domingo, 28 de julio de 2013

HOLBACH QUE ESTAS EN LOS CIELOS (I)



















Holbach que estas en los cielos (I). 
Holbach ontólogo.
Fermín Huerta Martín 

El espíritu de un hombre que piensa obtiene de un buen libro más que el espíritu de un ignorante de todos los placeres que le proporcionan sus riquezas. Estudiar es reunir un arsenal de ideas. La cantidad y combinación de sus ideas es la que establece las diferencias entre los hombres y les confiere ventaja sobre los otros animales.
Holbach


Hubiera bastado con leer los piropos que Mario Bunge dedica a Holbach para haber tenido la tentación de leer su obra, piropos como estos:
“La visión sistémica de la sociedad fue anticipada por Ibn Jaldún, el gran sociólogo tunecino de fines de siglo XIV. La misma concepción fue formulada y usada explícitamente cuatro siglos después por el Barón de Holbach, colaborador insigne de la enciclopedia dirigida por d´Alembert y Diderot. Holbach fue el fundador del Sistemismo filosófico, con sus obras Système de la nature (1770) y Système social (1773). Fue muy influyente en su tiempo, pero hoy se le ignora sistemáticamente en las facultades de humanidades del mundo entero.”
Filosofía y sociedad
“De hecho, la primera filosofía sistémica fue elaborada por el famoso barón d´Holbach. Al principio mismo de su Système social (1773) escribió: “Todo está unido en el mundo moral (social) como en el mundo físico”. Tres años antes, en su Système de la nature, había explicado sus razones a favor de la sistematicidad (y materialidad) de la naturaleza. Esto no hizo gracia a los altos poderes de aquel tiempo: sus influyentes trabajos fueron prohibidos en Francia, el país adoptivo de d´Holbach. Y la ilustración francesa en su integridad es ignorada en la mayoría de las universidades, donde el sistemismo, confundido a menudo con el holismo, es tan popular como el materialismo, el espanto de los pusilánimes. “
Emergencia y convergencia
“El crédito por haber unido el materialismo con el Sistemismo hay que otorgárselo al barón D´Holbach (1773), uno de los más importantes enciclopedistas. En efecto, parece haber sido él el primero en sostener no solamente que todos los existentes son materiales, sino también que todo, tanto en la naturaleza como en la sociedad, está relacionado. Esta ontología, el materialismo sistémico, prosperó en las ciencias naturales, todas las cuales estudian sistemas materiales, sean estos tangibles como los sistemas nerviosos o intangibles como las moléculas y los sistemas sociales.
A la caza de la realidad
Sin embargo hasta que no leí Historia del materialismo de Lange, que contiene un capítulo con el título de la obra de Holbach no me decidí a comprarme el libro.
Este volumen es una edición de Laetoli de 2008, cuenta Vidal Peña en su artículo El barón Holbach, hoy que se trata de una versión con pequeños cambios de la edición de 1982 de Editora Nacional, uno de los cambios es usar la introducción como epílogo, en mi caso esto no surtió efecto, leí primero el epílogo. La edición es casi impecable, el libro se tiene que leer con 4 puntos de libro, uno para la página por donde va la lectura y otros para las notas de la edición de 1770, 1821 y las notas de los traductores. Se han tomado la molestia de traducir las citas en otros idiomas, muy abundantes, sobre todo en latín. Se echa de menos un índice de nombres y otro de palabras clave, tan útiles en este tipo de libros para futuras consultas.
No hay demasiados errores tipográficos, pero he encontrado un puñado que paso a copiaros:
Pág. 82, dice “hay podido”, debe decir “haya podido”.
Pág. 100, hacerme un idea – hacerme una idea.
Pág. 230, sufelicidad – su felicidad.
Pág. 232, el vuelco – al vuelco.
Pág. 261, que no se no acuse – que no se nos acuse.
Pág. 311, sus dejan de existir – sus deberes dejan de existir.
Pág. 321, esencialmente diversas – esencialmente diversos.
Pág. 445, no este Dios – no es este Dios.
Pág. 469, somos responsable – somos responsables.
Pág. 471, ssólo – sólo.
Pág. 472, décil – dócil.
Pág. 487, podoroso – poderoso.
Pág. 517, y que no la virtud – y que la virtud.
Pág. 530, la nota 44 se ha numerado 14.
En las notas de la edición de 1770 de la primera parte, las notas 61 y 81 no aparecen en el libro.
Por cierto dice Vidal Peña que el estilo de Holbach es seco, reiterativo y mortalmente plúmbeo y dice también José Manuel Bermudo: “su obra, leída con nuestros hábitos analíticos, resulte tosca, recurrente, amateur. En cambio, leída espontáneamente, sin necesidad de analizarla, resulta refrescante, purificadora, bienhechora”. La mía, sin duda, ha debido ser una lectura espontanea, pues he disfrutado mucho con ella, hasta el punto de casi haber seguido la norma de Bunge cuando estaba leyendo el Quijote y Guerra y Paz, no superar el límite de cinco páginas por día, para disfrutarlas. En mi caso procuraba leer un capítulo diario. La importancia de este libro me hace considerarlo ya mi tercer libro de ontología materialista favorito junto con El moblaje del mundo de Bunge y Ensayos materialistas de Bueno.
El planteamiento ontológico que ofrece Holbach en este libro seria el siguiente:
La naturaleza es el gran todo fuera del cual nada puede existir.
