LA
CONCIENCIA SEGÚN HAMEROFF
Fermín Huerta Martín
Orch-OR es
la teoría más completa, ambiciosa y detallada de la conciencia, con un
importante poder explicativo.
Hameroff
pág. 450
Aunque la
portada del libro parece estar destinada a seguidores de la New Age y el
subtitulo así lo ratifica (Todo tiene conciencia, de una piedra a un árbol.
Argumentos científicos a favor del pampsiquismo), la verdad es que el libro
Conciencia y mecánica cuántica contiene 17 artículos bastante actuales del tema
resumido en el titulo con un enfoque científico escrupuloso, otra cosa
podríamos decir de las propuestas filosóficas que en base a ese enfoque
científico realiza cada autor. La filosofía tiene más libertad que la ciencia
para plasmar sus planteamientos. Todo esto (seguramente) no hubiese sido
suficiente para comprar el voluminoso tomo de casi 600 páginas. Lo que me
decidió fue la presencia entre estos autores de dos en concreto: Roger Penrose
y Stuart Hameroff, y antes que eso las imágenes de sus textos que pude encontrar
mientras ojeaba el ejemplar. El que haya leído con anterioridad mi blog sabrá
que en los últimos años he venido desarrollando una propuesta filosófica que he
denominado Materialismo ontológico onírico, en diferentes artículos: Teoríafilosófico-onírica de los dos lados, Materialismo ontológico onírico y
Desarrollo práctico del Materialismo ontológico onírico. En el primero de ellos
cito a Penrose como ejemplo de un mecanismo posible como base a mi propuesta
filosófica, aunque leí a Penrose en 1998 y 1999 no me fije demasiado en su
tesis hasta que no empecé a trabajar en mi teoría. Era un ejemplo junto al de
Eccles de lo que yo planteaba.
En su
artículo Penrose explica su encuentro con Hameroff: “Afortunadamente para mí,
Stuart Hameroff, un anestesista de la Universidad de Arizona en Tucson, leyó mi
libro y, dándose cuenta de lo limitado de mis conocimientos fisiológicos, me
explicó la existencia y la importancia de los microtúbulos. Stuart había
llegado por su cuenta a la conclusión de que algo más allá de la mera
propagación nerviosa tenía que estar implicado y, en particular, le habían
llamado la atención los gases químicamente tan diferentes que podían actuar
como anestésicos generales. Pensó que estos gases anestésicos podrían actuar
directamente (pero no químicamente) sobre los microtúbulos de las neuronas.”
El resultado
ha sido una colaboración muy fructífera. Para el presente texto voy a ceñirme
al artículo en solitario de Hameroff pues me parece extraordinariamente
interesante.
Empezamos
por el problema de la medición, que es uno de los temas recurrentes que
transita en todos los artículos del libro.
Dice
Hameroff en la página 406:
“La
conciencia y la naturaleza de la realidad están relacionadas a través del
“problema de la medición” de la mecánica cuántica. Es decir, a escala
microscópica, las partículas pueden existir como superposiciciones de múltiples
posibilidades coexistentes, descritas por una función de onda cuántica. Sin
embargo, cuando se amplifican, miden u observan, las superposiciones parecen
reducirse o colapsar a estados definidos, el mundo macroscópico que percibimos.
Se desconoce por qué ocurre esto, pero se han propuesto varias explicaciones”
Luego
enumera una serie de posibilidades, Reducción subjetiva (la observación
consciente reduce las ondas a partículas). Muchos mundos (El colapso no ocurre
y todas las posibilidades coexisten eternamente). Decoherencia ambiental (la
superposición se mezcla con su entorno) y Reducción objetiva (OR), “un proceso
físico objetivo provoca la reducción del estado cuántico a un resultado OR o a
otro, no a ambos a la vez”
Continúa en
la página 409: “Penrose había reconocido que la no computabilidad era una
característica sutil pero importante de la conciencia, y una pista sobre su
origen. La OR podría proporcional la no computabilidad, y también aspectos
fundamentales de la experiencia consciente”
Hameroff
aporta algo de su especialidad:
“A mediados
del siglo XIX, se descubrieron ciertos gases que, cuando se inhalaban en
concentraciones críticas, hacían que los seres humanos y los animales perdieran
el conocimiento y/o dejaran de tener un comportamiento intencionado. Si la
respiración se mantenía adecuadamente, cuando se exhalaba el gas “anestésico”,
los sujetos y los animales se despertaban y recuperaban la consciencia
prácticamente sin cambios. Los estudios modernos han demostrado que la
anestesia es selectiva, ya que impide la consciencia al tiempo que mantiene las
actividades cerebrales no conscientes que continúan bajo los efectos de la anestesia. EL MECANISMO
PRECISO DE LA ACCION ANESTESICA DEBERIA
LOCALIZAR LA CONCIENCIA EN EL CEREBRO.” Pág. 415
La
argumentación parece inapelable, si la anestesia inhibe la conciencia allí
donde actúa la anestesia es donde se encuentra la conciencia.
