decir solo potencialmente infinitos. Estos dos conjuntos forman un desarrollo unitario con una parte indeterminada numéricamente y otra en desarrollo, transcurriendo. Lo dado, lo eterno en acto, acabado, sería el eternalismo, pero este implica que la simultaneidad en acto que tienen los lugares espaciales lo tienen también los sucesos temporales. Es el universo bloque. Todos los tiempo son simultáneos (Gustavo Esteban Romero me niega esto en los artículos arriba mencionados). Para nosotros esto no es posible, los sucesos “pasan” no permanecen, sino su numeración no sería posible.
La fase anterior a la actual numerable, sería una fase con un movimiento no numerable, en el que no es posible la biyección suceso-numero, si la eternidad la asimilamos a lo infinito y este es un concepto necesariamente relacionado con los números, no podemos aplicarlo a algo no numerable. Sería una fase anumérica, indeterminada de la que no podemos predicar su duración. Dice Russell en Los principios de la matemática pág. 380: “Nada se puede decir sobre una magnitud no medible numéricamente, salvo que es mayor de alguna de su tipo y menor que otras, pero de tales proposiciones no se puede obtener el infinito. Aun si existieran magnitudes mayores que otras de su tipo no hay razón para considerarlas como infinitas. La finitud y el infinito son nociones esencialmente numéricas, y sólo por relación con los números esos términos pueden aplicarse a otras entidades”.
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Muchas son las lecturas deliciosas que sobre el tiempo he realizado a lo largo de mi vida (que se acerca peligrosamente a los 60 años de existencia), tengo a mi lado una carpeta con una etiqueta donde pone Libros sobre el tiempo (la carpeta en si tiene signos evidentes del paso del tiempo), donde guardo los apuntes de esos libros, por supuesto tengo libros clásicos como el Timeo y el Parménides de Platón, la Física la Metafísica y Acerca del cielo de Aristóteles, la Confesiones de San Agustín, Los principios de las matemáticas de Russell, un par de libros de Poincaré Ciencia e hipótesis y Últimos pensamientos , apuntes del magnífico Diccionario de filosofía de Ferrater Mora (del que Bunge elogio como el mejor diccionario de filosofía), la Crítica de la razón pura de Kant, El tiempo de H. Conrad-Martius, Un mundo sin tiempo de P. Yourgrau, El orden del tiempo de Carlo Rovelli, La emergencia del tiempo cinemático de M. Ann Doame, La teoría relacional y objetiva del tiempo físico de Bunge, Historia de la idea de tiempo de Bergson, dos libros de Gustavo Esteban Romero La naturaleza del tiempo y ¿Es posible viajar en el tiempo?, finalmente Sobre la eternidad y el tiempo de Plotino. Soy consciente de que este listado es una ínfima parte de los libros que se han dedicado al tema, en la actualidad leo el libro de Jimena Canales El físico y el filósofo, y he quedado sorprendido de la cantidad de libros que existen sobre el tema y que desconocía.
A Plotino lo leo motivado por todo lo que Bergson decía de él, realmente me está fascinando, tuve la suerte de encontrar una edición en 2 volúmenes de sus Enéadas de Editorial Gredos de segunda mano en perfecto estado y buen precio, su ontología me parece una maravilla, muchos de sus aspectos son compatibles con mi esbozo de ontología desarrollada en mi texto Teoría filosófico-onírica de los dos lados, la admiración es tal que aun siendo ateo si tuviera que elegir una religión me haría plotiniano y adoraría el Uno-Bien. Por eso he elegido este fragmento de Enéada de entre todos los textos referidos al tiempo para la presente discusión. Quizás es mi fragmento favorito de cuantos he leído sobre el tiempo, repasa las formulaciones anteriores a el sobre el tema y explica su apuesta. Cuenta Bergson que Proclo dijo que Plotino se muestra de lo más inspirado en su teoría del tiempo. Un texto delicioso y misterioso porque no explica todos los mecanismos que su propuesta implica, quizás porque no puede explicarlos por la complejidad del tema, puede que nunca nadie pueda explicar esos mecanismos que deben existir y que es posible que nunca conozcamos.