(La expresión “gran todo”, o en otras ocasiones “gran conjunto”, “conjunto eterno” o “conjunto universal”, se repite a lo largo de toda la obra, siempre que la leo me acuerdo de Gustavo Bueno para quien un todo no puede ser infinito, “un todo es una multiplicidad limitada” dice Bueno. Ver mi artículo Infinito, yo te cito).
La naturaleza es un todo actuante, en ella todo está en continuo movimiento. A su vez el movimiento es un modo de ser que resulta necesariamente de la esencia de la materia, la cual se mueve por su propia energía, la variedad de sus movimientos se deben a la diversidad de propiedades de las materias primitivas de las cuales la naturaleza es el conjunto. Tanto la materia como el movimiento han existido siempre. La materia no es un cuerpo homogéneo. Existen diferentes materias que han pesado unas sobre otras eternamente.
(Una de las notas de los traductores ya nos advierte de que en Holbach no hay monismo de la sustancia, sino pluralidad de sustancias todas ellas materiales, una vez Iñigo Ongay calificó mi posición como materialismo monista, pienso que son monistas todos los materialistas, en tanto que niegan la existencia del espíritu, incluyo aquí al materialismo filosófico, el ejemplo de la nota lo aclara “pluralidad de sustancias todas ellas materiales”. Una prueba de la confusión que se puede tener sobre el tema se puede ver en esta entrevista de Alberto Hidalgo a Mario Bunge, dice Hidalgo: Habría un materialismo monista, otro dualista y finalmente, otro pluralista, según los géneros o especies de materialidad que uno admitiese. Responde Bunge: Sí. Yo soy monista pluralista).
Sus movimientos nacen sin interrupción unos de otros, son alternativamente causas y efectos, forman un vasto círculo de generaciones y destrucciones, combinaciones y descomposiciones, que no ha podido tener ningún comienzo ni puede tener jamás fin.
(Holbach no se plantea el problema kantiano de cómo ha podido transcurrir esa eternidad hasta el momento presente, reconoce en una parte del libro: “No le está dado al hombre saberlo todo”. Añade también en otra parte que “Alguna cosa ha existido desde toda la eternidad es una proposición evidente y no necesita pruebas”. Sobre la cuestión del tiempo ver mis artículos Tiempo y devenir en el materialismo filosófico y Tiempo en Bunge).
Las propiedades comunes a toda materia son: extensión, divisibilidad, impenetrabilidad, figurabilidad, movilidad y movimiento de masa.
El movimiento hace nacer, mantiene durante algún tiempo y destruye sucesivamente unas y otras partes del universo, mientras que la suma de la existencia permanece siempre la misma.
Puede haber modos de existir y actuar infinitamente diversos.
En la naturaleza sólo puede haber causas y efectos naturales, las leyes de las operaciones naturales que están al alcance de nuestro juicio y conocimiento son suficientes para permitirnos descubrir las que se sustraen a nuestra mirada, que podemos, al menos deducir por analogía.
La naturaleza tiene recursos que no conocemos.
El todo no puede tener un fin puesto que nada existe fuera de él hacia el que pueda tender, las partes que contiene si tienen un fin.
(Sin embargo dice en otra parte del libro: ¿cuál es la finalidad de la naturaleza?, actuar, existir y conservar su conjunto).
La naturaleza puede producir seres inteligentes reuniendo materias apropiadas para formar cuerpos organizados de un modo particular.
Existen unas reglas universales a las que todo está sometido.
La materia es eterna y necesaria pero sus combinaciones y formas son pasajeras y contingentes.
(Esta es una clara anticipación tanto de la Materia ontológico-general de Gustavo Bueno como del subconjunto propio B de S, tal que todo individuo concreto es la agregación de miembros de B, de Mario Bunge).
El hombre es materia y tiene ideas solo acerca de la materia. Todo en el universo está relacionado, ligado.
(Aquí, sin embargo chocaría Holbach con el principio de Symploké de Bueno aceptado tácitamente por Bunge, ver  mi artículo Criticas de Gustavo Bueno a la causalidad en Mario Bunge)
En el sistema general del mundo no vemos otra cosa que una larga sucesión de movimientos recibidos y comunicados por contigüidad por seres puestos al alcance unos de otros.
(Aquí de nuevo resuena la idea de espacio como plenum de materia aceptada por Bunge y Bueno,  dice Holbach en otra parte  “cadena universal de los seres”).
La esencia de la materia es incomprensible.
Si todo lo que existe es materia, esta materia es infinita es decir, no puede estar limitada por nada.
La naturaleza es única, aunque sus elementos o sus partes sean infinitamente variados y estén dotados de propiedades muy diferentes.
La naturaleza sólo hace cosas necesarias.
Infinitos intentos, realizados durante la eternidad con elementos y combinaciones infinitamente  variados bastan para producir todo lo que conocemos y muchas otras cosas que no conoceremos jamás.
Por naturaleza entendemos un conjunto de materias existentes y provistas de propiedades.
Si no podemos remontarnos a las causas primeras,  contentémonos con las causas segundas y los efectos que la experiencia nos muestra; recojamos hechos verdaderos y conocidos que nos permitirán juzgar lo que no conocemos.
Somos partes sensibles de un todo desprovisto de sentimiento.

