MEDICINA PARA MÉDICOS
Fermín Huerta Martín
Si hubiéramos sido bien diseñados, o sea, con conocimiento e inteligencia, y si nuestro cuerpo fuese tan sabio como se ha dicho que lo es, no nos enfermaríamos.
Filosofía para médicos. Mario Bunge, pág. 59.
He terminado de leer uno de los últimos libros publicados del maestro Mario Bunge, se trata de Filosofía para médicos publicado por Gedisa que con este ha publicado ya 10 libros del filósofo argentino.
El interés de Bunge por la medicina no es nuevo como se puede comprobar ojeando su Bibliografía. Pero lo cierto es que en los últimos años ha mostrado una creciente dedicación por el tema, como se demuestra por el número de conferencias dadas sobre medicina desde 2010. Ignoro si el interés es puramente filosófico o se ha producido por un incremento del trato con los médicos debido a su avanzada edad.
Son 200 páginas estructuradas en 11 capítulos:
Medicinas tradicionales, Medicina moderna, Enfermedad, Diagnosis, Medicamento, Ensayo, Tratamiento, Prevención, Ética médica, ¿Ciencia, técnica o servicio?, y Referencias bibliográficas. Donde Bunge repasa un poco la historia de la medicina, la transición de las medicinas primitivas y arcaicas a la medicina moderna. Hace hincapié en la importancia de la filosofía en la medicina, pág. 123: “La historia de la medicina muestra que la medicina está saturada de filosofía”, pág. 124: “Si quieres medicación, ayuda a la investigación. Y si quieres investigación, cultiva una filosofía que la promueva.” pág. 146: “Postulados filosóficos admitidos por lo médicos: El paciente existe en el mundo exterior al médico. La enfermedad es un proceso real. Toda las enfermedades son cognoscibles en principio. Todas las enfermedades se manifiestan como signos y a veces también como síntomas. Todo trozo de conocimiento terapéutico es una verdad objetiva, auque acaso sólo parcial o aproximada. Todas las enfermedades son tratables. Todo tratamiento consiste en manipular variables reales. No hay terapias naturales: todas son artificiales. Hay terapias superficiales y radicales. Las terapias superficiales son típicas de las medicinas precientífica.”
Nos informa de la importancia de los receptores, pág. 33: “Los receptores, de los que hay más de 2000 clases, constituyen la clave de la farmacología científica.”
Considera que la psiquiatría científica es: pág. 71 “la rama mas atrasada de la medicina”.
Nos dice Bunge también pág. 81: “El principal motivo de la dificultad del problema del diagnóstico es que es inverso: se trata de remontar de síntomas a mecanismos, de efectos a causas, de productos a insumos, del presente al pasado, de conclusión a premisas. Y como se verá mas adelante, los problemas inversos son mucho más difíciles que los directos, porque tienen soluciones múltiples o ninguna.” Lo que le hace decir pág. 83: “ El buen médico es un híbrido de Hércules Poirot con Sherlock Holmes”. Es curioso porque poco antes de leer este libro tuve un pensamiento similar, la diferencia es que yo en lugar de pensar en esos clásicos detectives a los que he disfrutado leyendo pensé en un personaje mas contemporáneo, un doctor House que solucionase el problema, un familiar mío pasó 13 días hospitalizado (box de urgencias, unidad de cuidados intensivos, habitación) y pude comprobar como el caso se adecuaba a la naturaleza compleja de los problemas inversos. El diagnostico era un episodio de hiponatremia, disminución de la concentración de sodio en sangre que estuvo a punto de hacerle entrar en coma, por las informaciones que tuve los médicos estuvieron realizando pruebas medicas para “remontar de efectos a causas”, con el objetivo de descartar alguna de las posibles 11 causas que cita la Wikipedia de esa alteración. La cuestión es que consiguieron salvarle la vida auque a día de hoy se desconoce que fue lo que le produjo esa bajada de sodio. En general y visto desde fuera los procedimientos y normas que pude comprobar se adecuan a lo expuesto por Bunge en su libro. Normas como los Principios que enumera en la pág. 57: “ El ser humano es un sistema de subsistemas. Todos los subsistemas del cuerpo humano están conectados entre sí. Toda enfermedad es una disfunción de uno o más órganos. La salud mental es la del cerebro. La salud individual y la condición social se entrelazan. El médico debe evitar el pensamiento sectorial.”
Por que Bunge piensa pág. 123: “La medicina ha progresado en la medida en que ha abrazado la cosmovisión secular, racionalista, materialista, cientificista y humanista”.
