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lunes, 26 de diciembre de 2011
CRITICAS DE GUSTAVO BUENO A LA CAUSALIDAD EN MARIO BUNGE
CRITICAS DE GUSTAVO BUENO A LA CAUSALIDAD EN MARIO BUNGE
Fermín Huerta Martín
Escrito entre 2001 y 2002
1
En diversos lugares de la obra de Gustavo Bueno, como en Symploké pág. 292, en La filosofía de Gustavo Bueno pág. 225 o en el Diccionario Filosófico pág. 166, se hace la siguiente critica a Mario Bunge:
“La modificación que X determina en H determina también necesariamente alguna modificación de X por H, lo que implica que el efecto Y sólo pueda ser pensado conjuntamente con un co-efecto en X. Pero si la conexión de X con H no estuviese, a su vez, acompañada de una desconexión de X respecto de otros procesos reales, no podría haber relación causal, puesto que en cada proceso causal habría que iniciar un regressus de concatenaciones ad infinitum, que haría intervenir la totalidad del universo, en contra del principio de discontinuidad que está implícito en el axioma platónico de la symploké. Mario Bunge, ignorando este principio, y desechada la primera causa, se ve por ello obligado a aceptar la regresión infinita. Lo que equivaldría a entender la función de la causa en términos puramente subjetivos, relativos a los cortes artificiosos dados por el cognoscente en la infinita cadena de causas. Es preciso, por tanto, si no se quiere disolver la propia causalidad finita, no ya iniciar el regressus ad infinitum para detenerlo en un punto ad hoc (la causa primera de los tomistas, con las dificultades consiguientes del concurso previo a las causas segundas) que comprometa su misma posibilidad causal sino evitar su iniciación, para lo cual habrá que incluir a X dentro de un contexto A tal (llamado «armadura de X») que determine, no solamente la conexión de X con H sino también la desconexión de H con otros procesos del mundo que, sin embargo, sea principios suyos.”
Bueno le acusa de ignorar el principio de Symploké:
“Entrelazamiento de las cosas que constituyen una situación (efímera o estable), un sistema, una totalidad o diversas totalidades, cuando se subraya no sólo el momento de la conexión (que incluye siempre un momento de conflicto) sino el momento de la desconexión o independencia parcial mutua entre términos, secuencias, etc., comprendidos en la symploké.”
Y de aceptar la regresión infinita detenida con cortes artificiosos dados por el cognoscente.
De la lectura del libro de Mario Bunge La causalidad, se puede deducir que estas dos acusaciones son falsas.
En primer lugar abordaremos el tema de la Symploké.
Dice Bunge en la pág. 145:
“El determinismo, sea o no de la variedad causal, sostiene el principio genético y el principio de legalidad. El primero implica que no existen hechos aislados en la realidad concreta, pues las cosas están objetivamente interconectadas; el segundo afirma que esta vinculación se produce con precisión y regularidad. Pero esto no significa que el determinismo, en particular el determinismo causal, sostenga que cuanto hay en el mundo esté vinculado con todo lo demás y todos los aspectos; ni afirma tampoco el determinismo causal que todo esté causalmente vinculado con todo lo demás, doctrina que en forma ocasional (y errónea) se ha adjudicado al monismo, una de cuyas variedades afirma la unidad nomológica, aunque no necesariamente de índole causal.
La doctrina de la interdependencia universal y necesaria, según la cual todo está en rapport con todo lo demás, no tiene por qué ser causal, por más que sea compatible con la causalidad.”
Pág. 148:
“Pero dejando a un lado la cuestión de si la causalidad implica o no la rígida interdependencia universal, debemos decir algo con respecto a las pretensiones de validez de la doctrina del universo bloque. Su prueba perfecta significaría la derrota total de la ciencia: si las cosas estuvieran tan estrechamente vinculadas entre sí como suponen los partidarios de la interdependencia ilimitada, si todo tuviera influencia sobre todo lo demás, no sería posible conocer parte alguna del universo sin conocer su totalidad, cosa que evidentemente no ocurre, pues no sabemos siquiera en que consiste él todo y si tiene o no una extensión espacial finita. Y a la inversa, nada podría conocerse del conjunto sin el conocimiento completo de cada una de sus partes.”