Durante su exposición Plotino ataca el argumento que relaciona el tiempo y el movimiento, luego termina hablando de movimiento (de inquietud en la quietud) en el seno mismo del Uno, que engendra la Inteligencia y en esta que engendra el Alma, es decir, hay movimiento antes de existir el tiempo, un argumento similar observamos en un autor actual como es Gustavo E. Romero que en su excelente artículo Sobre la ontología del espacio-tiempo habla de que “ el sustrato ontológico de espacio-tiempo discreto puede ser encontrado, puede estar formado por eventos atómicos atemporales y sin extensión”. La única manera de sostener esta argumentación sería presentar dos conceptos de movimiento, uno superior existente en ausencia de tiempo y otro inferior que afecta solo a lo dado en el espacio-tiempo, creo que esta interesante propuesta está relacionada con la del materialismo filosófico donde en la materia ontológico-general hay devenir sin un antes y un después, que equivaldría al movimiento sin tiempo de Plotino, mi propuesta podría situarse en ese esquema también si equiparamos la realidad no biyectable con esa fase de movimiento sin tiempo de Plotino, lo que yo propongo es que los problemas derivados del planteamiento kantiano antes expuesto surgen del acople de las series numéricas a la realidad y no de la realidad misma. Si las dos únicas opciones con respecto al tema fueran las serie infinita transcurrida o el surgir de la nada el universo, se ve enseguida la absurdidad de ambas, así el universo dependería de algo absurdo, dado que el universo existe, la propuesta ejemplarizada por Plotino sería una tercera vía.
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Podemos decir que la definición de Eternidad que Plotino da en la pág. 344: “su condición de no variar nunca y de ser no una intelección o una vida que discurra de una cosa a otra, sino lo invariable y lo siempre inextenso (…) vida que permanece en identidad por razón de que posee siempre presente la totalidad de su ser, no ahora una parte y luego otra, sino todo a la vez, y porque no es ahora unas cosas y luego otras, sino que es una plenitud indivisa, como un punto en que estuvieran juntos todos los radios sin adelantarse y sin fluir jamás, antes al contrario, permaneciendo aquél en sí mismo en identidad y sin cambiar nunca, sino estando siempre fijo en el presente por razón de que nada de lo suyo ha pasado y nada tampoco se originará, sino que es exactamente lo que es.”, es cuanto menos paradójica, parece una definición cara a la galería, pero que no sabemos cómo encaja con la realidad fenoménica que vivimos. Nos parece incompatible con la existencia de las cosas que devienen, dicho de otra manera, su definición de eternidad sería pertinente si no existiera lo temporal. Pero al existir lo temporal necesariamente debe estar relacionado con lo eterno y de eso surgen los problemas. Porque lo eterno aparece en el contexto del problema del tiempo como un intento de explicación del tiempo, si lo eterno esta desconectado absolutamente de lo temporal (que es donde estamos insertos) no nos sirve como explicación del tiempo y debemos seguir buscando una solución al problema.
Lo eterno nos interesa si produce el tiempo sea como degradación o como imagen, es curioso que ya Plotino llega a equiparar tiempo y eternidad pero luego sitúa al Uno antes de la eternidad.