Hasta aquí unas pinceladas del planteamiento ontológico que hace Holbach en esta obra.
Holbach presenta un esquema de sistema materialista que mezcla conocimientos e ignorancias (dice Bermudo en el epílogo: El pensamiento ha de poner lo que la experiencia no revela: pero no ha de ponerlo arbitrariamente sino de modo que dé  cuenta coherente, pragmática y económicamente de aquello que muestra la experiencia. Ahí está el lugar de la filosofía en sentido fuerte, y Holbach lo asume y sitúa en él su reflexión en el marco trazado por Diderot)  o como dice una de las notas de los traductores “Holbach elabora un sistema filosófico flexible, en el que caben diversas hipótesis científicas rivales”, pero que expresa una idea ontológica clásica, recurrente a través del tiempo, una apuesta metafísica (si se quiere llamar así, una apuesta que por supuesto los materialistas consideramos mejor fundamentada que la opuesta). Con más datos es la misma apuesta que en la actualidad realizan Bueno y Bunge, de hecho de no haber “duplicado” al y hombre y a la naturaleza (en feliz expresión de Holbach) hubiera sido la única apuesta, que hubiese tenido múltiples modulaciones, es la apuesta materialista que desarrolla a lo largo de todo el libro, la negación de las entidades sobrenaturales. En este sentido es muy claro cuando habla de los filósofos que le han precedido: “Por lo que se refiere a la filosofía antigua, si exceptuamos la de Demócrito y Epicuro, fue en general una verdadera teosofía, concebida por los sacerdotes de Egipto y Asiria. Pitágoras y Platón no fueron otra cosa que unos teólogos, llenos de fervor y tal vez de mala fe. Encontramos al menos en ellos un misterioso espíritu sacerdotal que es siempre señal de que se intenta engañar o que no se quiere instruir a los hombres. Hemos de extraer una filosofía inteligible y verdadera de la naturaleza y no de la teología.”
A diferencia de Ensayos materialistas y El moblaje del mundo, Sistema de la naturaleza no tiene formulas complicadas y que requieran para su compresión de algunos “conocimientos técnicos” pero a su manera no deja de ser un libro denso y desde luego extenso, la densidad obliga al esfuerzo, pero la extensión cuando va acompañada de placer es una felicidad.
En el fondo estos tres libros materialistas están expresando lo mismo, por supuesto con matices que los distinguirían, del mismo tipo que existen entre Bunge y Bueno (por ejemplo la distinción emergencia/anamórfosis).
Holbach me ha desbordado con sus palabras, he practicado mucha relectura sobre la marcha y he tomado multitud de notas (78 páginas), casi no había una página de la que no mereciera tomar una nota. Eso solo pasa con los grandes libros.