Estos fragmentos demuestran que conociese o no el principio de Symploké platónico (representación) actúa con elementos que son equivalentes al mismo (ejercicio) y por tanto se invalida la critica de Bueno.
Sobre la regresión infinita dice Bunge en pág. 177:
“Para que pueda darse a una conexión el nombre de causal, deberá involucrar conjuntos finitos tanto de causas como de efectos.”
Pág. 188:
“Hay siempre vinculaciones entre muchos conjuntos de factores, nunca entre sucesos y cualidades aislables y separados, como supone la causalidad. Y por ello la hipótesis de que el devenir es una cadena causal parece una selección unilateral de una rica red de interconexiones, y es también, hasta cierto punto, una hipóstasis de la inferencia lógica y por lo tanto, una concepción parcialmente antropomórfica y precientífica. Pero la selección efectuada por el pensamiento causal, por más que sea defectuosa desde el punto de vista ontológico, es inevitable metodológicamente.”
“El aislamiento de un sistema respecto de sus circunstancias, de una cosa o proceso de su contexto, de una cualidad del complejo de cualidades interdependientes a que pertenece: en resumen, la “abstracción” es indispensable no solo para poder aplicar ideas causales sino para efectuar cualquier investigación, sea empírica o teórica,”
Pág. 189:
“La posibilidad de obtener empíricamente aislamientos bastante completos, de modificar un factor sin provocar alteraciones notables en las restantes variables, refuta la tesis de la interconexión universal sin restricciones (de todos los entes en todos los respectos).”
Pág. 192:
“El aislamiento, suposición implícita en toda hipótesis causal, implica a su vez la suposición de la existencia de entes que permanecen fuera de ciertas conexiones causales; y ello basta para refutar la doctrina de la interconexión causal universal.”
Pág. 198:
“A la inversa, si no se admite un primer principio, la causalidad exige el postulado de la infinita regresión de causas y efectos. De este modo se preserva la validez sin restricciones del principio causal, y se evita la suposición extracientífica de un Primer Motor incausado. Pero, lamentablemente, el regressus ad infinitum es ontológicamente ficticio y gnoseológicamente inoperante. La circunstancia de que la regresión infinita es ontológicamente ficticia se deduce del hecho de que las series lineales de causas y efectos son supersimplificaciones válidas como primeras aproximaciones, pero del todo inútiles luego de unas cuantas ramificaciones y entrecruzamientos. Y la regresión infinita es gnoseológicamente estéril, pues en vez de explicar lo desconocido por medio de lo conocido hace precisamente lo opuesto: explica el presente por medio de un pasado que es en su mayor parte desconocido. Pero la principal limitación de la regresión infinita es que no nos permite comenzar en ningún estadio dado del desarrollo, sino que exige un retroceso continuo e interminable: no admite etapas definidas en los procesos, ni nuevos puntos de partida determinados por la emergencia de modos de ser cualitativamente nuevos y, en consecuencia, de modos de devenir también cualitativamente nuevos. Es precisamente la existencia de niveles caracterizados por leyes propias y que emergen de modo discontinuo en el curso del tiempo lo que nos permite prescindir del regressus ad infinitum causal, aunque no de toda regresión finita.”
Pág. 200:
“La regresión infinita existe pero no es de índole causal.”