“Penrose
propuso en su lugar que la OR que ocurre espontáneamente causaba, o era
equivalente a, la experiencia fenoménica, la (proto)consciencia.” Pág. 409
“Sin
embargo, para que el cerebro convierta la OR protoconsciente en una experiencia
fenoménica completa y rica y en una acción volitiva no computable, se
requeriría algún tipo de proceso computacional cuántico organizado
(“orquestado”)” Pág. 411
“A
diferencia de otras teorías, Orch-OR atribuye la conciencia a cálculos
cuánticos en microtúbulos dentro de la neuronas cerebrales, más concretamente
dentro de las dendritas y el soma de las neuronas piramidales corticales de la
capa 5. Estos cálculos cuánticos están orquestados por microtúbulos, y se
entrelazan, evolucionan y terminan mediante la “reducción objetiva” OR de Penrose,
introduciendo la no computabilidad y la experiencia consciente.” Pág. 442
Hay varios
asuntos en todo esto que se pueden cuestionar. La primera sería ésta: ¿Por qué
este acontecimiento iba a producir protoconciencia? Es un salto ontológico muy
importante, se está diciendo que un cambio desde una indefinición (una nube)
hasta una definición (una gota) produce algo de naturaleza completamente
distinta, una protoconciencia, algo categorialmente diferente de aquello que
estamos tratando. Es una apuesta muy arriesgada.
Otra crítica
es la de la orquestación, ¿Por qué esta multiplicidad ingente de
protoconciencias iba a coordinarse de la manera que lo ha hecho? Y sobre todo
¿Cómo constituye esta sensación de unidad que tiene la conciencia?
Para la
existencia del ego, tan necesaria es la conciencia como la memoria. El tema es
tratado de pasada en el texto de Hameroff, da un boceto del mismo en la pág.
419:
“Las
neuronas cerebrales no se dividen. Estas neuronas, una vez formadas, pueden
crecer, formar nuevas sinapsis y reestructurarse (basándose en gran medida en las actividades de los microtúbulos), pero
no se someten a mitosis. Por tanto, muchos microtúbulos neuronales son
estables, aunque los de los axones pueden “caminar”, ensamblándose en un
extremo y desensamblándose en el otro. Pero los microtúbulos
dentrítico-somáticos están “tapados” y no añaden ni pierden tubulinas en sus
extremos. Como cada tubulina de un microtúbulo cerebral puede ser una de 22
isoformas diferentes, y cada una de ellas puede también modificarse
postraduccionalmente de una de 5 formas diferentes, o fosforilarse, etc., y
como los microtúbulos dentrítico-somáticos son entramados estables, y como hay
unas 10 elevado a 8 tubulinas por neurona, ofrecen “lechos de memoria” ideales,
precisamente donde se produce la conciencia según Orch-OR.”
En la pág.
449 dice: “Los microtúbulos codifican y procesan la información cognitiva,
incluida la memoria, como estados de las tubulinas dentro de las redes de
microtúbulos en el interior de las neuronas cerebrales. La conciencia Orch-OR
puede entonces modular activamente la cognición.”
Sin embargo,
es una mezcla un tanto extraña ubicar en el mismo sitio conciencia y memoria,
si ya parece extraordinariamente complicada la orquestación de las
protoconciencias que da como resultado esa “sensación” de unidad que todos
tenemos de nuestra conciencia, aun se complica más si suponemos que lo mismo
que genera la conciencia almacena la memoria en el mismo lugar. Es una mezcla
complicada. Aunque el yo sé destile y configure del poso de los recuerdos acumulados,
el yo en si mismo no los tiene presentes continuamente (ni podría). Parece
haber una separación entre ambos entes (yo y memoria), parece que las personas
que pierden la memoria siguen disponiendo de un yo operativo (aunque limitado).
Mi madre, enferma de alzhéimer, como no me recordaba, al ser preguntada quien
era yo, una vez respondió “una buena
persona”, sin embargo, ante el incordio de una mosca que le recorría la mano la
espanto de un manotazo.
Esa
diseminación de la memoria por todo el cerebro haría complicadísimo la
localización de los recuerdos.
En su
propuesta, un ordenador podría tener conciencia, así dice en la pág. 421:
“Los
ordenadores cuánticos que pudieran evitar la Decoherencia/OR prematura y fueran
capaces de organizar adecuadamente, u “orquestar” la información cuántica ,
podrían evolucionar para terminar o “detenerse” por OR “orquestada” en el
tiempo t=h/Eg, dando lugar a un momento consciente.”
Esto se basa
en su propuesta de que la conciencia brota de los procesos OR, sin acotar ninguna
característica de los mismos, de tal manera dice Penrose, pág. 368:
“Se propone
que existiría una realidad
auténticamente evolutiva en la que se
estarían produciendo todo el tiempo numerosos
acontecimientos OR no coordinados.”
En mi
propuesta esto no sería así, solo
determinados acontecimientos inextricablemente unidos a la materia viva
pueden dar lugar al entrelazamiento entre una parte esa materia biológica y el Lado 2. Por lo tanto la protoconsciencia
solo se empezaría a dar en seres vivos. Quizás algún día, cuando se conozca en
profundidad el mecanismo, podría replicarse artificialmente diseñando
estructuras para que en una entidad no biológica pudiera darse dicho
entrelazamiento, no sabemos si tal cosa pudiera llegar a ser posible. Porque la
configuración del ego (que no olvidemos se encuentra en el Lado 2) surge de un
proceso muy largo asociado a entes vivos con determinadas experiencias, y no sabemos
si esto sería reproducible artificialmente.
No sé si mi
admirado Mario Bunge llegó a conocer la presente teoría, pero supone una
posible realización de su tesis de un materialismo emergentista donde la mente
surge de niveles ontológicos previos. La teoría por la que yo me decanto está
más en la línea de mis otros tres admirados, Gustavo Bueno, Henri Bergson y
Plotino.
La lectura
del presente libro y sobre todo de los dos artículos mencionados de Hameroff y
Penrose me has estimulado para profundizar un poco más en mi propuesta filosófica que he denominado
Materialismo ontológico onírico, de tal modo que ya estoy trabajando en otro
artículo relacionado con el tema y que se llamara Ego y memoria.