Bunge hace algunas anotaciones que son plenamente actuales en los países con recortes sanitarios y privatizaciones, pág. 123: “Allí donde no es un bien público, la atención médica científica puede ser objeto de graves distorsiones”. Lo que nos llevaría a la necesaria unión de la “estrategia cientificista y una ética humanista”, pág. 131.
Con este he leído 46 libros de Bunge, son 200 páginas deliciosas escritas con una concisión, contundencia, capacidad de síntesis, de ir al grano, con la dosis suficiente de erudición y de compromiso de divulgación que conforma un libro que puede ayudar tanto a médicos como a pacientes (es decir, a la totalidad de la especie humana), da a conocer cual es el punto de vista de un filósofo que considera; “En el curso del siglo XVII la medicina descarta definitivamente a la religión y a la magia, y se adapta a la visión del mundo materialista (secular) así como a la gnoseología racionalista y empirista” pág. 47, “La biología y la medicina modernas no son vitalistas ni reduccionistas, sino más bien materialistas emergentistas.” pág. 48.
En resumidas cuentas un libro absolutamente recomendable. Lo único que lo empaña es una edición en la que he encontrado un puñado de errores (alguno se me ha podido escapar) que paso a copiaros:
El libro ya empieza mal de un principio, en la página 11 viene el Índice y en él hay un desfase de dos páginas de cada contenido, pues en la página 11 según el Índice tendría que venir el Prefacio, en la 13 viene el Prefacio y tendría que estar la Introducción y así con todos los capítulos.
Pág. 35. Dice: la minera la química, debería decir: la minera y la química.Pág. 39. Cita Robert Park (200) y es (2000).
Pág. 43. Cita a Feddi y es Freddi.
Pág. 56. Falta cerrar paréntesis después de la palabra ambulancias.
Pág. 70. Dice funcioes en lugar de funciones.
Pág. 76. Pone VHI y es VIH.
Pág. 95. Se cita Bunge 2000 y hay tres referencias de Bunge en ese año. Se repite el error en la pág. 127 y 133.
Pág. 95. Se cita Kahneman 2011 pero en las referencias bibliográficas solo hay Kahneman 1982.
Pág. 100. Dice probabiidad, debería decir probabilidad.
Pág. 101. Dice La probabilidades, debería decir Las probabilidades.
Pág. 109. En la primera frase la segunda “inversos” debe ser “directos”.
Pág. 128. Se cita van Bas van Fraassen y es Bas van Fraassen.
Pág. 149. Dice praxixología y es praxiología.
Pág. 154. Se cita Bunge 2004 y hay dos referencias en ese año.
Pág. 157. Cita a Cherki y es Cherkin.
Pág. 158. Se cita Bunge 2009 y hay dos referencias en ese año.
Pág. 171. La cita de Dilthey pone 1959 y en la bibliografía pone 1949.
Pág. 171. Se cita Bunge 1999 y hay dos referencias en ese año.
Pág. 183. Se cita Amiguelet y es Amiguet.
Pág. 202. La cita Charles Eddy (1882) esta equivocada, el año es 1982 y el nombre David M. Eddy.
En la actualidad estoy leyendo Historia del Materialismo de Federico Alberto Lange en su versión española de 1903, leo en la pág. 378 del primer tomo:
ResponderEliminar“La experiencia y la observación, dice la Mettrie, deben ser nuestros únicos guías; las hallamos en los médicos que han sido filósofos, pero no en los filósofos que no fueron médicos; sólo los médicos, que estudian tranquilamente el alma en su grandeza como en sus miserias, tienen derecho de hablar aquí; en efecto, ¿qué nos enseñan los demás y particularmente los teólogos? ¿no es risible, oírles decir descaradamente acerca de un objeto que jamás han conocido, del cual están alejados por sus estudios, por su obscurantismo, causa de mil preocupaciones, y, en una palabra, por su fanatismo que les hace ignorar lo que es el mecanismo del cuerpo?”
Acabo de caer en la cuenta de que aunque no sea un error si puede considerarse una carencia, el libro no tiene ni índice de autores ni índice de temas, lo cual dificulta su consulta posterior. Los libros de Bunge no son novelitas de usar y tirar, son libros para releer y consultar y sería deseable que sus ediciones fueran cuidadas y completas.
ResponderEliminarDurante la última semana he tenido un intercambio de correos electrónicos con Luis Carlos Silva Ayçaguer un profesor cubano del que podéis consultar información y leer artículos suyos en su página de Internet: http://lcsilva.sbhac.net/
ResponderEliminarPor su interés os copio aquí algunos fragmentos:
“El libro de Mario Bunge que tú ensalzas en tu blog a mí me ha parecido algo que contiene mucha información interesante pero también numerosos problemas y errores conceptuales, de redacción, en el hilo lógico, en los silogismos…. Aparte de ello, tiene algunas contradicciones flagrantes y no le faltan desatinos (en especial cuando se mete con la estadística). En su momento, voy a escribir un juicio crítico para fundamentar tan duras consideraciones que, tan pronto pueda, te haré llegar.