Pág. 213:
“Una consecuencia del causalismo es la necesidad de elegir entre una Primera Causa incausada y la regresión infinita. La primera es una ficción teológica, y la segunda una ficción filosófica. La regresión causal infinita no tiene valor cognoscitivo, pues el conocimiento del presente se hace pender de todo un infinito pasado incógnito. Hay regresión pero no lineal, ni causal en particular. La emergencia de nuevos niveles (es decir, de discontinuidades cualitativas definidas) nos exime de remontarnos al más distante pasado histórico en cada caso. Las cadenas causales son válidas durante tramos limitados; su validez es destruida más tarde o más temprano por la ramificación, la convergencia o la discontinuidad. La continuidad es esencial para la causalidad; pero no más esencial para el universo que la discontinuidad, con la cual está íntimamente vinculada”
2
Gustavo Bueno parte de la critica al regreso infinito para llegar a la segregación esencial, ya advierte que no es segregación existencial (cosa absurda) y critica a Bunge por que al aceptar el regreso infinito se tiene que parar con cortes artificiosos. Mientras que su corte no lo considera artificioso sino una segregación esencial. En el ejemplo que da de la barra que mueve la roca Bunge hubiera “aislado artificiosamente” quizás al ser humano que provisto de una barra-palanca (causa) hubiera movido la piedra (efecto). Sin embargo separar el momento de la barra-palanca del hombre que aplica la fuerza es una segregación esencial. La opción de Bueno (el momento mueve la palanca) seria la opción mínima de la línea causal. El regreso infinito sería la opción máxima. Las líneas causales, en cuanto son investigadas por sujetos operatorios, son susceptibles de tener particiones según intereses de dicho sujeto, así si se pregunta ¿qué mueve la roca? Bueno responde: el momento de la palanca, si se pregunta ¿quién mueve la roca? Se puede responder: el hombre que transfiere el momento a la palanca. Si se pregunta ¿qué posibilita el movimiento de la roca? Entonces si que podríamos irnos a un regreso infinito. Para Bueno los cortes de la línea causal de Bunge son artificiosos, ad hoc, mientras que los que realiza él son esenciales. En realidad la diferencia solo viene de cómo se justifica lo que se hace por que el resultado final es el mismo, una línea causal troceada.
En el mismo texto de Bueno (Diccionario pág. 167) nos dice:
1- La desconexión de H con otros procesos del mundo que sin embargo sean principios suyos.
2- La desconexión operada por A ya no ha de entenderse por tanto como una interrupción energética (existencial) de X, lo que seria absurdo, cuanto como una segregación esencial.
Con la pretensión de librarse del molesto regreso infinito Bueno construye estos argumentos que no buscan más de lo que Bunge persigue con la abstracción, es decir aislar un aspecto de la cadena causal que nos sea manejable (puesto que la cadena infinita no lo es), pero para ello no hace falta quedarse con el ultimo eslabón, la abstracción de Bunge también consigue hacer manejable la cadena causal al sujeto operatorio. Es en la fundamentación de este proceso donde Bueno quiere marcar la diferencia con Bunge, pero el resultado final es el mismo. Y la motivación también es la misma, neutralizar la regresión infinita.
Considero que la segregación esencial de Bueno es un intento de cortar la línea causal para evitar el regreso infinito sin que se vea un corte ad hoc arbitrario.
El tamaño de la línea causal es otro tema.
Indagando en el concepto de Symploké encontramos la clave de la cuestión. Dice Bueno en el tomo 2 de su Teoría del cierre categorial pág. 191: “En El Sofista, Platón ha desarrollado una argumentación trascendental que se orienta no solo a “neutralizar” el pluralismo radical, sino también a “neutralizar” el monismo. No sería posible “probar de frente” (mirando a la Materia o al Ser) la tesis de la symploké, la argumentación es trascendental. Es preciso regresar a nuestros órganos de conocimiento, constatando en ellos ciertas exigencias al margen de las cuales la única opción plausible sería el escepticismo, luego si los “órganos de conocimiento” solo lo son cuando se mantienen dentro de ciertas condiciones, o no conocen nada, o lo que conocen deberá tener mucho que ver con tales condiciones (la disposición categorial del mundo). Quien pretenda preservar la racionalidad debe dejar de lado el pluralismo radical y el monismo continuista, aislar cada cosa del resto y si todo estuviese vinculado con todo nada podríamos conocer. El postulado platónico de la discontinuidad tiene probablemente, más que ver con las paradojas de Zenón eleata, con la evidencia anagógica de la necesidad de detener los procesos ad infinitum. También podemos ver en el postulado de discontinuidad una condición del pensamiento causal, que no admite el regressus ad infinitum de causas sucesivas, ni menos aún, la apelación a una acumulación de infinitas causas simultáneas en la producción de un efecto.