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En la nota 565 de la página 359 el traductor dice: “El Alma inferior se temporalizó intemporalmente, se espacializó inespacialmente y se dividió indivisamente.” Quizás en esta nota de Jesús Igal este la clave de todo el asunto. Al reflexionar sobre ella en alguna relectura me vino una imagen, la de un tronco ya acabado en su desarrollo del que brota una rama (que se alimenta del tronco), la imagen curiosamente aúna presentismo y eternalismo, el tronco es el eternalismo lo ya terminado y la rama es el presentismo, algo en desarrollo, pero la verdad, la realidad, junta ambos conceptos, el eternalismo estaría equivocado en que lo eterno no es la rama sino el tronco, el presentismo estaría equivocado en que hay algo más que esa rama. Los tres fragmentos autocontradicctorios son un intento de explicación. Se temporalizo intemporalmente, dice en pág. 385 “El tiempo no tuvo comienzo” Es decir, existiría desde que existe la eternidad, aquí es donde sería pertinente la distinción que realiza entre eternidad de lo siempre existente y de lo siempre deveniente. Se espacializó inespacialmente, en sus definiciones de lo eterno recalca lo de inextensa.
Todo parece como si la realidad material fuera una mera apariencia que transcurriese en el seno de la eternidad. En este contexto de lo aparente resulta pertinente la distinción kantiana fenómeno/noúmeno que Bergson interpreta magistralmente no como una diferenciación apariencia/realidad sino como parte/todo. Si partiera de su frase: “el más perfecto conocimiento de los fenómenos, que es lo único que nos es dado alcanzar, jamás nos proporcionará el conocimiento de los objetos en sí mismos” no me pondría a valorar su opinión, pues nada sabe del tema, pero como si opina del plano fenoménico, por ejemplo: “Hemos querido probar que todas nuestras intuiciones son sólo representaciones de fenómenos, que no percibimos las cosas como son en sí mismas, ni son sus relaciones tal como se nos presentan, y que si suprimiéramos nuestro sujeto, o simplemente la constitución subjetiva de nuestros sentidos en general, desaparecerían también toda propiedad, toda relación de los objetos en espacio y tiempo, y aun también el espacio y el tiempo, porque todo esto, como fenómenos, no puede existir en sí, sino solamente en nosotros.”
¿Sería posible esta argumentación? Podría ser la realidad externa al sujeto, aespacial y atemporal, siendo el sujeto el que pusiera el espacio y el tiempo, que no existirían externamente al sujeto, siendo ellos construidos por la mente. Quizás este modelo no es tan diferente de otros expuestos anteriormente que proponen un surgimiento de lo temporal de entes no temporales. Si es que el sujeto surge de ellos.
Lo de la espacialidad es importante pues lo eterno y lo temporal deben tener su encaje, sea en la opción que sea, tanto si lo eterno genera lo temporal siendo lo eterno aespacial y lo temporal espacial, como si lo temporal no es más que una ilusión que genera la eternidad. Uso la palabra encaje casi de forma mecánica, como corresponde a la noción de espacio, esto se diluiría si el espacio mismo fuera una ilusión creada en el seno de lo eterno y su realidad no tuviera nada que ver con nuestra percepción mecánica y aparente del espacio.
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Si no podemos numerar ese transcurso indefinido ¿Cómo sabemos que se mueve? Porque en una primera aproximación identificamos tiempo y movimiento, no podemos renunciar al movimiento. Una solución sería apelar a un movimiento que no implicase tiempo (como se ha mencionado), si entendiésemos el tiempo como una sustancia ontológica y no como algo relacional relativo al movimiento y el reposo, una sustancia que surge de algo que la produce pero que entonces necesariamente no está en el tiempo. Esta sustancia-tiempo permite los objetos y los movimientos tal y como los vemos y entendemos ahora, al intentar extrapolar esto a lo anterior a la existencia del tiempo-sustancia, donde nuestras reflexiones no son válidas, es donde surgen los problemas derivados de la antinomia.
Dice en pág. 361 “El Alma es tiempo pero el universo está en el tiempo”. Hablamos de un postulado ontológico para el tiempo, ya no es algo relacional, relativo al movimiento sino algo constitutivo, una esencia cuya existencia permite el movimiento, no digo dimensión para no confundir con el espacio. Al tratar el tiempo como una sustancia, un sustrato, Plotino puede hablar de movimiento en ese sustrato que sería el de la materia y de un movimiento de naturaleza diferente fuera de ese sustrato que sería el del Uno, Inteligencia y Alma superior, que se moverían en la eternidad.