Hay una zona del libro (la que más me molesta o la más deficiente, si lo prefieres) tiene directamente que ver con mi especialidad. Estoy escribiendo un libro sobre este tema (Estadística Bayesiana aplicada a la salud) y allí voy a destinar un epígrafe a Bunge. Claro, una cosa es un juicio sobre el libro y otra los que me merecen sus consideraciones sobre Bayes, de modo que en mi reseña sobre el libro, tocaré el tema bayesiano de manera mucho más superficial a como lo haré en mi libro sobre el tema.
Que Bunge (a quien conocí en La Habana a comienzos de los 80, aunque desde las gradas, era entonces yo muy joven) lea mis opiniones, me parece muy bien. Una de las cosas que no me gusta del libro es su prepotencia (yo lo veo así). Le falta humildad. Y eso podría augurar, si es que él se da por aludido, una polémica agria. No me importa la polémica, ni siquiera que él no se ande con chiquitas (yo tampoco), pero no me gusta la acritud. Por otra parte, en mi libro “LOS LABERINTOS DE LA INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA…” publicado hace 3 años por Díaz de Santos, destiné un segmento a Bunge con motivo de algunas afirmaciones, a mi juicio carentes de racionalidad, que él hacía en su libro CÁPSULAS. Supongo que no las leyó… pues veo que en este de ahora no encara nada de lo que allí yo decía. Es curioso, sin embargo, que con su erudición, no haya reparado en ese texto. En realidad nadie puede leer todo, pero el título es bastante sugestivo como para que él hubiera tomado nota de su existencia (máxime cuando se le alude y no de manera tangencial y cuando de este libro se han vendido unos cuantos miles de ejemplares). Hay algo más, que no te oculto. A mí me dan un poco de vergüenza ajena algunas cosillas que aparecen en el libro y reparo en que quizás Bunge ya no tiene ni los reflejos ni la claridad de antaño. Claro, esta aprensión puede parecer pretenciosa, y además, lo cierto es que si Ud. dice que el Teorema de Pitágoras es falso, tal opinión circula con igual fuerza si Ud. padece Alzheimer (algo desconocido para quien lee sus opiniones) que si tiene 30 años y está en plenitud de forma. De modo que lo correcto sería hacer notar que dicho Teorema no es falso, independientemente de quién sea el que haya afirmado lo contrario.
El fragmento del libro a que se hace mención (Epígrafe 3.4.7, titulado "Probabilidades subjetivas: cuando un erudito se equivoca") es este:
En el marco del lenguaje cotidiano, incluso en el ámbito académico, la probabilidad no se entiende exclusivamente como la frecuencia relativa con que se produce un suceso a largo plazo, sino también (y en ocasiones, solamente) como el grado de convicción personal acerca de que el suceso ocurra o pueda ocurrir. (Sigue)
Afirmaciones del tipo «es muy probable que el Partido Liberal gane las próximas elecciones», «es improbable que Juan haya sido quien llamó por teléfono» o «la probabilidad de que se encuentre un tratamiento eficaz para el SIDA en los próximos cinco años es muy baja», comunes y corrientes en el lenguaje cotidiano, aluden a probabilidades que no suelen cuantificarse formalmente. Resultan ajenas por tanto a una metodología que se desenvuelva en un marco frecuentista. Sin embargo, suelen ser sumamente útiles para viabilizar el intercambio racional de las ideas. Es evidente que si le preguntamos a cierto número de personas razonablemente informadas cuán probable es que el campeón mundial de ajedrez resulte vencedor al jugar contra cierto aficionado, la inmensa mayoría dará alguna respuesta (es decir, no exigirá que se enfrenten varios cientos de veces para poder calcular la frecuencia de victorias del campeón). Usarán adjetivos y adverbios que por lo general no serán muy diferentes entre sí: «muy probable», «casi seguro», «altamente verosímil», etc.
ResponderEliminarDe hecho, las decisiones clínicas que cotidianamente se adoptan están implícitamente basadas en juicios probabilísticos subjetivos. Si se pregunta, pongamos por caso, a un intensivista la probabilidad de sobrevivencia que atribuye a un paciente que acaba de ingresar en su unidad, éste responderá de alguna manera, y esa respuesta —basada en su experiencia y sus conocimientos— constituye una síntesis sumamente valiosa para hacernos una composición de lugar. Si lo «presionamos», podríamos obtener incluso una respuesta numérica del tipo «la probabilidad de que sobreviva es aproximadamente 90%». En tal caso, el médico estaría aplicando una especie de regresión logística informal (subjetiva).