Entrelazamiento y a su vez, desconexión de las cosas entrelazadas con terceras. La symploké al reconocer “cortaduras” en el Mundo, implica propiamente el ateísmo “terciario”, la negación de un Dios omnisciente. No es posible un entendimiento capaz de conocer todas las cosas, porque la symploké las hace incognoscibles (en este sentido).”
Cuando Bueno habla de que la symploké es incompatible con Dios parece que se refiere a una symploké ontológica, pero cuando habla de la necesidad de preservar la racionalidad, de evitar el regreso ad infinitum parece que se refiere a una symploké epistemológica. Si la symploké es ontológica no se tiene que aceptar para preservar nada, no podemos poner la razón por delante de la ontología y si los regresos ad infinitum existen no se puede apelar a la symploké para pararlos solo porque no nos gusten.
El principio de symploké puede ser por si mismo bastante evidente. Así observamos que las cosas no están aisladas unas de otras absolutamente. Entre otras cosas porque si así fuese probablemente no habría vida, las partículas elementales formadas poco después del Big Bang (si ocurrió) no hubiesen formado átomos. Y parece también bastante evidente que todas las cosas no están relacionadas con todas las demás.
Una cosa es que si para conocer algo tuviésemos que conocer algo anterior y así sucesivamente, no podríamos conocer nada y otra que una línea causal muy larga tenga que cortarse a su ultimo eslabón siguiendo ese símil. Porque una línea causal no necesitamos conocerla entera para que nos sea útil, podemos cortarla para usarla, así mover una piedra caída en un camino que nos impide pasar, la línea causal puede cogerse desde que nos impide el paso hasta que la apartamos sin necesidad de remontarnos a las causas de su caída o al ATP de los músculos.
El que no podamos conocer una línea causal completa no quiere decir que no sea real. Los hombre tienen una relación causal con todos sus progenitores, los átomos de nuestro cuerpo con las estrellas que los sintetizaron o con el Big Bang si existió. Los mismos ejemplos que Bueno usa de causalidad (mecánica, magnética, etológica) en Symploké pág. 293, son operativos (no aplica la segregación esencial) aísla un trozo de la línea causal ad hoc para usarla de ejemplos. Los ejemplos que usa Bueno para introducir su noción de Dato problemático o flotante son operativos (el ratón en el saco de harina o en la librería).
Por lo tanto el esfuerzo de Bueno de la segregación esencial para evitar el regreso infinito es solo para la galería, puesto que no es operativo (útil para el sujeto operatorio) y esta forzado por querer aplicar el principio de symploké a toda costa.
El principio de symploké no se puede aplicar forzadamente a una línea causal en cosas en que si hay conexión, creo que es un uso indebido, hay líneas causales que necesitan un regreso que si bien no sea infinito puede ser muy largo, como los antecedentes biográficos de una persona, este es un ejemplo de línea causal necesariamente larga (hasta el surgimiento del ser humano) y después hasta la sinterización en las supernovas de los elementos necesarios para “fabricar” la vida. Es decir, necesariamente debe haber una línea causal desde el Big Bang hasta nuestros cuerpos, que enlace las partículas que surgieron en aquel momento con las partículas que componen nuestros cuerpos ahora y que englobaría la evolución biológica y la sublínea casual padre-hijo-padre.
3
Espero que estas pinceladas sirvan para demostrar que las criticas de Gustavo Bueno a algunos aspectos de la causalidad en Mario Bunge eran infundadas.
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