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Mi ontología.
Sigo el modelo de Plotino donde el Uno produce la Inteligencia que produce el Alma, pero pasando por la actualización que realizo Gustavo Bueno, donde la materia ontológico-general produce los tres géneros de materialidad, esta comparación Uno-MOG no es gratuita, el propio Bueno la realiza en su principal obra Ensayos materialistas donde en su Tabla de correspondencia entre los géneros de materialidad y conceptos filosóficos de diferentes sistemas, equipara MOG con el Uno neoplatónico. Dice en la pág. 55 “El concepto de Ser, o de “Materia” de la Ontología general, está más cerca de la tradición neoplatónica (del Uno de Plotino)…”. En mi caso, usando el mismo nombre del Maestro, la MOG produciría como mínimo dos géneros de materialidad, es muy posible que existan muchos más géneros de materialidad, si no tienen conexión alguna con los dos que postulo como fundamento de nuestra realidad fenoménica, estos serían indetectables ontológicamente, seria egocentrista suponer que la finalidad de la realidad es “crear” al ser humano como eje central de todo, nada más lejos, no somos mucho más allá de un efecto colateral en un desarrollo ontológico. De momento no veo necesidad de recurrir al tercer género y me acojo al planteamiento que sobre el tema desarrolla Bunge bajo el nombre de ficcionismo para explicar este hecho. Estos dos géneros se corresponderían aproximadamente con los de Bueno, pueden haber más, pero estos dos serían los sospechables fenoménicamente hablando, es decir, los necesarios para “explicar” la realidad tal y como la conocemos.
Un primer género, parecido al M1 de Bueno, que sería un campo energético a la manera que señala Einstein en Mis ideas y opiniones pág. 315: “Dado que la teoría de la relatividad general implica la representación de la realidad física mediante un campo continuo, el concepto de partícula o puntos materiales no puede desempeñar un papel fundamental como tampoco lo puede hacer el concepto de movimiento. La partícula sólo puede aparecer como una región limitada del espacio en la que la fuerza del campo o la densidad de energía son particularmente elevadas.” (Para algunas implicaciones del concepto de campo ver mi artículo El campo-psi de Bohm). En este género se desarrollaría todo lo expuesto en las teorías de Einstein pero no su concepción eternalista, evidentemente. Pues esta no necesita surgir de nada, es eterna en sí, aunque no dejaría de sorprender una eternidad desgajada de otra eternidad. Las recientes comprobaciones científicas de la existencia de las ondas gravitacionales parecen avalar las teorías que afirman la naturaleza sustantival del espacio-tiempo frente a las relacionales. Esto parece corroborar esta propuesta. Este género material podría ser también la unión previa de dos géneros separados, uno exclusivamente espacial y otro que abarque la duración (entendida al modo de Bergson como tiempo real).