Otro ejemplo familiar lo aporta en el hecho de que todo veredicto al que se llega en un juicio, salvo que esté amañado o determinado por circunstancias ajenas al proceso judicial en sí, se realiza sobre la base de probabilidades subjetivamente configuradas. Yo considero incluso que, salvo rarísimas excepciones, es imposible demostrar la culpabilidad de ningún acusado. Expliquémonos con un ejemplo.
Supongamos que una víctima de violación declara que su agresor era un hombre muy alto y delgado, con muchos anillos en su mano derecha, quien huyó del lugar del hecho en un automóvil Chevrolet del año 1975 de color rojo. Supongamos que la policía detiene un coche con esos rasgos y que el conductor responde a las características descritas por la mujer. Admitamos además que el sujeto es reconocido por la víctima. ¿Ha quedado demostrada la culpabilidad del acusado? Obviamente, no. La probabilidad de que así sea es tan alta que nadie dudaría en condenarlo; pero no es imposible que se trate de una trágica casualidad o de un montaje rocambolesco en el que por alguna razón todos los «actores» se han puesto de acuerdo. Tal posibilidad es tan inverosímil que a la hora de tomar una decisión, se descarta.
Se aplicará el viejo principio jurídico anglosajón de declarar culpabilidad cuando ésta se haya constatado «más allá de toda duda razonable».
Pero, ¿qué es una «duda razonable»? Nadie debe pretender una definición formal: eso es materia de sentido común y, al final, algo inexorablemente subjetivo.
Lamentablemente, el cúmulo de pruebas no es por lo general tan avasallante: éstas son más débiles o confusas, e incluso contradictorias, de modo que a lo largo del juicio la probabilidad de que el acusado sea culpable se mueve o péndula para cada miembro del jurado, con más o (Sigue)
con menos irregularidad, entre 0 y 1. Pero siempre se trata de determinar si finalmente está suficientemente cerca de 1 como para dar un veredicto de culpabilidad: así se conducen jueces y miembros del jurado, aunque no operen con una cuantificación formal de la probabilidad.
ResponderEliminarLa tendencia contemporánea se inclina sin embargo a incorporar cómputos formales (véase Fenton y Neil, 2000) los cuales se realizan típicamente a través del enfoque bayesiano (al que me referiré en la Sección 6.9), aunque se trata de ideas que aún padecen de un alto grado de incomprensión. En un libro que recoge artículos de prensa escritos por el filósofo de la ciencia Mario Bunge pueden hallarse ejemplos persuasivos de tal dificultad (Bunge, 2003). Allí puede leerse:
"Una nueva escuela jurídica norteamericana, nacida hace tres décadas, dice emplear el concepto de probabilidad para medir la credibilidad de litigantes y testigos, así como la posibilidad de que un jurado tome una decisión acertada. Pero la probabilidad propiamente dicha, o sea, la matemática, es totalmente ajena a los pleitos, porque la probabilidad mide el azar, y los pleitos, por accidentados que sean, no son aleatorios sino que, por el contrario, están dirigidos (bien o mal). En el mejor de los casos, la jurisprudencia probabilista da una apariencia científica a un argumento jurídico ordinario. En el peor de los casos conduce al error judicial, porque las probabilidades en cuestión son subjetivas y por lo tanto arbitrarias."
Disparatado silogismo: como hemos visto, carece de todo sentido decir que, dado que una probabilidad es subjetiva, entonces es necesariamente arbitraria. Pero no es todo. Bunge remata diciendo « ¡Ojo a la probabilidad jurídica, porque pone en peligro la familia, la propiedad, o aun la vida!». Como si la desaparición del pensamiento probabilístico fuera posible. Y peor aún, ¡como si tal abolición garantizara que no se fueran a cometer errores judiciales y con ello quedaran a salvo la familia, la propiedad y la vida!
Aunque en ese texto de Bunge figuren no pocas oraciones crípticas e ininteligibles tales como «…algunos aspectos del mundo son causales, otros aleatorios y otros más caóticos», el pasaje donde se aprecian más claramente los prejuicios y la incompetencia de Bunge en esta materia, es el siguiente:
"También es falsa la opinión de que tenemos derecho a atribuirle una probabilidad a todo acontecimiento. En efecto, sólo podemos adjudicar probabilidades a acontecimientos aleatorios. Este es el caso del resultado de «revolear» una moneda honesta. En cambio, si la moneda ha sido fabricada por un tahúr, no corresponde hablar de probabilidades."
