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miércoles, 28 de septiembre de 2011
HA MUERTO COLOMBO, UN EPICUREO
Ha muerto Colombo, un epicúreo
Fermín Huerta Martín
Si dios prestara oídos a las súplicas de los hombres, pronto todos los hombres hubieran perecido, porque de continuo piden muchos males los unos contra los otros.
Epicuro.
Su persistencia es increíblemente asombrosa, sigue buscando y buscando hasta que completa el rompecabezas.
Un asesino refiriéndose a Colombo.
El pasado 23 de junio de 2011 murió Peter Falk el actor que durante años interpretó al famoso teniente Colombo. En el momento de su muerte la serie Colombo se emitía cada tarde (en España) en el canal Nitro, a razón de dos capítulos diarios de lunes a viernes. La mayoría de los capítulos recuerdo haberlos visto hace años, a pesar de lo cual volví a disfrutar de la interpretación que Falk hace del peculiar policía. Aunque la estructura de los capítulos es prácticamente la misma y el espectador sabe desde el principio quien es el asesino, la serie tiene un encanto especial con la mera presencia de este atípico policía que no usaba pistola.
La visión (o revisión) de estos viejos capítulos televisivos (grabados entre 1968 y 1990) ha coincidido con la lectura de un libro muy interesante, se trata de Epicuro de Carlos García Gual, el libro ha dormido en mi proyecto de biblioteca durante 26 años esperando ser leído y la casualidad o causalidad o clinamen a querido que por fin me decidiera a leerlo. Se agradecen los libros como este, escritos con pasión y entusiasmo además de un despliegue de información bibliográfica completísima. Esta coincidencia temporal entre la lectura del libro y el visionado de la serie me ha hecho “descubrir” los aspectos epicúreos del personaje Colombo y que os paso a comentar.
Un primer rasgo epicúreo de Colombo es la autosuficiencia. Dice Epicuro: “La autosuficiencia es la mayor de todas las riquezas” y también “El máximo fruto de la autosuficiencia es la libertad”.
Colombo siempre trabaja solo, esa soledad laboral de la que desconocemos su origen, pero apreciamos sus resultados, la soledad le da esa libertad de actuación que le conduce al éxito, porque todos sus casos están hechos a medida para un policía que no se ve en la necesidad de usar armas, aunque a veces intenten matarlo. Sus asesinos suelen ser de la alta sociedad y los crímenes muy elaborados, casi impecables sino fuera por el “concienzudo teniente” (como dice de el un asesino), quien no tiene horarios siguiendo las pistas y cuando no tiene por donde atrapar al culpable le obliga a cometer un error con una trampa, un engaño, que termina delatándolo. A veces le ponen diligentes sargentos para ayudarle, el lo agradece, pero Colombo trabaja mejor solo, es autosuficiente.
Si acaso acepta una ayuda en su trabajo esa es la de la policía científica, que empieza dándole una base con la que trabajar. Y con esto podemos enlazar otro rasgo epicúreo, dice García Gual en su libro: “Para esta liberación filosófica es necesario el conocimiento científico de la realidad” o “hay que resaltar en el epicureísmo un rasgo: la exigencia del conocimiento científico de la realidad como método firme para la adquisición de esa serenidad y felicidad final.”
A veces este conocimiento científico básico de la realidad o de la escena del crimen puede ser insuficiente, no hay huellas, ni el arma homicida, etc., es entonces cuando el investigador (o el filósofo) mas se tiene que esforzar para descubrir la verdad (el asesino). Dice Colombo : “Me fastidian los pequeños detalles que no tienen explicación”, casi rememora con esa frase la anécdota que se cuenta de Epicuro con 14 años, mientras su maestro de letras le recitaba “al principio de todo hubo el caos” Epicuro le preguntó: “¿de qué nació el Caos?” y el maestro le contestó que eso era cosa de filósofos.
Para Colombo con la base científica y su capacidad deductiva (dice en una ocasión: “Suelo hacer deducciones, es algo superior a mi”) siempre termina resolviendo los casos y esto le da felicidad, dice en una ocasión ante un dilema “Seria feliz si lo entendiera”.
Epicuro “Renunciaba a toda competición por adquirir poderes, riquezas y éxitos sociales”, llega a decir: “Muchos que obtuvieron riquezas, no encontraron en ellas la liberación de sus males, sino un cambio de éstos por otros mayores”, dice también: “Si quieres hacer rico a Pítocles, no aumentes sus dineros, sino limita sus deseos”. Colombo tiene muchos detalles de esa renuncia (voluntaria a veces, impuesta otras) al lujo, en un episodio su mujer le regala una gabardina nueva y hace todo lo posible por perderla, pues prefiere su vieja gabardina, mantiene su viejo coche con mas de 200000 Km. del que dice “cuide usted de su coche y su coche cuidara de usted”.
En un caso el asesino le propone un trabajo que le doblaría el sueldo y termina contestándole “no tengo ambición personal”. En otra ocasión comenta “no bebo nada que no pueda pronunciar”.
Dice García Gual : “El filósofo se sobrepone a los dolores del ánimo, a las angustias, temores, inquietudes, e incluso a los dolores de la carne, mediante la fortaleza de su disposición anímica.”, Colombo dice: “yo procuro ser optimista siempre”.
Dice Carlos: “Porque la felicidad del epicúreo consiste en placeres continuos, en dichas cotidianas y no en objetivos lejanos, que una brusca muerte pudiera arrebatar, dejando así a una vida sin sentido”.
Si hay un placer para Colombo (hoy diríamos un vicio) cotidiano, ese es fumar sus puros, en una ocasión que tenía que hablar frente a un público, encendió su puro y dijo que sin el no podía empezar a hablar. Otro placer cotidiano es su afición a la música clásica. Sin embargo dice en una ocasión: “ A mi mujer le encantan las reuniones, a mi me dan igual”. Desconocemos muchos detalles de su vida privada, iba a decir, cuando no trabaja, pero es que Colombo no descansa cuando tiene un caso entre manos, cualquier cosa cotidiana, una frase de su mujer, puede darle la llave para resolver el crimen.
No pretendo ser mas exhaustivo en esta comparación, con estas pinceladas es suficiente para animar a leer a Epicuro o ver la serie Colombo. En mi caso, durante una época incierta de mi vida (¿Cuándo no lo es?) conseguía olvidarme de los problemas viendo a este policía que me hace reír y pensar. Proporcionándome de esta manera una pequeña dosis de felicidad cotidiana.
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