Un segundo género, parecido a M2, que sería una entidad cuya función es albergar el yo y la memoria animal, tal y como lo expongo en mi texto Teoría filosófico-onírica de los dos lados. La conexión de los dos lados se produciría por mediación de un proceso mecánico-cuántico dado en el cerebro, la perfección de este mecanismo en tanto calidad y cantidad de la conexión se manifiesta en la calidad y cantidad de inteligencia y demás propiedades mentales del ser afectado. Este proceso se produce en el contexto de la evolución animal y no es predeterminado ni necesario. Podría no haber ocurrido nunca. El yo y la memoria tampoco preexisten a la conexión de los dos géneros, este segundo género sería una cinta de casete virgen en movimiento, esperando grabar todo lo que la conexión en el primer genero le va a proveer de información. Este proceso configura la memoria y el yo, que se forma y alimenta de las experiencias que recibe vía conexión cerebral con el cuerpo dado en el “espacio” del primer género. Tras la muerte, el cerebro, con sus conexiones se disgrega perdiendo su operatividad comunicativa con el otro género definitivamente, el yo y su memoria siguen funcionando como lo hacen en vida del sujeto portador del cerebro cuando duerme, es decir, mediante sueños, en vida los sueños manifiestan el funcionamiento del segundo género con una cierta autonomía del primer género, la ensoñación que se da mientras dormimos sería la actividad espontanea del yo construido en nuestro segundo género que recurriendo a la memoria construye historias. Después de morir, esta actividad no cesa, pero no puede alimentarse de nuevas experiencias, es decir, de nueva información para añadir al registro. Utiliza las ya existentes para seguir soñando, construyendo historias. ¿Por cuánto tiempo? Mi hipótesis actual es que como todo lo material y en movimiento, termina desacoplándose y destruyéndose esa configuración (no así sus componentes), aunque en términos humanos puede ser tras un periodo de millones de años, eso quiere decir que todas las conciencias habidas desde el inicio de la humanidad muy probablemente siguen ensoñando actualmente en ese segundo género de materialidad.
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Conclusión.
La conclusión seria que el tema es fascinante, que muy probablemente nunca tendremos pruebas que nos den certezas de algún tipo de resolución del problema del tiempo. Esta sería la parte negativa, la positiva es que estas investigaciones filosófico-científicas nos producen un intenso placer intelectual, primero por la lectura de libros profundos y fundamentales que nos deleitan, segundo por la posibilidad de aportar un grano de arena en esta montaña de sabiduría y placer que es la filosofía, construida en base a las aportaciones de todos los filósofos muertos que nos han precedido, y tercero porque este proceso en sí, puede aportar un sentido trascendente a nuestras vidas mundanas, el sentido de la búsqueda de conocimiento incesante e inconcluso, plasmada en lecturas, escrituras y debates, un proceso sin fin que culmina con nuestra desaparición física, después hemos planteado una pseudoexistencia onírica, quizás provisional, en este espacio onírico post mortem donde no hay posibilidad de salir de nuestros propios sueños y no podemos comunicarnos con otros sueños, sin embargo compartimos ese espacio con todos los filósofos y científicos que nos han precedido desde Plotino a Einstein y que allí somos todos por un “tiempo” coetáneos. No es el paraíso católico, pero la riqueza de nuestros recuerdos nos garantiza un futuro disfrute en forma de sueños que se le parece mucho.
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En efecto, aunque el ser en el materialismo trascendental ya no se define por lo uno sino por lo múltiple, y el mundo ya no se define por lo múltiple sino por lo uno (mediante el ego), la función de recorrido del sistema ecualiza las posiciones de Bueno y de Plotino, al corresponderse el Nous con M3, como relaciones abstractas y homogéneas de una entidad indeterminada pura (Dios o M), y el Alma con M2, como ego que informa la materia mundana con el orden del Nous. Entre el materialismo trascendental y el neoplatonismo no hay sino una transformación histórica, de un mapamundi construido desde la geometría a otro dado desde una pluralidad de ciencias, más no gnoseológica, puesto que la función de lectura del sistema sigue el mismo orden procesionista descendente de emergencia de las materias determinadas desde la entidad puramente indeterminada. Ahora bien ¿cómo pueden resultar idénticas las lecturas de un sistema filosófico materialista y uno espiritualista? Nos vemos ante la contradicción de tener que aceptar que o Plotino es materialista, lo que es incompatible con la teología (vivientes incorpóreos, monismo, etc), o que Bueno es espiritualista; con lo que nos vemos obligados a retirar la ontología general como una pars destruens de la historia del materialismo filosófico incompatible con su arquitectónica ontológica sistemática.
ResponderEliminarDel artículo Rectificación ontológica general de Daniel Cerezo en El Catoblepas 194