Me resulta curioso que el gran epistemólogo argentino no capte que la situación es exactamente la opuesta: decir de antemano que una moneda es «honesta» equivale a atribuirle (subjetivamente) una probabilidad de 0,5 a cada lado. Por otra parte, si se parte de calificarla como «honesta», entonces ponerse a «revolearla» ya carece de sentido. Finalmente, si hubiera sido «fabricada por un tahúr», esa sería exactamente la situación en que más claramente procedería «hablar de probabilidad», ya sea con vistas a estimar la que corresponda a cada posible desenlace bajo la definición frecuentista, ya sea subjetivamente —usando nuestro conocimiento, si lo tuviéramos, sobre las «mañas» habituales del tahúr— o incluso combinando ambos enfoques mediante el teorema de Bayes.”
Luis Carlos:
ResponderEliminarDices:
“Aunque en ese texto de Bunge figuren no pocas oraciones crípticas e ininteligibles tales como «…algunos aspectos del mundo son causales, otros aleatorios y otros más caóticos”.”
No entiendo cómo puedes decir que esa es una oración críptica e ininteligible, cuando Bunge define los términos que aparecen en ella en el artículo o los ha definido en otras obras suyas. Si una frase tan simple te parece ininteligible no quiero pensar lo que dirías al leer el tercer tomo de su Tratado de Filosofía.
Luis Carlos:
ResponderEliminarNo sabemos si Bunge tuvo acceso al fragmento aquí reproducido de tu libro, debido al seguimiento que hago de Bunge en Internet para tener actualizada su Bibliografía que se encuentra en mi blog, puedo decir que si tuviera que contestar todas las críticas a él o su obra que aparecen en libros, revistas, Internet, etc., no tendría tiempo de hacer mucho más. En cualquier caso el tema lo ha tratado en muchos de sus libros y también en Internet como puedes comprobar aquí:
http://estadisticamigable.blogspot.com.es/2009/02/teorema-de-bayes-el-prejuicio-hecho.html
Me remito a dos libros suyos relativamente recientes donde trata el tema como son Emergencia y convergencia y A la caza de la realidad, con más profundidad y extensión que en Cápsulas, allí podrás encontrar las argumentaciones que pareces reclamar en respuesta a tu fragmento.
La impresión que yo tengo es que Bunge y tú habláis de dos cosas diferentes, tú mencionas en tu texto el lenguaje cotidiano y el sentido común mientras que Bunge dice por ejemplo en la página 158 de A la caza de la realidad:
“La razón por la cual los científicos han de evitar el bayesianismo es que, por su subjetivismo, invita a atribuir probabilidades de manera arbitraria a cualquier cosa, lo cual difícilmente puede considerarse un procedimiento científico.”
El error fundamental de Bunge (que atraviesa toda su prédica antibayesiana)reside en, precisamente, afirmar que el bayesianismo atribuye probabilidades de manera aribtraria". Homologa aribtrariedad con subjetividad. Mientras esta última es inevitable en la ciencia, la primera es algo ajeno a ella (a la ciencia) e incluso pernicioso. Cuando yo digo que la probabilidad de que Brasil gane a Corea del Norte en el mundial es 0,984, la de que empate 0,04 y la de que pierda es 0,01, no he elegido esos números de una tabla de números aleatorios. Lo he decidido sobre una base subjetiva pero no arbitraria (si hubiera sido de aquel modo, las casas de apuestas no hubieran ganado millones con ese partido del pasado mundial).
ResponderEliminarACLARACIÓN:
EliminarCometí un error con los números, quise poner 0,95 en lugar de 0,984. De paso, comento que son esas probabilidades subjetivamente determinadas las que emplean las casas de apuestas para fijar, mediante sus inversos, los odds que a su vez sirven para establecer cuánto se paga por un acierto. Si fueran “aribtrarias”, tales empresas quebrarían. Sin embargo, lo que hacen es ganar sumas millonarias. Acaso no haya mejor ejemplo del absurdo de decir que no se pueden manejar probabilidades en procesos que son causales. Claro que si Brasil gana es por una causa (hizo más goles que Corea). El desenlace es debido a una causa. Pero el proceso que lo determina se puede manejar como un suceso aleatorio debido a que no podemos conocer ese desenlace con certeza aunque conozcamos el valor de muchas de las variables que pudieran influir en él (y, dicho sea de paso, esos dos equipos no se habían enfrentado jamás antes, de modo que la posibilidad frecuentista no ha lugar). Si ese manejo es fructuoso o no, es otra historia. Pudiera no serlo, pero suele serlo. Por ejemplo, a las casas de apuestas sí que les resulta redituable (y, por cierto, no es una casualidad que todas ellas otorguen más o menos los mismos previos; si las decisiones de ellas fueran “arbitrarias”, una casa pagaría 3,70 euros si gana Brasil y yo aposté por ese equipo, otra pagaría 212,51 euros y otra pagaría 1,03 euros). Pero como no son arbitrarias sino subjetivas (en buena medida), y como todas usan los mismos métodos para determinar esas probabilidades (el “elicitation”, que le llaman, de las probabilidades), los premios son parecidos: por ejmplo, 1.31, 1.29, 1.35...., como puede comprobarse en segundos entrando a varios sitios de apuestas en la víspera de un partido crucial. El proceso, en suma, para llevar adelante probabilidades de sucesos no intrínsecamente aleatorios, dista de ser “arbitrario”. Es subjetivo pero es racional. Ejemplos de su empleo exitoso hay miles (para no ir más lejos, lo emplean todos los traductores algorítmicos de un texto que se quiere pasar de un idioma a otro).
La oración me resultará críptica mientras no se me diga qué es un “aspecto del mundo”. Por otra parte, no entiendo que un aspecto (sea lo que sea) pueda ser “causal”. Lo que puede serlo o no es una relación, no un suceso. Lo peor, sin embargo, es la oración en que se habla de “aspectos del mundo más caóticos”. ¿Qué es un aspecto caótico? ¿Y más caóticos que qué? ¿Cuál es el aspecto caótico que toma como base para afirmar que hay aspectos que son más caóticos? No digo que no existan posibles definiciones para la categoría “aspecto del mundo”; digo que yo las ignoro. Si puedes hallarla en otra obra o en este libro, como afirmas, házmelo saber (es decir, comunícame cuál es o dónde está). Si eres capaz de decir qué es más caótico que qué en esa oración y por qué, también me gustaría saberlo.
ResponderEliminar
ResponderEliminarLuis Carlos:
Te confieso que mi primer pensamiento (malvado) fue contestar a tu pregunta de que es un aspecto del mundo copiando una frase tuya del fragmento de tu libro arriba reproducido, esa que dice: “Nadie debe pretender una definición formal: eso es materia de sentido común”, no quiero ser tan malo (aunque en realidad al mencionarlo ya lo he sido).
Ya en la primera página del artículo de Cápsulas del que hablamos y que se titula Azar y causalidad, caos y accidente, termina la página diciendo “Los ejemplos mencionados sugieren que el azar no es un mero nombre que damos a la ignorancia o incertidumbre, sino un aspecto del mundo real”.
No le veo mayor problema al asunto, a no ser que quieras que te defina “aspecto” como conjunto de rasgos o características que muestra una persona o cosa, y “mundo” como el sistema de todos los existentes.
Dices: ”Por otra parte, no entiendo que un aspecto (sea lo que sea) pueda ser “causal”. Lo que puede serlo o no es una relación, no un suceso.”
Pregunto: ¿Por qué una relación no iba a ser un aspecto del mundo?
Para Bunge la relación causal se mantiene exclusivamente entre eventos (cambios de estado). No sé si tu “suceso” es equiparable a su “evento”.
En la página 79 habla del caos.
Por cierto, sobre tus preguntas:
“¿Y más caóticos que qué? ¿Cuál es el aspecto caótico que toma como base para afirmar que hay aspectos que son más caóticos? “
Creo que has tenido una pequeña confusión, Bunge dice: “Algunos aspectos del mundo son causales, otros aleatorios y otros más caóticos”, parece que has tenido un problema con un coma imaginaria que tú has colocado en un sitio diferente de donde la habría puesto Bunge, me explico, lo que Bunge quería decir es:
“y otros más, caóticos” y tú has entendido “y otros, más caóticos”
Es un recurso de Bunge cuando enumera cosas, si lees Filosofía para médicos pág. 59 encontraras este ejemplo: “Pero de hecho todos nos enfermamos de algo alguna vez, y nuestros antepasados de hace sólo un par de siglos se enfermaban con mayor gravedad y mayor frecuencia que nosotros, unos por infecciones, otros por mala nutrición o mala higiene o mal estilo de vida, y otros más por guerras u otras violencias.”
Por lo tanto Bunge en es frase no compara el caos con nada.
1. Creo que hay nociones (y contextos para ellas) donde pretender una definición formal es más bien absurdo, pero que hay otros en las que tal pretensión no es descabellada. Especialmente cuando alguien desarrolla silogismos formales como hace Bunge.
ResponderEliminar2. Cuando Bunge dice que “el azar no es un mero nombre que damos a la ignorancia o incertidumbre, sino un aspecto del mundo real”, adopta una posición doctrinaria y terminante.... porque él lo decide así. A mi juicio, se equivoca en el sentido de que OPERATIVAMENTE, cuando no tenemos relaciones deterministas, nos conducimos (y lo que es más importante, nos conducimos fructuosamente), atribuyendo al grado de nuestra ignorancia o incertidumbre una probabilidad. Sobre esto me extenderé cuando pueda escribir una nota que ponga claramente de manifiesto la diferencia entre la teoría axiomática de probabilidades (de Kolmogorov) y el uso que damos a esa teoría cuando atribuimos las probabilidades antedichas para cuantificar nuestro “grado de certidumbre”. De momento, para tener una lista de casos donde la teoría de probabilidades se aplica de ese modo, en muchos de esos ejemplos, con frutos innegables, te remito al artículo “Las razones para el debate, posición de la OMS ante la MNT y la teoría de probabilidades”, que puede hallarse en la sección de Artículos en mi página http://lcsilva.sbhac.net
3. Admitiendo que una relación pueda ser un “aspecto del mundo”, él es quien dice que el hecho (no la relación) es causal.
4. Lo cierto es que Bunge no pone ninguna coma (yo tampoco). Yo leo lo que leo; no me toca suponer que quiso decir lo que no dijo. Como él no pone coma alguna, entiendo que él dice “Algunos aspectos del mundo son más caóticos que los causales y los aleatorios”. En cualquier caso, si hubiera escrito “Algunos aspectos del mundo son causales, otros aleatorios y otros más, caóticos” (que, reitero, NO LO HIZO), tendría que suponer que el divide los aspectos del mundo en tres tipos: CAUSALES, ALEATORIOS Y CAÓTICOS. Lamentablemente, no me puedo imaginar qué podrá entender por aspectos caóticos y en qué se diferencia de los aleatorios. No digo que no se pueda arriesgar una definición para tal calificativo, pero, nuevamente, no me toca a mí como lector correr ese riesgo.
5. La oración: “Pero de hecho todos nos enfermamos de algo alguna .... otros más por guerras u otras violencias.” que reproduces en tu post, me parece perfecta, comprensible, inequívoca. Lamentablemente, no todas las enumeraciones de Bunge gozan de tal grado de claridad. Pero nos hemos atascado un poco en la naturaleza críptica (para mí lo es) de la oración de marras. En realidad, eso es lo de menos. Pudiéramos pasarnos mucho tiempo en un ejercicio de exégesis aburrido y algo estéril. Yo prefiero no enfrentarme a una afirmación científica como si fuera un pasaje bíblico, pero me parece que al final eso pudiera ser más o menos lateral. Las cosas que no lo son pudiéramos dejarlas para cuando haga mi reseña, pues en definitiva tengo la “deuda” de fundamentar las afirmaciones que hice en general sobre el libro.
Luis Carlos:
ResponderEliminarPor ir cerrando algunos temas, pues tenemos muchos abiertos y de mucho interés (dame tiempo para responderte, ando un poco liado).
He encontrado un par de ejemplos más de lo que yo considero un recurso de Bunge cuando enumera cosas y que tiene la estructura “algunos-otros-otros más” son del libro Buscar la filosofía en las ciencias sociales (que puedes leer aquí http://ar.groups.yahoo.com/group/filosofia-mario-bunge/), pág. 196: “Algunos historiadores sólo ponen atención a los acontecimientos políticos y a los militares, otros se centran en los hechos culturales y otros más en los procesos económicos”, pág. 269: “algunos científicos sociales son individualistas, mientras que otros son holistas y otros más sistemistas”. Este último ejemplo es parecido al que nos ocupa. Desde luego esta forma de escribir se presta a errores por lo que debería ser corregida. El único que puede dilucidar lo que quería decir es el propio Bunge, así que doy por terminada la cuestión.
Luis Carlos:
ResponderEliminarActualmente estoy leyendo Historia del materialismo de Federico Lange, en el segundo tomo viene esta frase: “Los discípulos de Hegel no estudiaron lo que Hegel estudió, sino que estudiaron a Hegel”, que define muy bien mi situación con Bunge. Yo no soy matemático, ya debajo de la cabecera del blog confieso ser un aficionado, hasta ahora todo lo que había leído sobre bayesianismo era de Bunge y ahora empiezo a leer cosas tuyas. Te digo esto para que no esperes grandes reflexiones por mi parte sobre este tema (ni en general sobre ninguno). Es Bunge quien debería contestar a tus cuestiones. Dicho lo cual me voy a atrever a hacer algunos comentarios.
Parto del ejemplo que citas de las apuestas entre Brasil y Corea del Norte, dices:
“Cuando yo digo que la probabilidad de que Brasil gane a Corea del Norte en el mundial es 0,95, la de que empate 0,04 y la de que pierda es 0,01”, supongo que habrás echado mano de la clasificación de la Fifa de selecciones que se puede ver aquí http://es.fifa.com/worldranking/rankingtable/index.html
En la clasificación actual Brasil ocupa el lugar 18 y Corea el 99, imagino que en la época del mundial Brasil estaba en el primer puesto y Corea en un lugar parecido al actual, en base a esta posición que se establece con un formula P=MxIxTxC en la que no voy a entrar pero que forma una clasificación objetiva, así actúa como un mecanismo que garantiza que introduciendo los mismos datos produzca los mismo resultados, en Brasil y en Corea, sin embargo con el método bayesiano esto no es así, un aficionado coreano hubiera dado otros números. Admito que tu elección no debe ser considerada aleatoria ni caprichosa ni arbitraria, pero tampoco es una elección que contenga un mecanismo (una formula) que permita que un situación igual produzca una cantidad igual, ni siquiera la misma persona tiene porque dar las mismas cantidades. ¿Por qué 0.95 en vez de 0.94 o 0.96? ¿Qué números se darían a equipos muy cercanos en la clasificación?
Aquí es donde entrarían las críticas de Bunge al subjetivismo, dice por ejemplo en A la caza de la realidad pág. 165: “Los numerosos experimentos de Daniel Kahneman y sus estudiantes han mostrado de manera concluyente que nuestros juicios subjetivos de probabilidad y plausibilidad (o verosimilitud) son a menudo incorrectos y que no satisfacen los axiomas del cálculo de probabilidades (Kahneman, Slovak y Tversky, 1982). Dice en la página 158: “Tal como señalara Venn (1962) hace más de un siglo, cualquier emoción o pasión intensa influirá nuestras estimaciones de la probabilidad de los eventos.”
Este hecho aleja esta interpretación del bayesianismo del camino de la ciencia, que es lo importante de esta cuestión, saber si es científico, aunque no lo aleja de otros caminos como puede ser el éxito monetario que no puede ser considerado bajo ningún concepto un criterio de cientificidad, pues entonces muchas pseudociencias como la astrología, la homeopatía, etc., serían ciencia. Como dice Bunge la opinión cuantificada no es más rigurosa que la opinión cualitativa.
Luis Carlos:
ResponderEliminarDices: “Cuando Bunge dice que “el azar no es un mero nombre que damos a la ignorancia o incertidumbre, sino un aspecto del mundo real”, adopta una posición doctrinaria y terminante.... porque él lo decide así.”
La frase que mencionas empieza diciendo: “Los ejemplos mencionados sugieren que el azar…”, no me parece que la palabra “sugiere” sea doctrinaria y terminante. En cualquier caso las cosas se tienen que ver en su contexto y el de Bunge es su obra, cada vez que el “decide” algo seguramente tiene detrás un libro donde razona, argumenta y fundamenta lo que esta diciendo.
Luis Carlos:
ResponderEliminarDices: “A mi juicio, se equivoca en el sentido de que OPERATIVAMENTE, cuando no tenemos relaciones deterministas, nos conducimos (y lo que es más importante, nos conducimos fructuosamente), atribuyendo al grado de nuestra ignorancia o incertidumbre una probabilidad.”
El mismo Bunge reconoce en Emergencia y convergencia pág. 285: “Las estimaciones subjetivas de toda cantidad, si bien a menudo necesarias en la práctica, no están matemáticamente bien definidas ni son fiables. Preferir su uso a la postulación o el cálculo es como reemplazar la geometría por la estimación a ojo de distancias y ángulos que realiza un carpintero.”
En una entrevista que podéis leer aquí:
ResponderEliminarhttp://www.jotdown.es/2013/06/mario-bunge-la-mayor-parte-de-los-filosofos-actuales-se-ocupan-de-menudencias/ realizada en mayo de este año 2013, Bunge dice que ha vuelto a escribir el libro Filosofía para médicos en inglés con el título Medical philosophy , dice también que sale a finales de mayo.
Como curiosidad dice también que está actualmente escribiendo sus memorias, es curioso porque en una entrevista que le hicieron en junio de 2001 decía: “No tengo tiempo de pensar en la muerte. No tengo ni siquiera tiempo para escribir mis memorias. Me han pedido que las escriba antes de que me vuelva senil, antes de que pierda definitivamente los recuerdos, pero me resulta imposible. Siempre estoy en medio de proyectos y viajes.” Parece ser que 12 años después su vida ha cambiado lo suficiente como para escribirlas, cosa que me parece fenomenal de cara a sus lectores, pero que parece un síntoma de eso que el mismo dice en la entrevista “Mi vejez empezó a los 90 años”. Ojala nos dure mucho más el viejo maestro.